Ayer, tras unos días casi primaverales, en Santiago comenzó a llover unas horas antes del gran desfile de Carnaval. Y con esas primeras gotas, la gran duda de si las comparsas recorrerían o no las calles esa tarde.

La lluvia, siempre mágica en esta ciudad, supo cuando era el momento justo de parar y por suerte, el desfile comenzó: seis carrozas, dieciséis comparsas, cuatro grupos, cuatro parejas y seis personas en solitario fueron las encargadas de dar vida al martes de carnaval.

Tras dos años de ausencias, miles de personas se amontonaron por la avenida de Ferrol, Frei Rosendo Salvado, Praza Roxa, República do Salvador, Hórreo, Senra y avenida de Xoán Carlos I. Y durante casi dos horas la ciudad se olvidó de todo y se dedicó a disfrutar.

Todas y todos los participantes se vieron arropados por las personas que, también disfrazadas, aplaudían, bailaban y cantaban al ritmo de conocidos temas como YMCA (Village People), Ay mamá (Rigoberta Bandini), Mariposas (Aitana) o La costa del silencio (Mägo de Oz).

Fotografía: Quincemil.

Si bien antes del comienzo de este desfile había dudas por el previo descontento generalizado por la Cabalgata de Reyes, que muchos tacharon de corta, escasa y poco animada, esta cabalgata sí cumplió la expectativas. Qué menos, es Carnaval. Así, entre tanta música y tanta marcha, se forjó una opinión unánime entre el público: un desfile divertido y necesario.

También muchas caras de asombro entre los más pequeñitos, que desde los hombros de sus padres observaban boquiabiertos cómo toda esa fantasía desfilaba ante ellos e incluso les hacía bromas al pasar.

Fotografía: Concello de Santiago.

Una banda de rock cantaba en directo y encabezaba este desfile, seguidos de decenas de astronautas del colectivo ‘Aspas’, que portaban el cohete "Entroidity". No faltaron a lo largo de este desfile animales como pavos reales o mariposas. También hubo tiempo para cambiar de época y celebrar el 150 aniversario de la puesta en marcha del ferrocarril entre Cornes y Carril. Viajamos al Lejano Oeste y a Venecia. Descubrimos un Bosque Máxico y reímos con nuestros personajes favoritos, como el Harley Quinn o el Mr. Potato Head. 

Muchos aplausos también al pasar los participantes individuales, como el niño pequeño que iba dirigía una banda de música de muñecos sobre una plataforma, la mujer que portaba los faros más conocidos de nuestra comunidad o una sirena.

Terminado el desfile, se dio por terminado el Carnaval y llegó el momento de quitarse máscaras, pelucas, capas, abrigos, sombreros… y volver a ser uno mismo hasta el año que viene. Aunque no cabe duda que serán muchos quiénes hoy aun tengan restos de purpurina en el pelo, trozos de disfraces por casa y, sin duda, mucha resaca emocional.