Piden discreción. Nada de nombres, nada de cargos u ocupaciones, nada que pueda desvelar sus identidades. Las gargantas profundas que nutren este texto piden también no revelar los nombres de empresas y cargos a los que van a referirse. A cambio, ofrecen explicar cómo funciona el narcotráfico hoy en Galicia. Algo que supone explicar cómo funciona en España y también en Europa.
Como muestran estos gráficos, las incautaciones de droga en España bajaron en la segunda mitad de la última década hasta 2013. Pero han vuelto a subir en los últimos años según las cifras de la Policía Nacional. En 2015 se aprehendió un 43% más cocaína que en 2014. En total, se incautaron de 22.894 kilos, casi el 70% de lo apresado en toda Europa. Casi todas estas toneladas tuvieron el mismo origen y el mismo destino: Colombia y Galicia.
Las FARC abastecen Europa
La ruta actual del tráfico de cocaína es clara. La droga viene de Latinoamérica y pertenece a los carteles mexicanos. La transportan organizaciones colombianas, los clanes gallegos la introducen en Europa y aquí la distribuyen italianos, turcos e ingleses.
El origen está en las plantaciones y laboratorios que las guerrillas colombianas tienen en varios países latinoamericanos. El mayor proveedor de Europa son las FARC, el grupo armado que ahora negocia la paz con el Gobierno colombiano. Muy por detrás y muy controlados por la DEA (la Agencia Antidroga de Estados Unidos) están los actuales cárteles colombianos, herederos de los imperios caídos de Pablo Escobar y compañía.
Son las organizaciones colombianas las encargadas de sacar la droga de Latinoamérica y venderla en Europa. Pero en la mayoría de casos la propiedad (o copropiedad) es de los cárteles mexicanos, a día de hoy los amos del narcotráfico internacional y los distribuidores de la droga en Estados Unidos.
Los colombianos son los que manejan la mercancía que viaja a Europa, pero los mexicanos son una suerte de inversor capitalista que saca beneficios de la exportación al viejo continente sin implicarse en ella.
Las FARC tienen plena confianza en los transportistas gallegos. De hecho, son los únicos socios en los que confían. Probaron hace años envíos a través de África occidental, pero avionetas, barcos y mercancías acababan desmantelados por soldados y policías.
A veces lo intentan por el sur de Italia. Sobre todo por Calabria. Pero no terminan de fiarse de estos socios: la mafia calabresa, la 'Ndrangheta, es la encargada de gran parte de la distribución en Europa, pero no del transporte de la droga. De vez en cuando también Holanda y Alemania se convierten en puertos de entrada. Sin embargo y como si se cumpliera un estereotipo, casi todo llega a las rías y a los puertos gallegos.
Tres grandes clanes
Hoy existen tres organizaciones en Galicia que cuentan con la confianza de la guerrilla colombiana y que se encargan de introducir los grandes envíos en Europa. Una de ellas está liderada por uno de los narcos históricos, un viejo conocido que sigue en activo. Los otros dos grupos están encabezados por dos desconocidos cuya identidad es una incógnita para la mayoría. Uno de ellos nunca ha sido detenido a pesar de haber introducido toneladas de cocaína en Europa a través de las rías. Estos tres son, probablemente, los tres transportistas de droga más importantes de Europa.
Por debajo de estas tres organizaciones, existe un puñado de clanes que trabajan para ellos. Los más importantes son estos tres:
1. Os Lulús. El clan activo desde los años del contrabando de tabaco y dueños de la zona de la Costa da Morte: quien desee descargar droga ahí debe contar con ellos. El grupo está liderado por los hermanos García Gesto, Fernando y Andrés. En 1992 un equipo de TVE intentó hablar con ellos en Muxía y acabó huyendo del pueblo en plena noche y escoltado por la Guardia Civil.
2. Os Burros. Clan liderado por dos empresarios hermanos de Vilagarcía y que actualmente residen en Colombia. Además de una red de más de 30 empresas, estos narcos cuentan con importantes contactos en la política gallega. De hecho, fue un pinchazo al teléfono de uno de ellos el que destapó el caso Campeón, uno de los mayores escándalos de corrupción en la política gallega y que llegó a implicar al exministro José Blanco. El jefe de Os Burros fue escuchado hablando con el empresario lucense Jorge Dorribo sobre servicios para defraudar ayudas.
3. Los Pasteleros. Es el clan liderado por Óscar Rial, al que se le juzga estos días por blanqueo de capitales en la Audiencia Nacional. Rial tiene 45 años, una mansión, propiedades y empresas y sólo cotizó en su vida durante seis meses a la Seguridad Social.
Viejos conocidos como Laureano Oubiña o Manolo Charlín pintan poco ya en el negocio. Han perdido la confianza de los colombianos, que se inclinan por las nuevas organizaciones, mucho más discretas y con mayores contactos.
El perfil ha cambiado: los capos conducen ahora coches viejos, no usan teléfonos y viven en casas discretas. Es lo contrario de los pazos, los descapotables y los lujos de los años 90. La ostentación ahora está en el extranjero, con apartamentos en Dubai o mansiones en Centroamérica. En casa, los narcos pasan inadvertidos. Quien llama la atención enseguida acaba entre rejas.
