Junto al número 5 de la calle San Ciriaco (Vicálvaro, Madrid) hay cristales en el suelo y una niña, Andrea, que enlaza una llamada tras otra. Son sus familiares de Honduras, que le preguntan qué ha pasado. Su tía, Erika Lorena Bonilla Almendárez, de 32 años, acaba de ser asesinada por su pareja, Joe de Jesús Vasques Rubi, de 32 años también y conocido en el barrio como Tito.
Eran las 10:30 del miércoles 1 de marzo cuando se escuchó una explosión en el cuarto piso del edificio. La Policía Nacional ha confirmado que no se trata de un accidente y que la explosión había sido provocada por Joe de Jesús —las tuberías del gas habían sido manipuladas—. Tras lo ocurrido, él fue detenido e ingresado en el hospital de La Paz. Para entonces, Erika Lorena ya había muerto. No por la explosión, sino por la cuchillada en el cuello que le había asestado su marido. Justo después de cometer el crimen y antes de provocar la explosión, Joe de Jesús se asomó al balcón del piso en el que ambos vivían y amenazó con suicidarse. Finalmente no se tiró al vacío, pero tras entrar de nuevo en casa provocó la explosión. Finalmente, el agresor ha fallecido el jueves 2 de marzo en el hospital como consecuencia de las heridas sufridas en la deflagración, según informa Efe.
Los vecinos del bloque fueron preventivamente evacuados, también los del edificio contiguo, los del número 7.
Andrea, de 14 años, y la madre de la cría (hermana de Erika Lorena) eran los únicos familiares de la víctima en España. Habían emigrado a Madrid hacía unos años en busca de trabajo: le mandaban dinero a sus familiares, en Tegucigalpa (capital de Honduras), de donde procedían ellas también. Erika Lorena era peluquera y Joe de Jesús, albañil. "Discutían mucho", afirma una vecina que acompaña a Andrea mientras su madre llega. En estos casos es importante recordar, según advierten los expertos, que no es relevante el hecho de que discutiesen, excepto para analizar conductas de maltrato por parte de él. En caso contrario, se estaría ejerciendo responsabilidad sobre la víctima al hacer una causa-efecto entre las discusiones entre ambos y el asesinato por violencia machista (victim blaming). "Nunca es culpa de ella, solo de él", recuerda la psicóloga Silvia Monterrubio, experta en tratar a víctimas de maltrato.
Andrea supo que su tía había sido asesinada después de que sus amigas le mandasen mensajes de WhatsApp lamentando lo ocurrido: "No sabía qué había pasado, yo estaba en el instituto y les decía: '¿A qué se refieren?'. Y ya me enteré", cuenta a EL ESPAÑOL. La cría llora mientras espera a su madre, que se enteró de la noticia horas más tarde, ya que ejerce como cuidadora de dos ancianos y no podía atender el móvil. "Cuando he llegado le he preguntado al policía que había en la puerta que qué había pasado, que a qué tanatorio tenía que ir. Mis familiares me estaban preguntando todos a mí y no sé qué decirles. Me ha dicho que como era menor no podía decirme nada y que esperase a que viniese mi madre". Andrea lo cuenta mientras espera junto a dos vecinas que conocían a la víctima, sin ningún tipo de asistencia psicológica ni policial.
María José Sánchez Rubio, consejera de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, ya declaró que la exposición de un menor a la violencia machista "produce traumas y graves secuelas en los niños y niñas, desde terrores nocturnos y regresiones hasta huidas del hogar o sintomatología ansiosa y depresiva". Incidía, por ello, en la "necesidad de una atención inmediata que minime el shock psicológico".
Andrea estaba especialmente unida a su tía porque era su referente. Erika Lorena criticaba con vehemencia la opresión de la mujer en la sociedad y defendía los derechos del colectivo LGTB (como el matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo). A algunos familiares, creyentes católicos, no les gustaban estos comentarios pero Andrea asegura que quería parecerse a ella porque "defendía la libertad de que cada uno estuviese con quien quisiese".
La de Erika Lorena es la decimonovena muerte a manos de un hombre desde que comenzó un año que es históricamente el peor en cuanto a violencia machista de los últimos diez años.
Mujeres asesinadas en 2017
Erika Lorena Bonilla Almendárez, de 32 años, es la decimonovena mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. Se suma a la lista de víctimas mortales de la violencia machista en España en 2017 en la que también están Matilde de Castro, de 44 años; una mujer de 25 años cuyo nombre se desconoce; Blanca Esther Marqués, de 48; Toñi García Abad, de 33 años; María de los Ángeles, de 77 años; Virginia Ferradás, de 55 años; Cristina Martín Tesorero, de 38 años; Ana Belén y Ana, madre e hija de 46 y 18 años; Carmen González Ropero, de 79 años; J.D.L.M., de 40 años (solo se conocen las iniciales); Laura Nieto Navajas, de 26 años; María José Mateo García, de 51 años; Leidy Yuliana Díaz Alvarado, de 34 años; Margaret Stenning, de 79; una mujer de 91 años cuyo nombre se desconoce; Mariló Correa Pérez, de 47 años; así como Gloria Amparo Vásquez, de 48.
En total, la serie 'La vida de las víctimas' contabiliza 19 mujeres asesinadas. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.