Ofrecido por:
El valor de cuidar el lenguaje con los niños de A Coruña: "Les prepara para un mundo cambiante"
- La Doctora en Equidad e Innovación en Educación de la UDC, Isabel Fernández Menor, explica la importancia de revisar los códigos lingüísticos y rehuir de expresiones como 'Trabajar como un negro' o 'Llorar como una nenaza'
- Te puede interesar: Los niños y niñas de A Coruña ya no van a fútbol o ballet: ahora triunfan cocina y costura
Lenguaje inclusivo, ¿artificioso o funcional? En los últimos años, el debate sobre las oportunidades y amenazas que presenta esta reforma lingüística ha estado en el centro de la palestra. En la actualidad no hay una filosofía única sobre el lenguaje inclusivo, hay defensores y detractores a partes iguales. La incógnita también se traslada a las nuevas generaciones: ¿Debería educarse a las niñas y niños desde la inclusión?
La Doctora en Equidad e Innovación en Educación de la UDC, Isabel Fernández Menor, cree que sí. Defiende que "cuidar las palabras desde una edad temprana ayuda a que en la etapa adulta puedan desarrollar una mejor concepción de la diversidad". Por ello, apunta la importancia de revisar los códigos lingüísticos y rehuir de expresiones como 'Trabajar como un negro' o 'Llorar como una niña'.
"Cuidar las palabras desde una edad temprana ayuda a que en la etapa adulta puedan desarrollar una mejor concepción de la diversidad, de la inclusión, etcétera"
¿Cómo de importante es el lenguaje a la hora de educar a las generaciones futuras?
Yo siempre intento recoger una frase de Vygotskiĭ que utilizo mucho en mis clases en logopedia. "El lenguaje es el vestido externo del pensamiento". Cuidar las palabras desde una edad temprana ayuda a que en la etapa adulta puedan desarrollar una mejor concepción de la diversidad, de la inclusión, etcétera.
¿Los códigos lingüísticos que usamos desempeñan un papel importante en esa concepción de la diversidad y en la forma de relacionarse con ella?
Sí, sí influyen. Lo que está claro es que cuando somos niños y niñas comenzamos un proceso de socialización que se da en la familia y en la escuela. Ahí adquirimos valores y formas de conducta que en el caso del ser humano se transmiten además por el lenguaje. A partir de ahí desarrollamos nuestra personalidad y nuestra identidad, pero también las expectativas en el ámbito personal, vocacional y laboral. Es decir, lo que ocurre en la infancia determina nuestra adultez.
Citas el entorno escolar. Una familia puede educar en valores y lenguaje inclusivo a sus hijos, pero al salir a la calle van a encontrar otros registros. ¿Puede lucharse contra esos factores externos?
No se puede. O tenemos una cápsula en la que meter a nuestros hijos o es imposible que no estén en contacto con el medio que los rodea. Lo que sí está claro es que las pequeñas cosas que hacemos desde el hogar y la escuela repercuten en la sociedad. La idea sería trabajar de forma multidisciplinar todas ellas.
Partimos de la base de que en nuestra sociedad existen estereotipos que dan lugar a frases como "Trabajas como un negro", "Parece que te ha mirado un tuerto", "Eres una nenaza", "Lloras como una niña" o "Haces más horas que un chino". De la misma forma, decimos "cojonudo" cuando algo está muy bien y "coñazo" cuando está mal. Todo esto son frases que están en nuestro repertorio diario y que para quien las usa son inofensivas. Sin embargo, para un niño son frases que se quedan instauradas en el microchip. Te enseñan una forma de ver la vida. Al final, un estereotipo no es más que una imagen sobre un grupo basada en lo emocional. No es algo racional.
Los códigos pueden cambiar, pero no sabemos cuándo lo harán. Lo que no podemos es aislar de esa realidad a los menores, lo que podemos hacer es trabajar desde casa y desde la escuela con eso.
"Las pequeñas cosas que hacemos desde el hogar y la escuela repercuten en la sociedad"
¿Qué beneficio puede tener para los menores trabajar el lenguaje desde una mirada inclusiva?
Mejora la autoestima y la autoimagen de los niños, promueve la igualdad de género, fomenta la diversidad, mejora el rendimiento académico y además los prepara para un mundo que es cambiante. Yo siempre pongo el mismo ejemplo: si nosotros llevamos a una escuela muy homogénea a nuestros hijos —por ejemplo, una escuela donde el alumnado sea de clase alta y caucásico— lo que creamos es una escuela gueto. Esto implica que cuando yo me vaya al parque y me encuentre a una niña con una discapacidad motriz o de otra etnia, puedo no entender esa realidad. Es importante que los niños estén en contacto con la realidad que nos rodea, que es diversa y múltiple.
¿Cómo trasladar a los menores la idea de que las palabras que usamos para referirnos a los otros también son importantes y hablan de cómo somos?
Lo primero es predicar con el ejemplo. Y, en caso de que digan una palabrota o usen una expresión fea, lo importante es que comprenda que eso no es positivo para él. La respuesta no es pegarles o decir "esto no está bien porque no está bien y punto". A los niños hay que hablarles como adultos, en el sentido de que hay que explicarles las cosas. Quizás en ese momento no lo comprendan, pero sí que se empapan de esa filosofía y de esa pedagogía que ven en sus personas de referencia como sus padres, abuelos, hermanos, profesores...
Si yo cuando está llorando le digo "Eres una nenaza", puede entender que llorar es cosa de niñas. Estamos introduciendo en su forma de ver la vida ese pequeño micromachismo. Esto también puede ocurrir con microrracismos, etc. Lo ideal sería cuidar nuestro entorno más próximo y darle las herramientas para que sea capaz de detectar esas situaciones en ambientes cotidianos como la escuela o el parque.
"Podemos creer que somos las personas más inclusivas y utilizar el lenguaje de una forma peyorativa o de una forma inadecuada en algún momento"
Pero para predicar con el ejemplo primero también hay que hacer una revisión importante de uno mismo.
Sí. Muchas veces no nos damos cuenta de qué estamos haciendo o cómo estamos utilizando el lenguaje. Podemos creer que somos las personas más inclusivas y utilizar el lenguaje de una forma peyorativa o de una forma inadecuada en algún momento. Al final también somos fruto de nuestra crianza, de lo que hemos vivido. Lo primero es no fustigarse, hay que tomar conciencia, incluirlo en nuestra base de datos y aplicarlo.
Y si los hijos ya han adquirido esas expresiones, ¿es demasiado tarde para cambiarlo o se puede revertir?
No son cuestiones fijas. El ambiente en el que nos desarrollamos nos va conformando. No es algo que se vaya a quedar ahí siempre. Yo creo que se puede corregir, o no tanto corregir, sino que tenga la posibilidad de relacionarse con muchas personas y que esas personas sean diversas. También es importante que el material que le ofrezcamos sea responsable. No es lo mismo leer un cuento de Disney que ver la serie de Bluey.