Salvo un paréntesis "aleccionador", Luis Herrero (Castellón de la Plana, 1955) se ha dedicado siempre al periodismo por tierra, mar y aire. Ahora conduce el programa En casa de Herrero de lunes a viernes de 20 a 23 horas en esRadio y escribe columnas en LibertadDigital, pero ha sido colaborador habitual en tertulias televisivas y en prensa.

Pasó al lado oscuro que para cualquier periodista supone entrar en política y fue eurodiputado del PP (04-09): luego purgó el regreso a la trinchera con dosis destiladas de decepción y de arrojo. Se sintió frustrado "porque el PP que yo conocí es un partido que te pide el sacrificio de lo individual". Y tuvo que armarse de pundonor y honestidad: hay oyentes predispuestos a poner en duda su imparcialidad, lo que le obliga a un examen de conciencia constante.

Es un reputado analista político, fue un testigo privilegiado de la Transición, formó parte del denominado sindicato del crimen -el grupo de periodistas e intelectuales que se rebeló contra la "dictadura silenciosa del felipismo", al decir de su amigo Federico Jiménez Losantos- y asiste, entre fascinado y perplejo, a una precampaña política basada en la polarización del voto y la fatuidad guerracivilista.

Herrero, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Lupe de la Vallina

Hijo de Fernando Herrero Tejedor, ministro-secretario general del Movimiento en el penúltimo gobierno de Franco y gran protector de Adolfo Suárez, lo que le permitió conocer de al primer presidente de la democracia.

Recibe a EL ESPAÑOL en su emisora y nos atiende largamente para hablar de la situación política, de la Transición, de la nueva política y de la compleja relación entre el periodismo y la política.

¿Por qué Rajoy, Sánchez y Rivera rivalizan por capitalizar la figura de Adolfo Suárez?

Conforme ganamos perspectiva, más se valora la aportación de Suárez a la democracia, pero intentan patrimonializar algo que no es trasladable. La situación política no es comparable a la del 77. También hay un cálculo táctico para reivindicar el centro.

Que este PP quiera reivindicar el centro y decirse heredero de la figura de Suárez es un disparate

¿No es contradictorio reivindicar el centro mientras se trabaja en la polarización de la campaña?

Que este PP quiera reivindicar el centro y decirse heredero de la figura de Suárez es un disparate. Adolfo Suárez jamás hubiera apostado por la polarización, sino todo lo contrario. Tampoco hubiera puesto su supervivencia personal o partidista por delante de España, o a costa de poner a España en una situación de vulnerabilidad. Esto de inventarse un escenario de “o yo o el caso” no lo hubiera hecho Suárez jamás. El PP actual es la antítesis de Suárez.

El locutor, Luis Herrero, en su despacho de EsRadio. Lupe de la Vallina

¿Y el PSOE?

Pues diría lo mismo. El PSOE vive el drama de tener varias almas. Está lo que Federico [Jiménez Losantos] llama el “alma revolucionaria del PSOE”, que le empuja a pretender llegar al poder a cualquier precio. Y luego hay otra parte del PSOE, que es la que ahora representa, no sé si por convicción o por necesidad, Pedro Sánchez, que quiere un proyecto socialista para todo el país. Susana Díaz y Margarita Robles están en ese proyecto, con el que sí se hubiera podido entender Adolfo Suárez.

No hay un proyecto común de convivencia. Hacer la política que hizo Suárez del 77 al 82 es imposible

¿Ciudadanos?

En mi opinión está cometiendo un error de interpretación del momento. Adolfo Suárez y su política fueron posibles en un momento en el que había un gran consenso sobre el destino al que queríamos llegar. Salíamos de una dictadura, había que construir una democracia y todos los actores de la vida política buscaron ese objetivo. Ahora no hay un proyecto común de convivencia. Hacer la política que hizo Adolfo Suárez del 77 al 82 ahora es imposible.

El meollo de la cuestión es que Suárez desafió al franquismo por convicción democrática y ganó porque todo el mundo se sumó. Pero a partir de las Constitución, en las elecciones del 79, una vez que los partidos fueron conscientes de que ya había unas reglas de juego, todos dejaron de la do las complicidades y se sumaron a la cacería de Suárez.

