La pulpería de Lola en A Coruña: Más de 50 años de tradición y ambiente familiar
Con el pulpo como plato estrella, ‘La Antigua de Melide’ destaca por su sencillez y calidad en un local en el que se respira la cercanía y calidez de sus encargadas
1 enero, 2022 06:00Entrar en la Pulpería de Lola es trasladarse a esas ferias en las que la gente comparte asiento, una buena botella de vino y una ración de pulpo. Y es que en esas emblemáticas fiestas de Galicia, empezaron hace más de 80 años los abuelos de Carmen Rodríguez, que junto a su ahijada Ainhoa Neira se encarga de continuar con la tradición a día de hoy.
"Mis abuelos empezaron en las ferias en 1930. Alfonso Molina los trajo a la Feria de Santa Margarita, después se instalaron en un negocio de la Cuesta de la Unión y luego se trasladaron a la calle del Orzán", cuenta Carmen sobre los orígenes de su familia.
Al local actual, situado en el número 135 de la Ronda de Outeiro, se mudaron en 1968. "Al principio era más taberna, pero luego abrieron la Ronda de Outeiro y ahí fue cuando se empezó a mover. Aquí llevan 50 años parando los mismos", dice Carmen sobre unos clientes, que más que clientes son familia.
Lola: El alma de la pulpería
Carmen y Ainhoa presumen orgullosas de algunos cuadros que los habituales del local les han regalado y que decoran el establecimiento. En la pared también cuelgan dos cuadros muy especiales, los de los padres de Carmen, Antonio y Lola.
Antonio falleció hace 20 años, y Lola tuvo que dejarlo hace 10. "La retiró el médico, sino ella seguiría, su vida es esto", explica Ainhoa. Lola sigue siendo el alma del local y aunque ya no esté físicamente, sigue presente de una forma muy curiosa: "Le pusimos la imagen de las cámaras que vigilan el local en la televisión y ahora nos controla por ahí, si ve que tardamos un poco en servir, ya nos llama por teléfono".
Lola fue la clave para reclutar a todas esas personas que tienen a la pulpería como una segunda casa. "Este señor come aquí todos los días", dice Ainhoa sobre uno de los fieles del local. "Es una familia, un ambiente muy bueno, muy de casa", explica. Ainhoa es la última generación de un negocio en el que lleva desde los 18 años, aunque de forma continuada está desde hace cinco o seis.
Aunque el negocio empezó en las ferias, desde la muerte de Antonio se han centrado más en el local. "Ahora nosotros solo vamos a Betanzos a la feria, al feirón de Pontedeume todos los sábados y hacemos alguna boda pero aquí hay mucho trabajo", explica Ainhoa.
Sencillez y calidad con el pulpo como estandarte
Como no podía ser de otra forma, el pulpo es el plato estrella. Materia prima de máxima calidad y una cocción adaptada al gusto del cliente. "Si lo quieres duro, duro, si lo quieres blando, blando, ya controlamos al cliente y sabemos como les gusta al ser siempre los mismos", explica Ainhoa. Aceite, pimentón y unos cachelos para acompañar le dan el toque final a este exquisito manjar.
La carta no es mucho más amplia, apuestan por pocos platos sencillos y de calidad como los pimientos de padrón, los embutidos o otra de las estrellas de la carta: los mejillones en escabeche casero. Buena materia prima aderezada por un sabor que se siente como de casa.
Para el postre se puede optar por un clásico como el queso con membrillo, o por el dulce más querido por los clientes, un flan casero de crema de orujo. También hay milhojas y tiramisú de una confitería local de la ciudad.
Para ir a comer o a cenar se recomienda reservar. Durante la semana a cualquier hora, y durante el fin de semana en turnos de 13:30, 14:30 y 15:30 horas. Después del covid hay una mayor organización, algo que Ainhoa agradece, aunque recuerda con cariño algunas prácticas de antes de la pandemia: "Había gente que no se conocía y se tenía que sentar a comer junta, después se daban los teléfonos y a la semana siguiente venían juntos".
La Pulpería de Lola, un local que empezó en las ferias y que ha acabado convertido en un icono para el barrio, en una segunda casa para muchos y en uno de los lugares imprescindibles para que los coruñeses o los visitantes, se sienten con una copa de vino, una tapa de pulpo y se unan a esta gran familia que ya es historia de la ciudad.