Cocaína a través de empresas españolas
Dos son los métodos que emplean hoy las grandes organizaciones gallegas para introducir la cocaína en tierra. El método por excelencia en las rías siempre fueron las planeadoras o lanchas rápidas. Pero hoy están en desuso porque la policía las tiene muy controladas. La docena que los clanes tiene ocultas en Galicia están mordidas. Es decir, vigiladas por las autoridades. Los narcos apenas las sacan.
El relevo de las planeadoras lo han tomado los contenedores y los barcos pesqueros. Cuando las cantidades enviadas desde Colombia o Venezuela exceden las tres toneladas, la guerrilla colombiana usa buques que transportan gas y que pertenecen a empresas que controlan. Al encuentro de estos cargueros acuden pesqueros gallegos. El buque deja caer al mar la carga con unas boyas y el barco la recoge como si recogiese sardinas. Después, regresa a puerto.
La otra alternativa es aún más sorprendente. Las propias FARC financiaron y construyeron hace años fábricas conserveras en países latinoamericanos como Ecuador o Argentina. Esas fábricas exportan pescado y conservas a importantes empresas españolas. La droga es empacada, oculta y enviada a través de los cauces normales de envío de estas empresas: contenedores de carga en buques. Los directivos de estas empresas, nos dicen, son conscientes de este tráfico alternativo y sacan rédito de él. Hay nombres propios de empresas españolas muy conocidas.
La guerrilla indica a la organización gallega qué contenedores contienen la droga y el clan gallego se pone en marcha: a través de empleados y autoridades de los puertos gallegos a los que han sobornado, separan los contenedores señalados y los descargan. Todo con el visto bueno de la empresa.
En esta cadena de sobornos están incluidas las fuerzas de seguridad. Según las fuentes consultadas, siempre que se produce un envío, está al tanto un mando de algún cuerpo de seguridad. A cambio de mantener este flujo activo, las autoridades piden recibir información de otros envíos.
Los principales cuerpos de seguridad que luchan contra el narcotráfico niegan tajantemente este escenario. Aseguran que, si bien se producen casos puntuales de corrupción en agentes, los problemas son mínimos y ningún alto mando se ha visto implicado en pagos o corruptelas desde hace muchos años. Añaden que la lucha contra el narcotráfico en España es ejemplar y que las estadísticas demuestran que los agentes españoles son los más eficaces de Europa.
La mercancía en tierra
Una vez en tierra, los transportistas gallegos almacenan la droga en distintos lugares. Nunca la guardan junta. La tienen el mínimo tiempo posible y se la entregan de nuevo a los colombianos, que siguen la ruta habitual del pescado: la trasladan a mercados de Barcelona o Valencia. Sobre todo a este último Por eso la valenciana sea la comunidad con más aprehensiones de cocaína. Una vez en destino, los grupos colombianos la ocultan y se la venden a calabreses, turcos o ingleses, encargados de la distribución en Europa.
Muchos de estos distribuidores extranjeros viven en Barcelona, Marbella y Sevilla. España es el escenario donde todas las organizaciones tienen establecidos sus centros de negocios y desde aquí la cocaína viaja por Europa.
El dinero, en China
Al clan gallego encargado de meter la droga en tierra, le corresponde entre un 22% y un 30% del valor de la droga. Los narcos gallegos cobran ese dinero en negro y suelen ingresarlo en bancos chinos. Los colombianos se quedan el resto de dinero. Pero en lugar de ingresarlo en China, lo envían de vuelta a Colombia a través de los pilotos de vuelos comerciales que conectan Madrid con Bogotá. Por este transporte los pilotos se llevan un 15%.
Los gallegos que transportan la droga no usan el teléfono. Se comunican cara a cara o mediante notas de papel que se hacen llegar o se dejan en el buzón. El jefe de la organización se comunica con muy pocas personas encargadas de los distintos aspectos de la operación: la seguridad, el alquiler del almacén, el transporte o los contactos con autoridades sobornadas… Entre esas personas no hay comunicación. Ni siquiera conocimiento: uno no sabe lo que tiene que hacer el otro. De esta forma, se establecen cortafuegos y el capo nunca se acerca a la mercancía y mucho menos entra en contacto con ella.
Las reuniones se suelen llevar a cabo en lugares públicos como hoteles o restaurantes. Otras veces el escenario elegido es el monte, en un rincón olvidado y lejos del alcance de cualquier vigilancia.
Los narcos gallegos cambian de coche a menudo o usan vehículos alquilados. Respetan las normas de circulación para evitar ser detenidos por una patrulla y giran varias veces alrededor de las rotondas para comprobar si alguien viene siguiéndoles.
El nivel de detalle de los transportistas del narco es tal que casi todos los que caen son detenidos por blanqueo de capitales. Es casi el único camino por el que las autoridades pueden meterles mano. Los avances de la tecnología y la organización hacen que la guerra entre autoridades y narcos sea cada vez más compleja. A esa guerra le quedan muchos años por delante.
Nacho Carretero es autor del libro 'Fariña' (Libros del KO, 2015), que traza la historia del narcotráfico en Galicia desde los años 80.