Miles de personas se concentración en la Puerta del Sol el 15 de mayo de 2011. Pocos imaginaban entonces que la influencia de aquella protesta iba a llegar hasta una ciudad de la República Democrática del Congo.
Y sin embargo un grupo de estudiantes de la ciudad de Goma se inspira ahora en el 15M para construir un movimiento ciudadano de protesta con un nombre en español: La Lucha.
El Ayuntamiento de Goma acaba de ilegalizar al grupo y dos de sus miembros han sido encarcelados. Aunque la Constitución del país ya no contempla la pena capital, un recoveco en el Código Penal podría condenar a ambos a la pena de muerte. Su fundador, Serge Syvia, se encuentra en España invitado por Amnistía Internacional para explicar su historia.
El embrión de La Lucha nació en marzo de 2012, casi un año después del 15-M español. La República Democrática del Congo había sufrido entre 1996 y 2003 dos guerras civiles que dejaron ocho millones de muertos y la situación socioeconómica de la nación era insostenible. A las numerosas luchas tribales, el tráfico de materias primas y la corrupción institucionalizada se unía un curioso concepto de la clase política: muchos ciudadanos siguen creyendo que los dirigentes son divinidades que no tienen la obligación de dar explicaciones.
“Al principio éramos un grupo desorganizado que salía a la calle por la noche a pegar carteles para protestar. Empapelábamos la ciudad con pósters impresos de forma clandestina”, recuerda Syvia.
CONTRA EL 94% DE PARO
La primera acción organizada tuvo lugar el 1 de mayo, un año después de la ocupación de la Puerta del Sol. “Como en el Congo tenemos un 94% de paro", recuerda Syvia, "nos parecía absurdo celebrar el Día Internacional del Trabajo. Por eso decidimos celebrar el Día Congoleño del Desempleo, mucho más representativo de la población”.
Salieron a la calle cientos de manifestantes con pancartas para protestar por la precariedad laboral y la marcha fue un éxito.
Aquella acción espoleó a los convocantes, que decidieron seguir organizando iniciativas de protesta. Montaron una para el 30 de junio a la que llamaron Memorial. "Pedíamos explicaciones al Gobierno por el olvido al que se ha condenado a los ocho millones de muertos por la guerra", recuerda Syvia. "Pegamos carteles por toda la ciudad".
Memorial no llegó a celebrarse: en la noche anterior, el Gobierno ordenó encarcelar a cinco de los organizadores. "Decidimos posponer la manifestación hasta el 21 de septiembre, Día Internacional de la Paz", recuerda Syvia. "Logramos el apoyo de organizaciones de todo el planeta y eso hizo que los miembros del Gobierno se pusieran nerviosos. No soportan la presión internacional".
La manifestación se celebró el 21 de septiembre como se había acordado y acabó en disturbios y otros seis detenidos. Entre ellos Serge. “Sólo pasé tres días en la cárcel, pero fue suficiente para saber que empezábamos a ser incómodos”.
LA INFLUENCIA DEL 15M
En enero de 2013 se reunieron los principales ideólogos del movimiento con el objetivo de organizarse y estructurarse. En aquellos días se encontraba en Goma el escritor, pensador y activista francés Michel Séguier, fallecido en octubre de 2014.
Séguier había participado en las protestas de mayo del 68 y en numerosos movimientos revolucionarios de Sudamérica. Simpatizaba con la causa de los congoleños revolucionarios y les asesoraba. "Él fue el primero en hablarnos de los indignados de Madrid", explica. "Nos explicó que nuestra lucha tenía muchas similitudes con el 15M español. También nos empezó a cantar canciones revolucionarias españolas y latinoamericanas. No entendíamos nada, pero todos nos dimos cuenta de que en la mayoría de las letras había una palabra que se repetía constantemente: Lucha. No sabíamos lo que significaba pero todos la empezamos a hacer nuestra. Hasta el punto de que por las noches, cuando brindábamos, todos gritábamos '¡Lucha!' al chocar nuestras copas”.
Llegó el momento de escoger el nombre del grupo y tuvieron que elegir entre tres propuestas. La primera era Dignité en francés. La segunda era Adhi, que significa dignidad en suajili. La tercera era La Lucha, que ganó por abrumadora mayoría.
Sólo uno de los miembros dudó a la hora de ponerle al grupo un nombre español. Pero otro cayó en la conclusión que La Lucha podía ser el acrónimo de Lutte pour le CHangement (en francés, Lucha por el Cambio). Así fue como bautizaron al movimiento.
