Las limusinas están demodé. El culo se te hunde en el asiento trasero del Mercedes Negro de Clase S Berlina y cuando quieres salir te sientes centenario. Y a los abuelos no les hacen fotos en la puerta de los desfiles. Así que ¡Aúpa! las furgos. Nada como una Volkswagen. No hay mejor transporte en una fashion week que una furgo con router para el wifi, un buen equipo de audio (Harman Kardon), agua frizzante San Pellegrino y un buen equipo a bordo dispuesto a empaparse de las tendencias de la temporada.
Escribo esto a bordo de la furgo que nos traslada de desfile a desfile en un Milán soleado pero gélido que presenta las tendencias del invierno 2018. Cinco días, ocho desfiles al día, más de 40 presentaciones y hasta diez cenas (puede haber dos al día) en menos de 72 horas. Y cientos de kilómetros entre una cita y otra. Pero... ¿De qué hablamos en la furgo durante la fashion week? Te invito a escuchar si sigues leyendo.
1.- El tema por antonomasia es el chófer. Que si nos entiende o no. Que si gusta más o menos que el de los desfiles del año pasado. Que por qué el del año pasado nos ha traicionado y se ha ido con los antipáticos de Wallpaper. Pasados los primeros escarceos la valoración del chófer se rige bajo dos parámetros: si sabe encontrarte rápido cuando sales (se espera que en Milán el mercurio marque 7 grados bajo cero la próxima semana) y sí sabe encontrar un café cercano donde tomarse un ristretto cuando tú se lo pidas. El mantra dice que siempre se espera que el chófer de la próxima fashion week sea mejor que el de esta, pero en la próxima siempre se añora al que tuviste. Recuerda que todos hacen como que no te entienden pero todos capisce.
2.- Yonkis del WIFI. Lo somos todos y tú lo sabes. El WIFI es la diálisis del siglo XXI, el verdadero opio del pueblo, la metadona del cronista. En la furgo se crítica a las marcas a las que no les funciona el WIFI. Aún no hemos asimilado que compañías como Vodafone ofrecen tarifas planas sin roaming para Europa. Y los que lo sabemos sufrimos la precaria red italiana de teléfono. Una marca (y les pasa a todas) que organiza un desfile, propone un hashtag pero luego su red se colapsa y provoca tal ansiedad en los que venimos a instagramearlo todo que al subir a la furgo se escuchará: “Porca miseria el wifi de...” (disculpen que no me retrate).
3.- Repaso anual a la Feria Pitti Uomo. La mayoría de los invitados a los desfiles de Milán (masculinos) han pasado antes unos días en la Florencia en la feria Pitti Uomo. Los que van por primera vez (en la feria se presentan las marcas que no juegan en la costura y no desfilan) no olvidarán nunca los looks que se ven allí. En la furgo se recuerdan las distintas tipologías de asistentes a Pitti, generalmente compradores o propietarios de tiendas que se visten mucho más extravagantes que los que venimos a los desfiles. Puedo garantizar que mis compañeros de furgo no se han vestido tan exagerados como el que pasó más desapercibido hace unos días en una heladora Florencia.
4.- De la competencia. De los colegas. De los “colegas” de la competencia. “No me gustó nada como iba ayer vestido fulanito...” es una frase que se repetirá decenas de veces a lo largo de los cuatro días. Para a continuación resaltar sus valores personales ante el miedo a haberse pasado con la crítica. Normalmente la crítica, tras haber dado un repaso 360 grados a los compañeros, acaba con la misma pregunta: “¿ Y en los desfiles de mujer es igual?” Peor, es peor, se congelan, no llevan medias, llevan muy poca ropa y el despelleje en la furgo es... el mismo.
5.- De la cena organizada el pasado jueves por T Magazine (ti magazine), la revista de The New York Times, en la embajada americana. Hola.com tituló la crónica. “¿Qué hacían la Baronesa Thyssen, Carlos Herrera, Andreu Buenafuente y Miguel Ángel Muñoz en la Embajada Americana?” La cena privada organizada en casa de James Costos y Michael Smith fue el primero de los actos para presentar la llegada de @TMagazineES.
Entre los asistentes Risto Mejide, un Carlos Herrera que se levantaba al día siguiente a las 03.00 am, Carmen Thyssen, Alfonso Rodés, Soledad Lorenzo, Sibylla, el presidente de Rolex, Pascua Ortega, Carlos Urroz, Kike Sarasola, Ignacio Escolar, Jaime Hayón, José Gandía Blasco, Silvia Abril, Toni Segarra, José Azulay, Fernando Yarza, Javier Cremades, Rafael Ansón, Tomás Alía, el Secretario de Estados de Exteriores y así hasta 70 invitados. Fue una despedida al equipo de Obama, James Costos había estado esa mañana con el Rey Felipe VI, y la calurosa bienvenida a la revista de la que todo el mundo hablará en 2017. Su pareja el diseñador Michael Smith lució unos zapatos de Tom Ford que fueron lo más chic de la cena.
6.- De las fiestas. La de anoche en Milán fue la primera. La organizó Zegna para presentar la primera colección de su diseñador Alessandro Sartori, un hombre que viene de Berlutti pero que ya había trabajado para la firma legendaria de Ermenegildo. Durante toda la fashion week hay fiestas, más o menos locas, y en la furgo son motivo de conversación. “¿Vas a ir?”. “¿Cómo fue ayer?”. “¿Sabes quien lo dio todo, pero todo, todo…” (Esta respuesta enlaza con el punto cuatro en la especialidad de despelleje de la competencia). La de Dolce y Gabbana, repleta de hijos y de nietos con apellidos ilustres, en el Martini bar, tuvo lugar anoche.
7.- De las exposiciones. Entre desfile y desfile, entre canapé y canapé o le das de comer al intelecto o feneces. En Milán mis compañeros de furgo y yo ya le hemos echado el ojo a dos. En el Palazzo Reale hay una retrospectiva sobre Katsushika Hokusai que se anuncia por toda la ciudad con su famosa ola. Si sacamos tiempo también nos acercaremos a ver al maestro Robert Frank y su legendaria The Americans. Y de paso compramos algunos souvenirs en las tiendas del museo y nos sentimos más cultos.