En 2014 arrancó el proyecto de iDental con su primer centro en Alicante. Un colosal edificio en el que se impartían cursos de posgrado para protésicos dentales y odontólogos, al tiempo que se les brindaba la oportunidad de hacer prácticas con pacientes reales. La idea del doctor Antonio Javier García Pellicer es un éxito materializado en nada menos que 26 centros repartidos a lo largo y ancho del país.
Aseguran haber atendido ya más de 250.000 bocas. Sus centros cuentan con los últimos avances tecnológicos en cirugía oral avanzada, tienen sus propios talleres para la realización de prótesis y una media de 250 trabajadores. Su fundador bautizó el concepto como "asistencia dental social", debido a sus ayudas económicas. Asegura que desde entonces ha supuesto un gran aporte al bienestar social, tanto en el campo de la formación como en el terreno de la atención sanitaria, especialmente ayudando a los más desfavorecidos. De hecho, han firmado acuerdos de colaboración con entidades como la Fundación para el Secretariado Gitano, con Cáritas Diocesana y con Cruz Roja Española.
Aparentemente, todo son buenas noticias. Pero hay varios aspectos que no terminan de convencer a muchos. Para empezar, es extraño que en la mayoría de las intervenciones de una clínica benéfica incluyan cirugía avanzada de última generación. En un negocio tan lucrativo como el de los implantes, tanta bondad es difícil de entender. Las dudas son muchas. Cómo logran precios tan baratos como para incluso regalar prótesis, de dónde salen esas subvenciones que siempre están a punto de agotarse, qué materiales emplean para sus trabajos.
Hablan los expertos
Los colegios oficiales de todo el país están alarmados ante el elevado número de reclamaciones que reciben. Los dentistas tradicionales incluso constituyen plataformas como Dentistas Unidos para defenderse de las macroclínicas dentales que les comen terreno. Según declaraciones a EL ESPAÑOL del presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Odontólogos, Óscar Castro, "el fenómeno de este tipo de empresas que no hablan de salud sino de implantes sí o sí es alarmante. "Desde el primer día se interesan más por el presupuesto que por la diagnosis".
Estas afirmaciones surgen al término de un año en el que iDental ha conseguido batir todos los récords en volumen de reclamaciones. Enrique Llobell, presidente Colegio Oficial de Odontólogos, apunta lo siguiente: "A día de hoy, el Ilustre Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Valencia (ICOEV) ha recibido en un año 20 reclamaciones formales de pacientes de la clínica iDental de Valencia. Es la primera vez en la historia que una sola clínica congrega tal número de reclamaciones de pacientes en solo un año".
En Valencia, el megacentro de atención dental es grande hasta el punto de tienen un laboratorio y taller de prótesis, zona de consultas odontológicas, aulas de aprendizaje y zona administrativa y hasta hace un año también tenían habilitada con camas la última planta como residencia de estudiantes en prácticas. El ayuntamiento puso fin al uso de residencia que se daba a esa planta al negar la cédula de habitabilidad como vivienda, porque es una actividad incompatible con la de un centro de salud. En Valladolid, el colegio oficial de la provincia llegó a cerrar un centro a iDental porque las instalaciones carecían de licencia de apertura, pero además veían serias irregularidades en la publicidad de subvenciones de un millón de euros para atención dental.
En ocasiones no son solo los pacientes, sino incluso los trabajadores de los centros los que elevan sus quejas a los medios, a los colegios o a los tribunales, como es el caso del ortodoncista canario Castor Benítez. Él prestó sus servicios en iDental desde marzo del 2015 a septiembre de 2016.