AGUA PARA TODOS
Desde entonces empezaron a llevar a cabo acciones para mejorar la vida de los habitantes de Goma. La más sonada fue la campaña para reclamar el derecho al agua de toda la ciudad. Tuvo lugar a mediados de 2013. La empresa pública que la gestiona se llama Regideso. Sólo garantiza el suministro a las zonas más ricas.
A pesar de que Goma está al lado de un lago, sólo unos pocos habitantes tienen derecho a que el agua llegue a sus hogares. En las casas de los barrios pobres, hay grifos que no funcionan porque no hay agua corriente. Los habitantes de esos vecindarios tienen que hacer decenas de kilómetros a pie para llegar al lago y abastecerse. Se ven obligados a perder horas de trabajo o de estudio. Una vez allí, algunos se caen dentro y se ahogan. Además, el agua siempre tiene parásitos y gusanos que provocan enfermedades mortales como el cólera.
La explicación que daba el director de Regideso para justificar esa desigualdad era que no había energía suficiente para llevar el agua a toda la ciudad y por eso había que priorizar algunos barrios.
"Curiosamente el agua siempre llegaba al mismo sitio: a las zonas pudientes", cuenta Syvia. "Si el problema era de energía podíamos alternar los días de llegada del agua. Abastecer a un barrio el lunes, el martes a otro, el miércoles a otro y así sucesivamente. No nos hicieron caso”.
La situación provocó un auténtico tráfico de agua. Personas con camiones llenaban sus tanques y se iban a los barrios pobres a traficar: vendían cada barril de 20 litros de agua a 500 francos: unos 50 céntimos de euro. Es un precio desorbitado si se tiene en cuenta que el salario medio diario de un congoleño ronda un euro y que el precio real del barril es de 50 francos: 10 veces menos que el precio que te piden por él.
Para acabar con aquella situación, los miembros de La Lucha empezaron la campaña Goma veut de l'eau (Goma necesita el agua): "El responsable de Regideso no entendía esta protesta y decía que él no estaba prohibiendo a nadie coger agua del lago. Lo peor es que había muchos habitantes de Goma que estaban de acuerdo con él. En el Congo hay gente que sigue creyendo que los dirigentes no tienen por qué dar explicaciones".
Poco a poco se empezó a implicar toda la ciudad. En las garrafas de agua, la gente escribía el nombre de la campaña y las emisoras de radio empezaron a hacerse eco del problema. El gobernador de la región acabó destituyendo al director de Regideso. "Ahora se alterna el envío de agua", explica Syvia. "Los lunes a un barrio, los martes al otro… Han demostrado que nuestra propuesta era buena. Sigue habiendo problemas porque esa situación era provisional. Pero el nuevo responsable nos ha confirmado que lo va a solucionar porque no quiere ser destituido”.
Reagan y un COCHE OFICIAL
Después de la campaña del agua, La Lucha alcanzó mucha popularidad. Emprendió nuevas iniciativas como la denominada Redada Neutra. Se trata de una campaña contra el M-23, un grupo de rebeldes que ha asesinado a miles de congoleños en Goma. “Queríamos que la ONU enviara fuerzas armadas para combatirlos", recuerda Syvia. "Para lograrlo necesitábamos entregarle una carta a Hervé Ladsous, vicesecretario de operaciones de paz de la ONU, que estaba de visita oficial en la ciudad. El dispositivo de seguridad era brutal y no nos dejaron acercarnos. Lo metieron en un coche y arrancó. Cuando ya se marchaba, uno de nuestros activistas llamado Reagan se lanzó al suelo delante del coche oficial. Casi se mete entre las ruedas. El vehículo tuvo que detenerse para no atropellarlo. Ahí aprovechamos para entregarle la carta a Ladsous”.
“Como aquella actuación no fue suficiente, decidimos infiltrarnos en una reunión que mantuvieron los líderes de las regiones de los Grandes Lagos con otros miembros de la ONU. Lo hicimos con “ropa de respeto”. Los chicos llevábamos americanas y corbatas y las chicas trajes elegantes. Logramos colarnos y allí empezamos a repartir carteles y desplegar pancartas que llevábamos escondidas. Finalmente, tras aquellas actuaciones, conseguimos que Naciones Unidas mandase fuerzas de intervención armadas para luchar contra el M-23", concluye.