Esta semana se ha cumplido un año de las municipales que abrieron las puertas de grandes ayuntamientos a los 'alcaldes del cambio'. ¿Qué valoración hace?

Esa fue una operación oportunista del PSOE, que optó por entrar en las instituciones, sin reparar en el coste para sobrevivir. La socialdemocracia en toda Europa se ha revelado insuficiente para resolver los problemas de la crisis, y en el caso del PSOE se produce el agravante de que perdió las referencias que le habían permitido ser alternativa de Gobierno.

La falta de una idea de nación y los coqueteos con ETA desconectaron al PSOE de su electorado

¿Cuándo se produce esa pérdida?

Los sociólogos del PSOE se remontan a la 'legislatura de la crispación'. La falta de criterios claros a la hora de defender una idea de nación y los coqueteos con ETA durante la época de Zapatero desconectaron al PSOE de buena parte de su electorado. El PSOE ha optado por establecer alianzas porque por sí solo no se bastaba para entrar en las instituciones. Es ahí cuando se produce su matrimonio de conveniencia con la izquierda emergente; un matrimonio inviable y absurdo, como ahora vemos.

¿Por qué es inviable?

Es un contrasentido abominar del proyecto de Pablo Iglesias, como asegura Pedro Sánchez, y al mismo tiempo mantener las alianzas con ese mismo partido y sus confluencias en ayuntamientos y comunidades autónomas. Esos maridajes no tienen futuro.

Si el PP entra en barrena no tendrá ninguna posibilidad de sobrevivir

¿Cree que en el PSOE tienen motivos para arrepentirse de esos pactos?

Muchos. Si me preguntas qué es lo que más me preocupa de la situación actual te diría que la polarización política. Pero es que esa estrategia que impulsa el PP, y que es suicida, la paga el PSOE acercándose a Podemos por miedo a diluirse. El PSOE está condenado a reconstruirse en soledad. Y al PP le va a pasar lo mismo, con la diferencia de que mientras el PSOE tiene todas las condiciones para sobrevivir, el PP, si entra en barrena, no tendrá ninguna posibilidad.

Hay gente que votará al PP, aunque hiede, porque prefiere 'a los corruptos' antes que a Podemos

¿En qué se basa para justificar esa afirmación?

Primero, porque el PP ha hecho una apuesta muy radical. El PP quiere que la sociedad le acepte como un partido tecnocrático, razonable, pero que ha abandonado sus rasgos políticos fundamentales. Hay gente que está dispuesta a seguir votando al PP, aunque hiede, porque prefiere “a los corruptos antes que a la gente esta de Podemos”. Ese voto útil es pan para hoy y hambre para mañana...

...En el momento en que esa utilidad desaparezca porque una alianza como la que intentaron PSOE y Ciudadanos sea posible, el PP no tendrá sentido. El PP corre el riesgo de ser sustituido por un partido más moderno y joven como Ciudadanos: no digo que vaya a pasar, digo que podría pasar. Y la destrucción del PP sería fulminante.

Luis Herrero, en la redacción de EsRadio. Lupe de la Vallina

Pero el mensaje de “o yo o el caos” de Rajoy está funcionando.

Sólo hasta cierto punto. Las encuestas dicen que el PP crecería en el mejor de los casos 1,5 puntos: eso es lo que da de sí la estrategia del miedo. Pero ninguna encuesta da a la combinación de PP y Ciudadanos mayoría absoluta, lo que limita su horizonte.

Un gobierno minoritario del PP con C's y la abstención del PSOE convertiría a Rajoy en un pelele

¿El 26-J podríamos asistir a otra situación de bloqueo?

Los escenarios son tres. Uno, un gobierno minoritario del PP con Ciudadanos y la abstención del PSOE, lo que convertiría a Rajoy en un pelele sin capacidad de acción frente a la oposición. Dos, un gobierno de PP y Ciudadanos al que el PSOE preste un apoyo de legislatura, algo que con Rajoy es inviable. El tercer escenario sería vernos abocados otra vez a repetir elecciones, lo que provocaría un divorcio absoluto entre la sociedad española y la clase política.