Castor: "Tuve que cubrir cagadas"
Castor Benítez cuenta su experiencia: "Lo peor que vi en mi trabajo es que me pidieron dos veces que encubriera cagadas de otros doctores sin decir nada a los pacientes. Me explico: en ambos casos pedí que extrajeran algún diente para hacer el tratamiento de ortodoncia. En estos casos el doctor de turno quitó otros dientes que no eran los señalados, dientes que estaban sanos, teniendo después que quitarle, además, los que realmente teníamos previstos. El caso es que teníamos que colocarle unos implantes que no le hacían falta en un principio. A mí me pedían que me inventara algo para excusarnos o que lo dejáramos correr mientras el paciente no se diera cuenta. Por otro lado, han perdido todos los registros de mis pacientes de ortodoncia. Me he encontrado empastes tan mal hechos que hasta un niño de quince años los habría hecho mejor. Y he utilizado material de cirugía supuestamente esterilizado pero con restos de sangre. También me ha llegado material para colocar que había caducado hacía ya varios años".
Francisco Eugenio: "Me negaron la ayuda"
Francisco Eugenio González Pérez llegó a iDental el 5 de mayo 2016 y allí tras hacerle una revisión, le dieron un presupuesto y posibilidad de financiarlo. A él la clínica le dio buena impresión porque se anunciaba como de "ayuda social", e incluso tenía un autobús a disposición de los clientes que los recogía desde Méndez Álvaro. Cuando por fin se decidió, empezaron los problemas: "Me negaron la financiación, incluso presentando un aval de mi madre. Tras varios días de negociación, llegaron a aceptar un pago fraccionado de mitad y mitad pero en efectivo".
Realizó entonces el pago de una mitad y le dieron instrucciones para que solicitase la primera intervención por correo electrónico. Envió el correo y quedó a la espera de que le dieran cita. Nadie le llamaba ni respondía. "Mandé más correos y llamé varias veces. Finalmente fui a la clínica de Rivas y por fin concertaron mi cita". Dice que, a pesar de no haberle dado ningún tipo de ayuda, el primer pago que realizó quedó registrado en concepto de "ayuda".
A medida que pasaba el tiempo, empezó a gustarle cada vez menos la decisión de arreglarse allí la boca. "Me daba cuenta de que el personal era demasiado joven e inexperto, las sesiones eran agotadoras y escuché al personal hablar de que entraban a las nueve de la mañana y a veces salían a la una de la madrugada. Descuidaban las medidas de higiene. De hecho, vi a un paciente entrar en mi box persiguiendo a toda prisa a un odontólogo porque recogió el instrumental con el que le acababa de atender para emplearlo conmigo sin desinfectarlo. La prisa era para evitarme el contagio de una enfermedad que padecía".
Raquel: "Me quitaron todos los dientes"
Raquel González Mulero cuenta su experiencia así: "Cuando acudo a otros dentistas pidiendo ayuda nada pueden hacer, ya que los tornillos que usan son de importación, y no siguen el canon de los útiles comunes de España".
Acudió a la clínica iClinic del doctor García Pellicer, en Elche, en diciembre. Tenía un puente de cuatro piezas, pero le faltaban dos muelas que quería ponerse. "Esa era mi idea inicial hasta que entre un médico de la clínica y una comercial me convencieron de que me quitara también el puente y lo sustituyera por implantes. Además, si lo hacía así, tras el tratamiento me harían una limpieza bucal".
Los autores de este reportaje han intentado contactar en varias ocasiones con el doctor García Pellicer a través de iClinic para conocer su versión de los hechos. El requisito era enviar un correo a modo de solicitud, y así se hizo, pero nunca obtuvieron respuesta.
La comercial habló de precios y de ofertas, y comentó que justo en ese momento tenía acceso a unas subvenciones del 80% de descuento si las contrataba de inmediato. "No me dieron la opción de pensármelo. Les dije que sí, y tras llevarles los documentos que me pedían, como nóminas, pensión, recibos de agua y luz, padrón, libro de familia... comenzaría el tratamiento". Aún hoy sigue preguntándose por qué tienen que tener documentos personales de su unidad familiar, por ejemplo, si son subvenciones sociales como ellos mismos anuncian por televisión.
