La ría de Galicia con puerto ballenero en la que ahora reinan los deportes acuáticos
Un paraíso natural para las aves, un litoral repleto de arenales de ensueño, un pasado vinculado a la gran tradición ballenera y un presente ligado a los deportes marítimos marcan el carácter de este enclave único en las Rías Altas
9 marzo, 2024 05:00De norte a sur y de este a oeste, desde el corazón de las Rías Baixas hasta los límites marítimos de las Rías Altas, Galicia cuenta en toda su extensión con alrededor de 1.498 kilómetros de costa que la convierten en la más larga de España y en el único tramo del país articulado por un buen número de rías. Estos largos brazos de mar que se adentran sobre la tierra constituyen un fenómeno singular de la geografía y definen el paisaje litoral de toda Galicia. Además, las rías tienen un gran peso sobre la actividad turística y pesquera de la región, pues cabe recordar que la costa gallega conforma una de las zonas pesqueras de mayor relevancia a nivel internacional.
En las Rías Altas, estos accidentes geomorfológicos comprenden distintas zonas de la Costa da Morte, el golfo Ártabro e incluso el mar Cantábrico. De todas cuantas existen, en plena comarca de A Mariña Central, la ría de Foz se ha convertido en un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza y los deportes náuticos. Este antiguo puerto ballenero con vistas a la cornisa cantábrica se encuentra enmarcado en plena desembocadura del río Masma y es a día de hoy un enclave privilegiado para las especies aladas. De hecho, entre las marismas que se forman en el estuario del curso fluvial se localiza una de las mayores colonias de aves acuáticas de todo el noroeste peninsular. En lo que respecta al ámbito deportivo, la ría de Foz lleva varios años siendo el escenario de todo tipo de actividades deportivas como el surf, windsurf, kite, piragüismo o vela.
Breve historia de este antiguo puerto ballenero
En el norte de Galicia, A Mariña lucense siempre ha contado con una larga tradición ballenera que encuentra sus inicios a lo largo de la Edad Media. De hecho, durante los siglos XVI y XVII, la antigua villa marinera de Foz vivió una de sus épocas de mayor esplendor y poder económico gracias al sector marinero. Al contar con un puerto destacado y con uno de los tres astilleros más importantes de todo el Reino de Galicia, este rincón de la costa de Lugo llegó a tener una gran afluencia de tráfico internacional. En aquella época y otras posteriores, los armadores y pescadores de la zona dedicaron su actividad, principalmente, a la captura de las ballenas. Además, por su ubicación privilegiada en plena desembocadura del río Masma, las condiciones de esta ría gallega propiciaban un refugio perfecto para las embarcaciones forenses.
El comercio y manufactura vinculado a la captura de las ballenas dio muchos beneficios a muchos núcleos costeros de Galicia, entre ellos a la localidad de Foz. La actividad en cuestión tenía lugar principalmente durante las temporadas de primavera y verano, en plena época de migraciones ―aunque lo cierto es que en su origen más remoto la caza se realizaba durante el invierno. En cualquier caso, y mucho antes de que el capitán noruego, Svend Foyn, inventase en el año 1864 el conocido como arpón de cabeza explosiva, los cazadores de ballenas perseguían en chalupas de 6 a 8 tripulantes a sus presas y las arponeaban. Por lo general solían atacar a las crías para que sus madres acudieran hasta el lugar en su ayuda. En esta zona norte de Galicia, las principales especies capturadas fueron el Cachalote, la Ballena Azul, la Ballena Boreal, la Ballena Jorobada y el Rorcual común. De este último, por poner un ejemplo, el espécimen más grande registrado rondaba los 22,50 metros y fue capturado en 1973 por la embarcación Temerario.
En su origen, la tradición ballenera surgió sobre todo a raíz de la grasa que proporcionaban estas especies, de la podía extraerse un tipo de combustible perfecto para los candiles. Sin embargo, cuando el uso de la luz eléctrica se fue expandiendo a todos los hogares, el uso de este elemento pasó a destinarse entonces a la creación de jabones, lubricantes y otros fines relacionados con la industria alimentaria. Del mismo modo, al menos hasta que se extendió el uso del plástico, las barbas de ballena eran el material más flexible del que se tenía constancia y con él podían hacerse desde corsés o fustas hasta amortiguadores para coches. Como curiosidad, de las entrañas del cachalote también se extraía un elemento bautizado como ámbar gris, una sustancia de lo más cotizada dentro de la industria de la perfumería. En última instancia, las toneladas de carne de ballena también se fueron aprovechando sobre todo en los últimos años en los que su caza estaba permitida, cuando casi todo el producto obtenido era exportado a países como Japón. Ya en la década de los años 80 del siglo pasado, España perdió sus derechos en la caza de ballenas y la práctica se prohibió definitivamente, lo que a grandes rasgos supuso el fin de la tradición ballenera en la costa de Lugo y un tremendo varapalo para el puerto de Foz.
Un presente ligado al deporte
La historia de la ría de Foz siempre ha estado vinculada de alguna manera al mar. Aún hoy, el horizonte marino sigue siendo el elemento central de los núcleos que rodean a esta ría enclavada en el corazón de las Rías Altas y A Mariña Central. Y si bien es cierto que las actividades ligadas a la pesca han ido perdiendo el peso que tenían en épocas pasadas en este puerto, el pujante sector turístico de la zona ha logrado sacar provecho de los valores naturales de este enclave mágico del norte gallego. De hecho, en la actualidad, la ría de Foz no sólo supone por sus condiciones un paraíso natural para los amantes del birding, sino también para los fanáticos de los deportes náuticos.
Lo cierto es que uno de los motivos que explican que hoy en día no sea habitual encontrar a embarcaciones de grandes dimensiones atracando en la ría de Foz es que se trata de una zona portuaria de difícil acceso para barcos con calados que superan los dos metros de altura. La realidad es que las barreras arenosas y la sedimentación del río reducen en gran medida el calado de entrada a la ría, la cual además destaca por sus fuertes corrientes. No obstante, estas condiciones resultan idóneas para la práctica de deportes náuticos como el windsurf, el kite o la vela. De hecho, existen un gran número de empresas de multiaventura, clubes y asociaciones deportivas que dedican su actividad a instruir, organizar actividades de ocio e incluso poner en marcha competiciones en las diferentes disciplinas que presumen de una gran relevancia tanto a nivel gallego como nacional e internacional.