¿Hay algo de lo que llaman la nueva política que le parezca positivo?

Sí, claro. Antes de las elecciones europeas se decía que la abstención podía ser del 70%: la desafección era total por culpa de la crisis, la corrupción y la inanidad de los políticos. Entonces Podemos capitaneó el discurso del fin del bipartidismo y criticó una ley electoral terrible y el secuestro de la democracia por la partitocracia.

El mensaje del empoderamiento ciudadano y de la necesidad de ventilar las instituciones caló y sacó de la abstención a dos millones de votantes. Es movilización era transversal, no era comunista ni marxista. Gracias a ese mismo discurso Ciudadanos empezó a tener éxito. Eso ahora ha cambiado.

Podemos vuelve al discurso de izquierda y derecha. Ciudadanos está solo en las tesis de renovación

¿En Podemos?

Claro, Podemos hizo ese viaje, si situó, y ahora vuelve a la política clásica y al discurso de izquierda y derecha. Ciudadanos está solo en esas tesis de renovación. El problema es que no se plantea de momento la posibilidad de un sorpasso en la derecha, pero sí se vislumbra la posibilidad de un sorpasso en la izquierda por la descomposición del PSOE.

La paradoja es que lo que representaba IU, que ahora está en Podemos, ha pasado de representar poco a aspirar a todo.

La dote con la que Alberto Garzón llega a Podemos son esos cerca de 700.000 votos que respaldarán la coalición. Su objetivo es adelantar al PSOE, conseguir la primogenitura de la oposición: quedar por debajo del PSOE, aunque sea cerca, sería para ellos un fracaso. Lo que está en juego estas elecciones es quién lidera la oposición.

¿Habría que pedir a los partidos que dejaran de lado los vetos apriorísticos pactar con según qué partidos?

El problema es que el veto es muy concreto. De los aspirantes hay tres nuevos y Mariano Rajoy, que es un elemento del paisaje muy perturbador. El PP tienen que desarrollar una renovación interna que permita a los demás contar con él como uno más.

El guerracivilismo no se habrá superado mientras no sea normal hablar de una gran coalición

¿Por qué resulta tan fácil a los españoles dejarse arrastrar por el guerracivilismo?

Mi generación, que fue la primera en no vivir en guerra, fracasará si no consigue acabar de una puñetera vez con las dos Españas. El guerracivilismo tuvo cierta lógica porque veníamos de una conflagración terrible, pero hay que proscribir esa herencia. Nuestra obligación es acabar con esa fractura, y esa fractura no se habrá solucionado mientras en España no se pueda hablar de una gran coalición sin que a nadie se le abran las estructuras internas.

Si sacar a Franco de su mausoleo sirviera para acabar con el guerracivilismo me lo plantearía

¿Pero es posible cerrar las heridas de la Guerra Civil en un país en el que el dictador sigue en un mausoleo?

Si eso fuera eficaz, si me garantizaran que con esa medida se acababa con la división y el guerracivilismo, me lo plantearía. Pero tiendo a pensar que la propia idea de remover a un muerto de su tumba está preñada de guerracivilismo.

¿Salió decepcionado de su corta carrera como europarlamentario?

Fue un experiencia enriquecedora en lo personal, que me permitió conocer las instituciones europeas. Pero también resultó frustrante conocer la vida interna de un partido, y creo que esa decepción tiene mucho que ver con los problemas del PP. Yo creo en las personas, en los individuos, no en las estructuras. El PP que yo conocí es un partido que te pide el sacrificio de lo individual: que pienses o digas lo que quiere la organización, que no te permitas ni la discrepancia ni un discurso propio. Yo respondo a mis criterios e ideas y no quería pagar ese precio. Fue muy ingrato, y muy aleccionador.

¿Regresó marcado al periodismo?

Lo entiendo y lo respeto, y nunca me he quejado. La gente tiene derecho a pensar que cuando critico al PP lo hago por resentimiento, o que cuando critico al PSOE lo hago por mi proximidad ideológica al PP. Volví al periodismo como un hijo pródigo. Entre mis oyentes y lectores hay quienes ponen en duda mi imparcialidad y me parece muy bien porque es su derecho: soy yo quien luego apelo a mi propia conciencia todos los días.