LAS DETENCIONES DE YVES Y FRED
No todas las actuaciones de La Lucha han llegado a buen puerto. “Nuestras iniciativas han comenzado a ser incómodas para el gobierno. En septiembre de 2014 volvimos a celebrar otro Memorial y hubo disturbios y detenidos”, lamenta Syvia. A partir de ahí, cada manifestación de La Lucha se ha saldado con detenciones y disparos. “Nada de balas de goma. En el Congo no tenemos de eso. Nos pegan tiros y algunos de nuestros compañeros han sufrido disparos en las piernas recientemente”, señala Syvia.
Pero el incidente más grave se produjo el 15 de marzo de este año. La Lucha había convocado, junto a otros movimientos sociales del país, un taller con la participación de activistas de países vecinos como Senegal o Burkina Fasso. Se iba a celebrar en Kinshasha, la capital. En el evento se debían tratar dos cuestiones: la primera era debatir iniciativas de protesta contra el gobierno congoleño. La segunda era la creación de “Filimbi”, una entidad que debía agrupar a todos los movimientos críticos de indignados del país. La iniciativa estaba patrocinada por USAID, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Pero el taller nunca se llegó a celebrar. El gobierno congoleño consideró que lo que se perseguía era desestabilizar al país y practicó numerosas detenciones durante la manifestación pacífica inaugural. “Mucha gente se tuvo que marchar del Congo. Se exiliaron en Bélgica. Otros no tuvieron tanta suerte. Encarcelaron a Fred Bauma, que es militante. También a Yves Makwambala, que era sólo el diseñador del logo y la web de “Filimbi”. Como figuraba su nombre en la página como autor, consideraron que también formaba parte de la organización. Estuvieron 50 días presos en un lugar desconocido, sin juicio y sin comunicación”, denuncia Sergé Syvia.
Cuando en La Lucha conocieron el paradero de la prisión donde los tienen detenidos, un activista fue a llevarles comida y también resultó arrestado. Pasó en la cárcel 4 días. Ahora, los esfuerzos de los indignados congoleños se centran en lograr la liberación de sus compañeros. “Están acusados de asociación de malhechores, que es un delito que aún se paga con la vida en Congo”, explica Sergé Syvia: “Aunque la pena capital está abolida por la Constitución, existe un recoveco legal en el Código Penal que permite condenar a muerte a un preso si se interpreta que ha intentado atentar contra la vida del jefe del estado”. Por el momento, desconocen cuál será el destino de Yves y Fred, pero la movilización de La Lucha no cesa. Por un lado, han enviado peticiones de ayuda a entidades como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. Por otra parte, cada tarde en Goma realizan un acto simbólico para pedir la liberación de Yves y Fred. “Silbamos durante cinco minutos. “Filimbi” significa “silbar” y mucha gente en la ciudad se solidariza con nuestros compañeros para pedir justicia”.
ILEGALIZACIÓN
Tras aquellos hechos y numerosas protestas, La Lucha ha acabado siendo un elemento subversivo para las autoridades congoleñas. Hasta tal punto que el alcalde de Goma ilegalizó la entidad el pasado 3 de diciembre. “Ahora somos ilegales porque en breve se deben celebrar las elecciones y esa es la época en la que se ponen más nerviosos los políticos. Saben además que tenemos el respaldo internacional, por lo que no les interesa que tengamos visibilidad”. Sin embargo, Syvia segura que “los cien militantes de La Lucha hemos decidido que no estamos de acuerdo con la ilegalización y vamos a seguir peleando por nuestros derechos, aunque sea desde la clandestinidad".
NO QUIEREN SER UN PARTIDO
Serge Syvia asegura que la liberación de Yves y Fred es una de las prioridades de La Lucha pero no la única. “Cada vez que el gobierno encierra a un militante, se aseguran de que nuestras protestas cambian para centrarse en esa injusticia en concreto. Así, hemos decidido que queremos mantener nuestros principios ideológicos: que se respete la Constitución y se acaben las injusticias en el Congo”. Syvia asegura que, contrariamente a lo que sucedió en España, ellos no pretenden vertebrar este movimiento de indignados en un partido político. “No tenía ni idea de que el 15-M acabó derivando en un partido como Podemos. No conozco a Pablo Iglesias. Me parece bien si en España funcionó así, pero nuestra idea es otra. No queremos formar parte del sistema. Este sistema que nos rige en Congo es un torbellino de corrupción. Todos los movimientos que han logrado derrocar a los gobiernos corruptos han acabado convirtiéndose en corruptos. Es el momento de salir de esa espiral. Queremos crear un sistema nuevo que acabe llevándose para siempre al viejo sistema”.