Bosco Verticale, en Milán, dos torres con casi 17.000 plantas

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La tribuna

Arquitectura del mañana: arquitectura regenerativa

Una reflexión sobre cómo va a ser la arquitectura del futuro y la necesidad de integrarla con el entorno

19 marzo, 2022 10:59

Pasar del pensamiento mecánico al pensamiento de los sistemas vivos es un acto revolucionario pero también consciente. Significa entender que no somos la suma de unas partes que se puedan controlar, sino que la tierra y todas sus especies (incluyendo la nuestra) forman un sistema vivo y complejo que no funciona de manera lineal.

Hace falta desaprender, porque esta visión del mundo influye en los valores que rigen a la sociedad moderna: el éxito, la felicidad, la riqueza, se definen según nuestra capacidad de consumir. 

Perdemos por completo el vínculo con la naturaleza y las relaciones dinámicas de ésta con todo lo que la rodea, que se suceden diariamente sin darnos cuenta.

Como Marcel Proust dijo una vez: “El verdadero viaje de descubrimiento no trata de buscar nuevos paisajes, sino de tener nuevos ojos”.

Prestando la atención necesaria, que es escasa en estos tiempos de la inmediatez, podemos hacernos una ligera idea de lo que representamos en la inmensidad del universo: un eslabón más en la cadena infinita de la vida. Somos un conjunto de moléculas, tejidos y células. Organismos que pueblan comunidades y que generan ecosistemas, dentro de un mundo que gira armónicamente gracias a la interdependencia de todos sus integrantes.

Por eso nuestro propósito debe alinearse con el del sistema más grande al que pertenecemos, desarrollándonos individualmente y en comunidad para co-evolucionar y prosperar.

La arquitectura regenerativa busca recuperar la relación con el entorno desde lo construido y lo vegetal. Las ciudades de hormigón nos han distanciado de la naturaleza, por eso diseñar la ciudad del futuro para que madure en el tiempo y cree un sentimiento de pertenencia al lugar que nos haga co-responsables del mismo, es fundamental. 

Dejando que el paisaje fluya a través de los edificios, lo hacemos presente en los espacios compartidos y establecemos una relación más estrecha con ellos.  Está comprobado que sentirnos rodeados de verde, estimula nuestra creatividad y crea un clima de bienestar mental y físico mucho más conveniente para desarrollarnos en la vida.

Desde la luz natural y el aire fresco hasta necesidades emocionales más complejas que nos acerquen a otras personas. La arquitectura tiene el mágico poder de conectar con el lugar, la gente, la cultura… y de evolucionar si es diseñada para madurar y adaptarse en el tiempo. Porque habitando un espacio, lo haces tuyo, y en los sistemas vivos el equilibrio dinámico es la única constante. Así, el entorno construido debe también evolucionar contigo.

La arquitectura futura estará lejos de lo que las películas distópicas nos ofrecen y lo será porque está en nuestras manos. No tendrá nada que ver con gigantescas cintas trasportadoras y pantallas iluminadas sino todo lo contrario. Cada vez valoramos más el silencio, los rincones vírgenes del planeta, respirar aire puro, la artesanía y los materiales naturales. 

Esperemos que llegar a este futuro no sea una obligación impuesta, una salida de emergencia, sino la opción escogida que progresivamente hemos ido construyendo. Trabajar intentando reducir nuestro impacto es un buen objetivo, pero no es suficiente.  ¿Es realmente la respuesta que necesitamos, dada la urgencia medioambiental a la que nos enfrentamos? ¿O deberíamos estar creando proyectos que, en vez de causar menos daño, regeneran vida, crean condiciones en las que comunidades y naturaleza puedan prosperar?

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