Los lunes, en la tertulia con Federico y Pedro J., en la que ustedes a veces se enzarzan...

Peleamos pocas veces porque Pedro J. monopoliza el tiempo de forma abusiva.

No quiero acabar con la reputación de Federico, pero es una persona razonable y adorable

¿Pero hace usted de poli bueno y ellos de malos?

No, no, y no sé si damos esa impresión. La gente cree que Federico es una especie de bestia parda que come carne cruda de político a diario; y yo no es que quiera acabar con su reputación, pero lo conozco muy bien y sé que es una persona muy razonable y bastante adorable. Los amigos comunes dicen que soy el único que se permite el lujo de llevarle la contraria, algo que parece que le cabrea mucho aunque en el fondo creo que le gusta. El caso de Pedro J. es distinto.

¿Por qué?

Porque si Federico es de discutir, Pedro J. es más de pontificar con exposiciones de tesis, discursivas.

Herrero, en las instalaciones de la emisora. Lupe de la Vallina

En su libro 'En vida de Antonio Herrero' cuenta cómo se enfrentaron al felipismo. ¿La relación entre el poder ha cambiado mucho desde entonces?

Hay que situarse en el contexto de finales de los 80 y primeros 90. Había una crispación terrible, mucho más que ahora. Y si se reunían tres o cuatro personas; Polanco, Mario Conde, Antonio Asensio y el gobernante de turno, pues ahí estaban el 90% de los medios de comunicación.

Si esas personas se ponían de acuerdo había uniformidad absoluta y, frente a eso, hubo un grupo de gente que éramos la voz discrepante. Algunos de nosotros no teníamos nada que ver los unos con los otros, pero todos teníamos la voluntad de acabar con esa “dictadura silenciosa”, que es un término de Federico. El problema es que muchos de esos periodistas confundimos nuestro papel.

Algunos periodistas meamos fuera de tiesto al asumir papeles que no nos correspondían

¿Qué quiere decir?

Que muchos periodistas adquirieron un valor de protagonismo que no está reservado al periodismo. El periodista es un intermediario, no es un político bis ni un protagonista. Sin embargo, los periódicos y opinadores de aquella época se convirtieron en la verdadera oposición al PSOE, ejerciendo la labor de control que no ejercía ningún partido ni ningún político. En definitiva, meamos fuera de tiesto, asumimos papeles que no nos correspondían. Y todavía veo algo de eso en el periodismo de hoy. O eres periodista o eres político: ver, oír y contar; no sustituir.

Ahora la tarta televisiva también esta monopolizada.

Sin duda, pero las nuevas tecnologías han abierto una pluralidad que antes no existía. EL ESPAÑOL es fruto de eso.

No hay por qué tener promiscuidad con el poder para hablar de los poderosos

¿Y la relación con el poder cambia en este nuevo escenario?

Vamos a ver, voy a ser muy claro. Yo dejé el Parlamento Europeo hace siete u ocho años. Pues en todo este tiempo no he podido hablar con ningún ministro del Gobierno; algunos excompañeros míos. ¡No he podido entrevistar a nadie del stablishment del PP nunca en ocho años! A mí eso me divierte porque me coloca enfrente del poder. No hay por qué tener promiscuidad con el poder para hablar de los poderosos. Se puede ejercer periodismo a mucha distancia del poder.

¿Los dirigentes de la oposición le atienden mejor que los del PP?

Los políticos no hablan con los periodistas, hablan con los medios. Cuando hacía el programa de la COPE yo era el mismo y siempre querían venir, por lo que representaba la cadena. Ahora hago las mismas cosas desde una emisora más pequeña y muchos deciden no venir. Pedro Sánchez no ha querido venir. Rajoy tampoco… Muchos periodistas creen que son más listos, más guapos y más capaces que el resto cuando la verdad es que el mensaje es el medio.

Iglesias es un vendedor de alfombras: domina la mercadotecnia, pero a mí me interesa el producto

¿Como político qué le parece Pablo Iglesias?

Un vendedor de alfombras; y me admira que un tipo tenga la habilidad de saber vender cosas. Iglesias domina la mercadotecnia, pero a mí me interesa el producto, no el vendedor.

