“Estoy recuperándome y me encuentro bien. Mis dos hijos también lo están. Espero que me den pronto el alta del hospital y que nos vayamos los tres a casa”. Mauricia Ibáñez -la Mauri, como la conocen en el pueblo burgalés de Palacios de la Sierra, del que procede-, todavía afronta los dolores habituales del posparto. El pasado martes, 14 de febrero, fue madre de mellizos. Su caso podría ser el de cualquier otra mujer, de no ser porque está a punto de cumplir 65 años y porque recientemente perdió la custodia de su otra hija, Blanca, de 6, tras un duro informe de los servicios sociales que cuestionaba la salud mental de la madre y las condiciones de salubridad de su vivienda. Se sabe en el foco de la controversia; una polémica que asegura no entender: “Me están persiguiendo, pero esto no es el siglo XVI ni Nigeria. Estamos en España y en el siglo XXI”, afirma a EL ESPAÑOL, en la primera entrevista que concede ante los medios.
- ¿Es consciente de las críticas de aquellos que argumentan que una mujer de su edad no debe de ser madre?
- Sí. Y creo que es una injusticia.
Mauri sigue ingresada en el hospital Recoletas de Burgos. De acuerdo a los informes clínicos, el niño pesó alrededor de 2,4 kilos y la niña, 200 gramos menos. Los bebés todavía se encuentran bajo los cuidados médicos.
- Pero muchos de los argumentos que ha recibido en su contra no se basan en la edad con la que ha tenido a los niños, sino en que ya tuvo otra hija con 58 años, Blanca, a la que le quitaron la custodia.
- Estoy luchando por esclarecer la verdad. Mis dos hijos me dan la fuerza y serenidad para luchar por su hermana.
Habla de Blanca con dolor. La niña tiene ahora seis años, y vive desde hace dos con Margaret, una sobrina de Mauri, en Canadá. Los servicios sociales se la arrebataron tras un cruce de informes que cuestionaban las condiciones en las que estaba creciendo la niña: “Blanca presenta una evidente falta de higiene, su desarrollo de la jornada, horarios de sueño y vigilia, es completamente caótico e irregular. La vivienda que ocupa presenta un deterioro”, desgranan los documentos.
El entorno de Mauri achaca la redacción de esos informes a los desencuentros que tuvo con la técnico de servicios sociales y que se tradujeron en un cruce de denuncias entre ambas. Admiten la personalidad estridente de la mujer y consideran que las condiciones en las que crecía Blanca eran “las habituales en un pueblo de 700 habitantes”. Mauri también se rodea de numerosos informes médicos que aseguran que su hija estaba creciendo en un entorno correcto.
Un “trastorno paranoide”
Pero los informes también se sustentan en el estado de salud mental de la madre. Su hermana, Pilar, puso una demanda que pedía su incapacitación -y por tanto, su retirada del pasaporte- cuando se enteró de que Mauri, cuando tenía 57 años, se marchaba a Nueva York para someterse a un proceso de fertilidad. La familia no veía con buenos ojos que pudiese ser madre con esa edad. La demanda aseguraba que padecía un “trastorno paranoide de la personalidad”.
- Los informes periciales confirmaron este extremo.
- Pero una sentencia del tribunal de Burgos dice que eso no impide mis capacidades para ser madre y cuidar de mi hija. Y también hay otra resolución adoptada por la Fiscalía que contempla mi capacidad.
Comentarios de los vecinos
Los vecinos de Palacios de la Sierra lamentan el revuelo mediático que ha provocado la noticia. La casa familiar de Mauri es una de las viviendas más destacadas de este pueblo, en el que viven 700 personas. Su padre prosperó con el negocio maderero y ella inició muy pronto su carrera funcionarial en Madrid, donde aprobó las oposiciones.
Primero trabajó para el Ministerio de Exteriores y se desempeñó en varias embajadas en el extranjero; después pasó a Justicia, hasta que a los 42 años tuvo un encontronazo con su superior en la Audiencia de Tenerife que le valió un expediente disciplinario. Mauri optó por abandonar su puesto y regresó a Madrid. Por consejo de su abogado pidió una prejubilación basándose en su pérdida de capacidad laboral. Al poco, regresó a Palacios de la Sierra para cuidar de su madre, quien falleció al cabo de unos años.
Las calles asfaltadas y sin apenas aceras discurren entre las viejas casas de piedra de la localidad. En la plaza principal se erige el Ayuntamiento, cuya alcaldesa, Estíbaliz Llorente, prefiere no hacer comentarios a este medio: “Se trata de un asunto personal”. A los demás vecinos tampoco les resulta cómodo abordar la noticia: “Es una mujer que ha tenido problemas con muchos de nosotros”, apunta un hombre que supera los 70 años, bastón en mano. Otra mujer describe a Mauri como “solitaria y muy religiosa”. La casa de la madre de los mellizos, en plena calle Mayor, está a apenas unos 100 metros de la Iglesia de Santa Eulalia.
Muchos comentan su sorpresa cuando se enteraron en 2008 que Mauri afrontaba un proceso de fertilización en Estados Unidos, que culminó sin éxito. Sí lo logró en una clínica de Barcelona. Mauri se convertía en una insólita madre de 58 años en este pueblo de la serranía de Burgos.
Pero la sorpresa fue mayor hace unos meses, cuando la mujer comunicó que estaba de nuevo embarazada. Esta vez lo logró en Nueva York. Y no esperaba un sólo niño, sino mellizos. “Creíamos que sería mentira, que a su edad era imposible, pero… ya ves”, explica una joven madre de Palacios de la Sierra que juega con su hija en un parque con columpios.
El revuelo en el pueblo y en los medios de comunicación ha provocado que Mauri tome la decisión de trasladarse, cuando ella y sus hijos tengan el alta médica, a una vivienda que tiene en Burgos. Más tarde, cuando haya pasado el terremoto, volverá a su pueblo: “No tengo nada que ocultar, esa es mi casa y ahí crecerán mis hijos”.
- ¿A pesar de los informes de los servicios sociales que critican las condiciones de la vivienda y de la convivencia con sus vecinos?
- El daño ya está hecho, pero yo voy a seguir adelante. Tanto para recuperar a Blanca como para criar a mis otros dos hijos.
Por el momento, sus primeras preocupaciones se centrarán en ir al registro civil a inscribir a los dos pequeños y en arreglar el piso para que sea más confortable: “Tengo que comprar algunas cosas para los bebés”. Quiere que los servicios sociales no tengan motivos para criticar el lugar en el que crecen los niños. E insiste en su obsesión por “esclarecer la verdad”. Principalmente ante la Justicia para recuperar a su hija Blanca. Pero también ante la opinión pública, motivo por el que concede esta entrevista.