Buño, un tesoro oculto de la Costa da Morte y el último refugio del arte oleiro en Galicia
La tradición oleira de este pueblo de Malpica de Bergantiños se inicia en el siglo XVI, si bien a día de hoy aún son varios los artesanos que viven del oficio y mantienen la alfarería como motor económico de muchos hogares
16 julio, 2023 05:00A Costa da Morte ocupa el segmento noroeste del litoral gallego, cuyo paisaje salvaje resulta inconfundible tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Se trata de un destino con identidad propia repleto de solitarios arenales, ensenadas e imponentes acantilados en los que se refleja toda la fuerza del océano, así como otros elementos de gran valor natural y patrimonial. En mitad de este escenario con la mirada puesta en el Atlántico, la localidad de Malpica de Bergantiños esconde hacia su interior uno de los tesoros mejor guardados de la feroz Costa da Morte: Buño, el último refugio oleiro de Galicia. El caso es que este pueblo coruñés es conocido como o pobo dos oleiros (el pueblo de los olleros o alfareros), pues aquí se sitúan unos alfares donde se produce cerámica desde tiempos muy remotos.
La tradición alfarera de Buño se remonta al siglo XVI, si bien en la actualidad todavía se conservan un buen número de tiendas y oleiros profesionales que se dedican a este oficio artesanal y que hasta son capaces de vivir de sus creaciones hechas con barro o arcilla. De hecho, esta localidad logró abastecer al grueso del noroeste peninsular de utensilios de cocina hasta bien entrada la década de los ochenta, cuando por entonces existían más de un centenar de talleres en toda la zona. Tras una lenta y progresiva decadencia ―generalizada en toda Galicia―, el oficio logró recuperarse en Buño ya a finales del siglo XX e incluso en el año 2007, la Asociación Oleira de Buño en Galicia recibió una Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes como reconocimiento a una trayectoria repleta de historia, tradición e innovación, sobre todo en las últimas décadas.
Breve historia de la tradición oleira de Buño
Buño es, y ha sido siempre, uno de los rincones más activos de la artesanía de Galicia. Hay que remontarse hasta el siglo XVI para descubrir los orígenes más remotos de la tradición oleira del pueblo coruñés, transmitida de generación en generación hasta llegar a nuestros días. El documento más antiguo que manifiesta las raíces del oficio registra la ocupación de alfarero por primera vez data de 1510 y que pone de manifiesto los inicios de una actividad que con el tiempo terminaría por convertirse en una de las más importantes a nivel económico en la zona. Cabe destacar que antiguamente, los primeros oleiros y oleiras de Buño dedicaban su labor a crear útiles de barro para la vida diaria tales como ollas, platos o jarras entre otros. Con la llegada de materiales como el plástico, el negocio de la alfarería experimentó un declive sin precedentes, provocando que la mayoría de los artesanos locales acabasen en el paro, jubilados o emigrando a otros lugares.
No sería hasta finales del siglo XX cuando llegaría la recuperación de ciertos aspectos del sector de la mano de las reivindicaciones culturales a nivel autonómico. Fue en esta época cuando el oficio viró un poco su rumbo para elaborar piezas más modernas y dirigidas principalmente a los turistas, como pequeños hórreos, juegos de café e incluso ceniceros. La actualización del negocio entre los oleiros de Buño también provocó una reconversión del negocio, fusionando la fabricación de utensilios tradicionales con otras piezas de carácter más decorativo y artísticos, mezclando el conocimiento transmitido durante décadas con la innovación y la belleza artística a la hora de introducir nuevas formas y esmaltes en sus producciones habituales.
El encanto de Buño como destino turístico
El legado de los oleiros de Buño también se mantiene vivo en el Eco-Museo Forno do Forte, gestionado por el propio ayuntamiento de Malpica de Bergantiños. Se trata de un espacio museístico único donde los visitantes pueden admirar un amplio catálogo de obras de oleiros y oleiras gallegas así como experimentar la vida y tradición artesana de esta parroquia, además de conocer en primera persona las técnicas y herramientas empleadas para la elaboración de todas las piezas. En definitiva, una mirada directa al pasado para sumergirse en el modo de vida de una familia alfarera tipo alrededor de 1950.
Es importante señalar también que son muchos los locales que venden cerámica artesana no sólo en la parroquia de Buño, sino en toda la localidad de Malpica de Bergantiños. En el propio pueblo de oleiros, algunos de los establecimientos de venta al público acogen en su interior sus propios talleres artesanos, por lo que además de comprar piezas únicas sus compradores también podrán admirar el trabajo de estos artesanos. Con todo, y más allá de la interesante tradición oleira de la parroquia malpicana, el pueblo de Buño también alberga una enorme riqueza natural, paisajística e incluso gastronómica que bien merece un alto en el camino en la ruta de cualquier viajero por la Costa da Morte.