Cinco lugares que visitar en la comarca de Ortegal sin restricciones de movilidad
Los municipios de Cariño, Ortigueira, Cerdido y Mañón guardan auténticos tesoros naturales
26 febrero, 2021 18:22La comarca más septentrional de Galicia "abre sus puertas" tras semanas de restricciones de movilidad. Aunque solo los residentes del área sanitaria de Ferrol podrán acceder, de momento. Formada por tan solo cuatro municipios (Cariño, Ortigueira, Mañón y Cerdido), la zona de Ortegal guarda algunos de los lugares más turísticos de Galicia. Es tierra de pasado celta, salpicada de acantilados y plagada de tesoros naturales. El "mejor banco del mundo", la frontera entre el Atlántico y el Cantábrico y el punto más septentrional de la Península Ibérica están allí. Los planes que se pueden hacer son casi inagotables. Por eso, te traemos cinco lugares que vale la pena visitar ahora que la pandemia ha dado un respiro.
Cariño: Casco antiguo
Cariño es el claro ejemplo de pueblo marinero. Su casco antiguo nace a orillas de la ría de Ortigueira, junto a la playa de A Concha y al puerto pesquero. No es casualidad que el mar sea el principal motor económico de la zona. Durante mucho tiempo, la población vivía principalmente de la pesca y las conservas. Aunque estos sectores ya no tienen el peso que tuvieron en el pasado, su huella se puede ver en algunas construcciones situados en la avenida de la Constitución. Desde edificios que servían como vivienda y fábrica, de estilo señorial, hasta naves que aún mantienen el nombre de las empresas que albergaron en la fachada.
El casco antiguo de Cariño se caracteriza por sus casas estrechas, coloridas y ataviadas con balcones o galerías. Están catalogadas en sí mismas como conjunto de viviendas singulares y englobadas dentro del estilo marinero gallego. El barrio nace en torno a mar y se extiende hacia la zona alta de acantilados, donde se encuentran miradores como los del Cementerio, el Pósito o la Rúa Antiga. El resto de la zona antigua se compone de calles angostas, cruceros y plazas. La más famosa es la Praza da Mariña, donde se encuentra una de las postales más típicas de Cariño: la estatua del marinero.
Otro de los factores que hacen de Cariño un rincón casi mágico es su ubicación. Aunque nace en torno al mar, está resguardado de la costa por las montañas y acantilados que lo abrazan. La unión entre las bravura del Cantábrico y los picos escarpados que caracterizan el litoral de Ortegal terminan de crear esa atmósfera marinera.
Ortigueira: Costa de Loiba
A estas altruras es raro encontrarse a alguien que no sepa cuál es "el mejor banco del mundo", comparta o no la afirmación. El conocido asiento situado sobre los acantilados de Origueira fue construido en 2009 por iniciativa de Rafael Prieto, un vecino de la parroquia de Loiba. Saltó a la fama gracias una instátanea tomada por Dani Caxete, que lo propulsó a la final del Certamen Internacional de Fotografía de Cielos Nocturnos en 2015. Pero quienes bautizaron al banco de Loiba, no se enamoraron del asiento, sino de sus vistas.
La costa de Loiba se caracteriza por sus acantilados escarpados de entre 50 y 200 metros, los islotes y las furnas, unas pequeñas cuevas creadas en las rocas por el continuo golpe de la marea. Y es que mar que baña este tramo de Ortegal nunca está en calma. Por eso, los bancos (hay más de uno) que salpican la zona son tan especiales. Desde ellos se puede escuchar el rugir de las olas, sentir el viento con olor a salitre y ver todo el litoral enmarcado entre cabo Ortegal y Estaca de Bares.
Además del famoso banco, Loiba cuenta con una de las furnas más famosas del norte gallego: Penafurada. El litoral está salpicado también por pequeñas calas. Algunas son accesibles a través de caminos serpeteantes que bajan desde los acantilados. Loiba es más que un banco y, por eso, aunque tu plan solo sea ir sacar la foto de rigor, aprovecha la oportunidad para conocer su costa.
Mañón: Estaca de Bares
Son meses duros, de incertidumbre. La pandemia ha provocado que muchas personas se sientan desorientadas o superadas. Por eso buscar el norte, como metáfora, puede ser un buen plan durante la desescalada. Pero si se toma como algo literal, los habitantes del área sanitaria de Ferrol cuentan con una ventaja. El punto más septentrional de la Península Ibérica se encuentra en Mañón. Es el cabo de Estaca de Bares.
La punta de Estaca de Bares está situada entre las rías de Ortigueira y O Barqueiro. Como el resto del litoral de Ortegal, se caracteriza por su costa escarpada y sus acantilados. Desde allí se puede escuchar y ver el oleaje que caracteriza al Cantábrico. Es recomendable tener cuidado con las rachas de viento, eso sí.
Para llegar al punto más septentrional de la Península Ibérica basta con seguir las indicaciones hasta el faro de Estaca de Bares. Es obligatorio dejar el coche en el aparcamiento y continuar el camino por un sendero de tierra que desciende hacia el acantilado. Allí, una piedra señala la latitud: 43º 47′ 23,6″ Norte.
Cerdido: Área recreativa O Castro
El área recreativa O Castro se levanta sobre la acrópolis del que fuera el castro de Cerdido. Está situada en medio de un entorno forestal, rodeada de pinos y castaños. Si lo que buscas en un día de paz en medio de la naturaleza o una tarde de juegos para los niños, ir hasta O Castro es el plan perfecto. Cuenta con pistas de fútbol y baloncesto, un parque infantil, mesas, bancos y barbacoas. En la zona más alta, se encuentra la antigua escuela del muncipio, que ahora funciona como centro sociocultural.
Pero si algo destaca de este lugar es el enclave natural donde se ubica, plagado de árboles autóctonos. La mejor forma de disfrutarlo es recorrer el paseo fluvial del río Pontellas. Una ruta de dos kilómetros que permite ver también los molinos de Máximo Losada y Cobos. También en las inmediaciones del área recretiva se encuentra el Coto de Forca, donde hay un mirador de 350 metros de altura.
Ortigueira: Castro de Punta dos Prados
La comarca de Ortegal está ligada al mundo celta. Y no solo por el festival que cada verano se celebra en la playa de Os Morouzos. La huella de las culturas que habitaron la zona antes de la llegada de los romanos aún permanece visible en lugares como la parroquia de Espasante. A poca distancia de su puerto, situado sobre una península, se encuentra el castro de Punta dos Prados, uno de los mejor conservados del norte gallego.
Punta dos Prados es un ejemplo de castro marítimo, ya que sus pobladores aprovechaban la ubicación y la costa acantilada como defensa natural. Sus habitantes se asentaron allí en la Edad de Hierro. Se cree que el recinto ocupaba el doble de superficie, pero la cercanía con el mar derivó en la erosión de algunas de sus edificaciones. Pese a ello, se mantiene en pie buena parte de la muralla y algunas viviendas.
Pero si por algo destaca este castro es porque en él apareció el Monumento do Forno. Un espacio con horno y piscinas, similiar a los baños termales romanos. Se cree que surgió en una segunda fase de ocupación del castro, tras la romanización de la zona. Otra de las hipótesis habla de un uso ritual propio de la cultura celta de la Edad de Hierro. En cualquier caso, Punta dos Prados es la huella de un legado que sigue presente en Ortigueira, donde cada año se reúnen cientos de personas en torno a la música celta.