¿Por qué los políticos españoles hacen política en Venezuela?

Por los intereses no ya empresariales y culturales, sino también vivenciales, entre España y Venezuela. La oposición venezolana siempre ha implorado ayuda a España. Conocer la oposición venezolana y no solidarizarse con ella es imposible. Me ofende que haya personas que defiendan el chavismo.

Cuando yo volví expulsado por el régimen hubo quien me acusó de criticar a una democracia, pero eso tiene de democracia lo mismo que yo de cardenal renacentista. Hay personas que creen que la revolución bolivariana tiene en su germen la redención de los oprimidos.

No puedo respetar a alguien que después de mirarse en el espejo de Venezuela se haya encontrado guapo

¿Como Podemos?

Esa es la esencia de Podemos, que quiere trasladar al lenguaje europeo y a este momento histórico el modelo. Yo no puedo respetar a alguien que después de mirarse en ese espejo se haya encontrado guapo.

¿Cómo ve el futuro de Europa?

Yo llegué al Europarlamento con la estúpida idea de que la construcción europea conllevaba una renuncia de los países miembros a una parte de su soberanía. Para mi sorpresa, las invocaciones más repetidas eran el principio de subsidiariedad y la singularidad de cada país. Europa no tendrá arreglo mientras no cambie esa mentalidad y no se produzca esa cesión de soberanía.

Europa se ha convertido en una maquinaria hipócrita. La crisis de los refugiados es una prueba evidente. Dejamos la solución en manos de Turquía, que es un país en el que no se respetan los derechos humanos. Yo no tengo una receta mejor, pero no la vendo.

La Comisión Islámica ha pedido que se cambie la fecha de la selectividad para no hacerla coincidir con el ramadán. ¿Debe ser el Gobierno sensible a demandas de colectivos tan importantes, siendo contribuyentes como el resto y en muchos casos conciudadanos?

Puede haber argumentos en uno y otro sentido. Pero en la civilización occidental hay un problema de pérdida de conciencia de lo que somos: o recuperamos la conciencia de nuestra identidad o la perderemos. Prefiero el modelo asimilacionista francés.

La monarquía tendrá futuro si es eficaz. España no es un país monárquico

¿Tiene futuro la monarquía o el rey emérito abdicó tarde?

La monarquía tendrá futuro en la medida en que sea eficaz. España no es un país monárquico. A los monárquicos les gusta decir que la monarquía la trajo Don Juan desde Estoril, pero lo cierto es que los juanistas, como los socialistas, brillaban por su escasez. Juan Carlos I tuvo el acierto y la inteligencia políticas de apuntarse como capitán de un proyecto que consistía en abandonar la dictadura y abrazar la democracia. Los dos grandes pilares de la democracia fueron, por este orden, el rey y Adolfo Suárez. La monarquía fue aceptada y luego respaldada porque los españoles entendieron que era útil.

Luego todo cambió.

Luego Juan Carlos I se convirtió en un rey campechano dedicado a sus amores y a sus negocios particulares, lo que puso esa monarquía al borde de la muerte. Yo creo que Felipe VI ha empezado con muy buen pie y muchas ganas de acertar.

Suárez le pidió al rey que abdicara: cuando me lo contó se lo dicté a Carmen Martínez Castro                  

En su libro 'Los que le llamábamos Aldolfo' reveló que Suárez pidió al rey que abdicara en el 94. ¿Por qué causó aquello tanto revuelo?

Yo me limité a poner negro sobre blanco una conversación que me impactó. Recuerdo el lugar, el tono, los detalles. Me impresionó tanto que salí del despacho de Adolfo y, para que no se me olvidara nada de lo que me había contado, le dicté a Carmen Martínez Castro, que ahora es secretaria de Estado de Información y entonces era subdirectora en la COPE, la conversación en caliente. Me impresionó aquel ejercicio de sinceridad tan lúcido.

[Luis Herrero es autor de los libros de memorias Los que lo llamábamos Adolfo (2007) y En vida de Antonio Herrero (2008) y de las novelas negras El tercer disparo (2009) y Los días entre el mar y la muerte (2011)]

El periodista Luis Herrero. Lupe de la Vallina

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