Mánchester

En la mayoría de restaurantes, ver un bicho en tu comida es razón suficiente para mandar el plato de vuelta a la cocina. Sin embargo en Favelas, un establecimiento de moda en pleno corazón de Mánchester, este es justamente el atractivo del menú.

El restaurante de influencia brasileña, ubicado en uno de los barrios más hipsters de la ciudad, ha lanzado su apuesta más arriesgada justo a tiempo para las fiestas de Navidad. En vez de cordero, pavo y langostinos, en su nueva carta de bichos, que estará disponible todo el mes de diciembre, los clientes podrán encontrar tacos rellenos de grillos con gusanos y cebolla dulce, rollitos crujientes de gusanos búfalo, hamburguesa gaucho con repollo y saltamontes fritos, arroz de frijol negro picante mezclado con insectos… Y para dar un toque dulce a la cena, nada de turrones o polvorones, sino una selección de cócteles: los afortunados consumidores podrán elegir entre el Caramel supreme (vodka, vainilla, amaretto y saltamontes cubiertos de caramelo) o el Tres Coops (mezcal, zumo de lima y gusanos flotantes).

¿Se convertirá en tendencia? A primera vista, parece complicado. Sin embargo, el chef encargado de diseñar los platos, Austin Fletcher, nos asegura que los beneficios nutritivos de este tipo de dieta son incuestionables y afirma que, aunque escéptico en un principio, los bichos han resultado saber mucho mejor de lo que esperaba. Es imposible resistirse ante semejante recomendación. Estaré en primera fila la noche de la inauguración de este exótico menú navideño.

El cóctel de gusanos flotantes.

Mariposas (y gusanos) en el estómago

El objetivo es probar la mayor cantidad de platos posible, así que decido no llevar a cabo esta aventura sola. Como acompañante elijo a un amigo inglés, ya que deduzco que la diferencia de sabores entre la comida inglesa a la que está acostumbrado y un menú compuesto por bichos tampoco debe ser mucha.

Favelas tiene una atmósfera indudablemente hipster. La poca iluminación del restaurante y el grupo de música que toca los últimos hits brasileños a todo volumen hacen difícil mantener una conversación o ver la comida, aunque esto último quizás sea lo mejor. La camarera que nos sienta nos ofrece un menú y mientras nos embarcamos en la difícil tarea de qué elegir, pido uno de los cócteles de la carta: el Tres Coops, una mezcla de alcohol, zumo de lima y gusanos. La camarera me mira con cara de “estás segura” y toma nota. Mi amigo, que es un cobarde, pide una cerveza.

La elección es dura: ¿tacos rellenos de grillos con gusanos y cebolla dulce o rollitos crujientes de gusanos búfalo? Al final decidimos pedir los tacos de grillos, la hamburguesa con repollo y saltamontes fritos, y por si nos quedamos con hambre, el arroz de frijol negro picante mezclado con insectos. Le pregunto a la camarera si tienen la hamburguesa de tarántula, uno de los platos anunciados en el menú online. La camarera nos dice que esta noche no, que a lo mejor más adelante. Nos quedamos un poco decepcionados pero también bastante aliviados.

Los grillos que saben a bacon

Una vez tomada la decisión, solo queda esperar. Lo primero que llegan son las bebidas. La camarera que me trae el cocktail lleva el vaso lo más lejos posible de su cuerpo, lo que no resulta especialmente tranquilizador. Realmente no la puedo culpar, ya que nunca he visto una bebida con una pinta tan asquerosa: cuando coges el vaso parece que los gusanos están vivos y van a saltarte a la cara. Después de pincharlos varias veces con el tenedor para comprobar que están realmente muertos, me animo a dar un sorbo. Lo mejor del “Tres Coops” es indudablemente el alcohol: a los cuatro sorbos ya casi se me han olvidado los gusanos y qué hago en este restaurante.

La comida tarda bastante en llegar, hasta el punto que nos empezamos a preguntar si están cocinando los bichos o es que los tienen que capturar primero. Tras cuarenta minutos de espera, la camarera aparece con los tacos de grillo. Visualmente el plato es bastante apetecible, ya que los insectos están escondidos dentro de los tacos, lo que es muy de agradecer. No ver lo que estamos comiendo nos anima un montón y procedemos a devorar el plato. Sorprendentemente los grillos saben a bacon, y una vez te recuperas de la impresión de que te estás comiendo a Pepito Grillo, la verdad es que están bastante buenos.

Tacos de grillo. Julia Tena

Desgraciadamente, los saltamontes de mi hamburguesa son perfectamente visibles. La forma del saltamontes es bastante distintiva por lo que tampoco hay forma de engañarse. Intento comer la hamburguesa de varias maneras: pan con saltamontes, saltamontes con repollo, y al final decido que lo que está más bueno es el pan solo. Por lo menos en este restaurante no creo que me vayan a preguntar por qué me he dejado comida en el plato.

Lo último en llegar es el arroz de frijol negro picante mezclado con insectos. En este punto de la noche ya deberíamos estar curados de espantos, pero aún así resulta difícil meter el tenedor entre la marea de bichos. Decidimos aplicar la lección aprendida con los grillos y escondemos los insectos entre el arroz. La sensación es de estar comiendo arroz con gusanitos de goma, por lo que nos quedamos mucho más contentos.

El chef que tiene miedo a los arácnidos

Salimos del restaurante convencidos de que la ignorancia es la felicidad. Ninguno de los platos era tan horrible como esperábamos, y aunque no tengo ninguna intención de sustituir los langostinos de este año por saltamontes y grillos, lo que está claro es que lo más difícil de comer un gusano no es el sabor sino saber que te estás comiendo un gusano a propósito.

El chef Austin Fletcher está de acuerdo en que la dificultad consiste en que la gente supere las apariencias. “Cuando el director del restaurante me propuso la idea, no me hizo mucha gracia. Nunca había hecho nada parecido. Mi primer objetivo era que los platos no diesen demasiado miedo”, dice el día siguiente de la inauguración, mientras me enseña el congelador donde guarda su provisión de insectos. Austin compra todos los bichos online, y asegura que no son particularmente baratos.

Los bichos congelados del chef. Julia Tena

De todos los insectos, los grillos son sin duda los más populares. “Son los menos chocantes y saben bastante bien. Además no son tan visualmente llamativos”. A Austin le sorprende el recibimiento que han tenido sus platos. “¡La gente los está pidiendo! Quién sabe, a lo mejor hay un futuro en esto”. El chef explica que los insectos tienen mucha proteína y pocas calorías, por lo que una dieta de bichos tiene ventajas tanto ecológicas como nutricionales.

¿Y qué pasa con la hamburguesa de tarántula? ¿Llegará a tiempo para la Navidad? “La gente lo está pidiendo, pero es que tengo miedo a los arácnidos”, dice riendo. “Pero si hay demanda, habrá que hacerlo. O lo mejor una hamburguesa de escorpión. Al principio era difícil estar motivado con el menú, pero ahora tengo muchas ganas de seguir probando cosas”.

El chef del menú de bichos Austin Fletcher. Cedida

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