El 9 de enero acudió a la intervención para que le sustituyeran los implantes. "Llevé la medicación que me pedían [Augmentine y Forticortín]. Me dieron una hoja para que firmara el consentimiento que no me dio tiempo ni a leer, ya que, acto seguido, entró el odontólogo diciendo que íbamos a empezar. Al acabar, mi sorpresa fue mayúscula. No tenía ni una sola pieza. ¡Me habían quitado todos los dientes!".
Era un dentista al que no había visto nunca. No era el que estaba siguiendo su tratamiento. Raquel notó que le estaba quitando piezas de la boca, pero entre la anestesia y el valium que la enfermera le dio para que estuviese tranquila no sabía qué le estaba haciendo. "Me hizo mucho daño. Sentí mucho dolor y mucha angustia, hasta el punto de que cuando estaban poniéndome algo, imagino que un implante, me desmayé. Me pasaron a una sala para descansar. Momentos después fui al baño y cuando me vi la boca no tenía dientes".
Exigió hablar con el odontólogo que le operó, pero él no sabía nada. Dijo que se había limitado a realizar el tratamiento que el médico anterior le había indicado, que era un "fast sup". "Después de la brutalidad de dejarme desdentada, no me hicieron
ninguna revisión hasta los diez días, en los que sufrí un derrame en los ojos y una desfiguración facial que aún hoy persiste. Aseguraron que todo se arreglaría, que iba a quedar 'superbien' después de tres meses, cuando me pusieran las prótesis definitivas".
Nunca ocurrió. Seis meses después descubrió que la clínica había cambiado de nombre. Ahora se llamaba iDental y estaba llena de jóvenes empleados que nunca había visto antes. El propietario, eso sí, continuaba siendo el doctor García Pellicer. "Las personas que me atendían ahora, lo hacían sin guantes ni mascarilla, comiendo chicle encima de mi boca y sin ninguna educación. Me quejé a una de las empleadas pero me dijo que eran nuevos y que les faltaba práctica. Se les oía discutir sobre las horas que hacían y las tareas que le encomendaban".
Después de casi diez meses, Raquel acabó con una anemia y con una prótesis de resina nada higiénica. "Oclusiona mal con mis dientes de abajo y no me deja comer bien. Continúo con muchísimo dolor y, por si esto fuera poco, cuando acudo a otros dentistas pidiendo ayuda me dicen que no pueden hacer nada: los tornillos que usan son de importación y no siguen el canon de los útiles comunes de España. Busqué un abogado para tramitar una denuncia en los juzgados, y al pedirles el historial clínico se excusaron con que lo habían perdido en el cambio de clínica".
Raquel S.: "Me han arruinado la vida"
Este es el caso de Raquel Silva Sanromán: "Tengo la prótesis fracturada, no oclusiona [muerde] bien y encima estoy condenada a llevarla de por vida".
"Me dirigí a iDental por su publicidad masiva, en Las Palmas se anunciaba como una clínica vanguardista y revolucionaria que venía a cambiar la vida de aquellos que nunca se habían podido costear un tratamiento dental. Pedí cita y elaboraron un presupuesto que ascendía a 12.170 euros, pero me aplicaron un descuento del 85%, dejándolo así en 1.825,50 euros. No daba crédito. Una boca nueva a estrenar, estética y funcional, por un precio tan bajo. Me sugirieron que me decidiese en menos de 24 horas, porque si en un día no aceptaba, mi presupuesto subiría considerablemente. Acepté y fui a pagar una primera cuota de 456 euros. En vez de ponerme seis implantes provisionales de material acrílico para luego ponerme los definitivos, se equivocaron y me colocaron una prótesis acrílica con cemento definitivo. Por si fuera poco, tampoco está con la angulación correcta. Por ello, ahora la tengo fracturada, no oclusiona bien y encima estoy condenada a llevarla de por vida. A mi edad, si me la quito, mi hueso casi seguro que no volvería a regenerar como para soportar unos nuevos implantes. No solo me siento estafada, siento que han arruinado la vida".
Hasta ahora, no obstante, la opinión pública no tiene una mala idea acerca de iDental. Los pacientes que han tenido experiencias negativas se resisten a denunciar en los juzgados. Solo elevan sus quejas en forma de hojas de reclamación ante la oficina del consumidor o ante el colegio oficial de su provincia. Denunciar no está al alcance de todos, y de los más desfavorecidos, menos. El Consejo de Dentistas de España asegura que está tomando cartas en el asunto, aunque todavía no se ha llegado a tramitar denuncia alguna. Pero lo cierto es que iDental no es la única que está en el punto de mira. Ha habido casos anteriores, como los más sonados de Vitaldent por el fraude fiscal de su ideólogo, o Funnydent, con su repentino cierre por bancarrota total.
Caso Vitaldent
Según Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas de España, "esta es otra forma poco ética y peligrosa de hacer intrusismo es la de protésicos dentales que fundan clínicas, poniendo al frente de las mismas a un odontólogo, pero con el fin de luego dedicarse ellos mismos a atender a los pacientes". "Aquí la barbaridad es doble, porque para abrir una clínica dental es preciso que el 51% de los socios sean odontólogos colegiados, y porque las bocas de los pacientes solo pueden ser intervenidas por médicos odontólogos, no por protésicos, excepto cuando sea estrictamente necesario y solo para realizar mediciones o ajustes en las prótesis dentales", añade.
Vitaldent fue fundada por el protésico uruguayo Ernesto Colman en los años 90. A partir de un primer establecimiento en Madrid y su concepto "dentistas para todos a pie de calle", esta franquicia ha llegado en la actualidad a superar las 450 clínicas entre España e Italia. De ellas, 80 son propiedad del grupo Vitaldent y el resto franquicias. El modelo empresarial fue pionero en el concepto de "salud dental para todos los bolsillos" y funcionó gracias a la idea de ofrecer un buen descuento solo cuando, tras una primera revisión y un presupuesto gratuitos, el paciente aceptara un arreglo integral de su boca.
El escándalo en este caso saltó porque responsables de varias franquicias denunciaron que el grupo les exigía cobrar los tratamientos en metálico para poder pagar "en negro" la comisión de un 10%. Tras la denuncia se produjo la detención de Ernesto Colman y la cúpula directiva. Fue un duro golpe a los 80 centros propiedad del grupo y más que un contratiempo en los tratamientos de todos los pacientes. Los 7.000 empleados del grupo también ven peligrar sus trabajos.
Los franquiciados, sin embargo, han continuado trabajando con absoluta normalidad. Hace algunos meses, la gestión del Grupo Vitaldent, por designación judicial, se ha encomendado a la firma de servicios profesionales Deloitte que, a través del administrador judicial Senén Touza, vela por el buen funcionamiento de la empresa. A finales de octubre, el empresario Javier Botín se hizo con el control del 70% de las acciones de Vitaldent. Una entidad financiera británica adquirió el 25%, y entre antiguos directivos del grupo y varios propietarios de franquicias se han repartido el 5% restante.
Caso Funnydent
Según Óscar Castro, el pinchazo de la burbuja dental en España se debe a que "han surgido cadenas de clínicas gestionadas de un modo exclusivamente empresarial". "Se les ha ido de las manos hasta el punto de haber tenido que cerrar. Los implantes no se deben vender como se está haciendo, porque hay una diferencia abismal entre unos y otros. Además, decir implante es como decir coche: los hay de 6.000 euros y los hay de 600.000", añade.
El caso de Funnydent consiste en otro "modelo empresarial" con un desenlace de cierre por quiebra. Las nueve clínicas fueron fundadas y gestionadas por Cristóbal López Vivar, un empresario del ocio nocturno, de la ruta del bakalao y de la construcción. Tras una primera inversión, su red de centros de salud dental creció como la espuma hasta alcanzar un valor cercano a los ocho millones de euros, y un volumen de pacientes en tratamiento superior a 3.000 personas. Entre sus campañas de marketing llegó a ofertar tratamientos gratuitos para funcionarios y sindicatos. Esto sucedió cuando ya varios de sus empleados no cobraban sus nóminas porque la empresa carecía de liquidez.
Tras un fracasado intento de vender la empresa por seis millones de euros, Cristóbal López cerró por sorpresa sus nueve centros Funnydent y declaró en quiebra la empresa societaria Éxito Dental 2012, desde la que gestionaba toda la actividad como administrador único. Los empleados se vieron en la calle de la noche a la mañana, y más de 2.000 pacientes, con sus tratamientos a medias. Cristóbal López ingresó en prisión acusado de varios cargos, entre otros, estafar 8,8 millones de euros en tratamientos sin realizar y nóminas sin liquidar.
En la actualidad, todavía hay más de 2.000 pacientes afectados por el cierre de Funnydent. Muchos han constituido plataformas de afectados en Facebook.
Una de las afectadas es Rosario Sánchez Moreno, que pagó 17.000 euros a Funnydent por un trabajo no terminado y se quedó sin dientes. Pero esta mujer, desesperada, acudió a otra clínica para remediar su estado, la clínica Steiner, con la que se retomó su tratamiento. Firmó un crédito para pagar los 10.000 euros del nuevo presupuesto, y un día se encontró con que la clínica había cambiado de dueños, de nombre y de personal. Nadie se responsabilizaba ya de los pacientes de Steiner, y Rosario se ha quedado con unos dientes provisionales con los que no puede masticar, letras de dos créditos por valor de 27.000 euros y dos denuncias por estafa.
Caso Ceio
Esta cadena de clínicas dentales opera en varias provincias españolas. Forma parte de una red de empresas dedicadas a la práctica odontológica propiedad de varios socios entre los que figura, al menos, un joven dentista de amplia formación y avanzados logros en técnicas de implantología dental: el doctor Zaera Le Gal.
Hace algunos meses, el Consejo General de Dentistas solicitó a las clínicas Ceio (Centro de Implantología Oral Europeo) y a Telecinco la retirada inmediata de la publicidad que emitían: usaban testimonios de personajes famosos, como Jorge Javier Vázquez en su programa Sálvame, para anunciar sus servicios odontológicos.
En un comunicado, los dentistas afirmaron que esta práctica publicitaria de recurrir a famosos para incrementar las ventas vulnera el Real Decreto 1907/1996 de publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria. Jorge Javier Vázquez anunciaba en su programa implantes a coste cero. Igualmente, en los últimos tiempos el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Valencia (ICOEV) confirma que "constan denuncias de profesionales, que prefieren mantener su anonimato, en relación a la clínica Ceio de Valencia. Según se nos ha comunicado la atención a los pacientes no es adecuada y se prolonga preocupantemente en el tiempo debido a una gestión de personal no adecuada".
Uno de los pacientes afectados por Ceio que ya ha denunciado es Joaquín Martínez Juan. Comenzó un tratamiento bucodental que duraría 23 meses, pagando 330 euros al comenzarlo (mayo del 2015) y comprometiéndose a abonar otros 80 cada mes que tuviera que volver a una consulta. Todo iba bien hasta que en mayo de 2016 el centro dejó de darle cita porque la única doctora que atendía estaba de baja médica. Cada mes, Joaquín se encontraba con la misma respuesta: no podían atenderle porque no había odontólogo. En julio presentó una hoja de reclamaciones que de nada serviría. La doctora seguía de baja, pero la clínica no procuraba ninguna solución. El 29 de noviembre, Joaquín decidió denunciar en los Juzgados. No tuvo más remedio que buscarse otro odontólogo que retomara su caso.
Desde los distintos colegios de odóntologos de España insisten en que la precaución sea máxima a la hora de elegir qué dentista cuidará de nuestros dientes.