Cuando a Joan Jaume Torrens le diagnosticaron leucemia el pasado mes de octubre tenía siete años. Sus padres, Felita y Rafa, quisieron allanarle lo máximo posible el camino. Así que se lo explicaron como un cuento. “Le decíamos que si la sangre se ha muerto, que si era como si tuviera un bichito… De todas maneras, es pequeño pero es muy listo. Se entera de muchas cosas”. Aquel día estaban todos en el hospital. A Joan le hicieron la prueba a las once de la mañana. A las tres bajaron a decírselo a todos. “Es complicado y abrumador”, explica Felita a EL ESPAÑOL.
Al cabo de un mes, sus padres hicieron pruebas para ver si su sangre era compatible con la de su hijo. Dio negativo Directamente pasó a la lista para un transplante de médula. Eso fue hace 6 meses. Felita y Rafa han removido cielo y tierra desde su casa en Palma de Mallorca para hallar una persona compatible. Y finalmente la han encontrado. Un joven alemán atendió a la llamada. La alegría fue enorme cuando se enteraron. “Estábamos los tres allí. Salí llorando de la consulta. Me decía: ‘Mamá, qué pasa,’. ‘Que ya tenemos donante’”. No pudieron ocultar su felicidad. “Él estaba contento porque nos veía contentos y entonces él lo estaba más todavía”. Las pequeñas de la casa, las hermanitas gemelas de Joan, no sabían muy bien qué era lo que le pasaba, pero sabían que algo le ocurría. “Saben que está malito. Hay que explicárselo así, con historietas porque es que son muy pequeñas”.
El colegio, la familia, los amigos… Todos llamaron a su casa esta semana para celebrarlo. Todos menos el donante, cuya identidad nunca podrán conocer. “Nunca conoceremos al donante, ya nos lo han dicho, pero que se le puede mandar una carta. Ahora mismo aun no estoy preparada, pero sí que se la voy a mandar. Es la única forma de agradecerle a esta persona, a este ángel, lo que ha hecho por nosotros”.
El camino ha sido largo de recorrer, pero todo apunta a que Joan se pondrá bien. Ahora pasarán los próximos cuatro meses en Barcelona, aproximadamente dos de ellos en el hospital Vall D´Hebron. Si todo va bien serán los últimos. Hasta llegar aquí ha habido un largo camino. La madre del pequeño nos lo cuenta y, además, nos cuenta en unas líneas algunos de los momentos que han marcado la vida del pequeño Joan en los últimos años.
Una muy mala noticia
-¿Qué pensasteis en ese momento?
-Es complicado porque en cuestión de un segundo tu vida te cambia por completo. Te pasan mil cosas por la cabeza. Estábamos en el hospital. Le hicieron la prueba por la mañana a, las once, y a las 3 ya nos lo dijeron. Cáncer de sangre. Leucemia. Es complicado y muy abrumador, porque en cuestión de un segundo tu vida te cambia por completo. Como padre, te pasan mil cosas por la cabeza.
-¿Qué decidieron hacer?
-Dijimos, pues para adelante, vamos. Con toda la fuerza del mundo, aunque al principio no sé de dónde la sacamos. Sobre todo era importante darle muchos ánimos al niño.
-Tuvo que dejar el colegio.
-Sí. Empezó entonces en el colegio del hospital, en el aula hospitalaria. Como ya vamos menos al hospital, vienen los profesores todos los días a casa, que es lo que se llama aula domiciliaria. Estando en casa todo el rato, hay días que se siente un poco frustrado porque no puede hacer las cosas que a él le gustaría hacer. A lo mejor cuando está hospitalizado se pone un poco más miedoso. Dentro de lo que cabe lo lleva bien.
Cuando abandonó las aulas para poder curarse, los alumnos de 1º de Bachillerato de su colegio, el San José Obrero (Palma de Mallorca), comenzaron una campaña solidaria. Junto a ellos los compañeros del pequeño de 2º de Primaria se metieron de lleno a ayudar. Los responsables del centro difundieron el mensaje de que el pequeño Joan necesitaba ayuda, así que lo publicaron en las redes sociales con la esperanza de que las donaciones y la solidaridad se extendiera.
“Joan es un alumno nuestro de Primaria en San Josep Obrer, tiene ocho años y necesita urgentemente un donante de médula. Para seguir adelante, necesita un transplante y aún no hay un donante compatible”, escribieron. El joven, entretanto, ya comenzaba a a recibir las primeras sesiones de quimio y pasaba largas temporadas aislado. Mientras él recibía las clases en casa ellos empezaron a promover la donación de médula y sangre para ayudar a Joan. Era imprescindible encontrar un donante. De paso, los fondos que recaudaron fueron directos para ayudar al resto de enfermos de leucemia.
Meses duros
Han sido meses complicados para los padres del pequeño Joan. Del hospital a casa y de casa al hospital. Mientras trabajaban por las mañanas, tenían que preocuparse de sus dos hijas pequeñas por las tardes. Y el pequeño Joan ha ido entrando y saliendo según le tocaba o no quimioterapia. La palabra quimioterapia, para un niño, podría resultar algo nada llevadero, un dolor que no se puede soportar. Pero el joven Joanet, como le conocen quienes le quieren, es un valiente.
Sus padres también. Felita no ha dejado su trabajo como administrativa en una empresa administradora de fincas en todos estos meses y aun así continúa cuidando tanto del pequeño Joan como de sus hermanas gemelas. Rafa pidió una excedencia en el trabajo para poder estar con su hijo. Muchas noches de hotel, de avión y de hospital. Para Joan estaba y está siendo complicado. Por no hablar de las comidas. Joan tiene que comerlo todo muy preparado, blandísimo, casi deshecho. La carne, muy cocinada. Y ni tocar las verduras, el tomate o el jamón serrano. Y nada de ir a centros comerciales. Esos lugares cerrados le obligan a llevar máscara para prevenirse de las bacterias en el aire. Por eso, cuando tiene tiempo, la familia se va a pasear al aire libre. Son muchos pequeños detalles que cambian cuando llega un reto tan duro como la quimioterapia.
-¿Cómo lo llevó?
-Hay ciclos de quimio en los que tiene que estar varios días en el hospital y otros a los que solo ha de someterse durante unas pocas horas. Pero en general lo ha llevado muy bien. La única vez que lo pasó algo mal fue hace un mes, cuando el ciclo le provocó una mucositis. También, a raíz de aquello, les salieron llagas en la boca. Estuvo sin hablar y sin comer varios días. Cada niño es un mundo y hay algunos que vomitan con el tratamiento. Pero Joan nunca se ha quejado excepto en esa ocasión. Fue la fue la única vez; el resto del tiempo lo ha llevado normal.
-¿Cómo es Joan?
-Es muy muy listo, se entera de todo. Es un poquito nervioso, pero muy movido, un poco como su padre. Le gusta hacer muchas cosas, sobre todo los deportes: le gusta su bici, le gusta el fútbol, le gustan las motos...
-¿Qué es lo primero que hace por las mañanas?
-Es muy suyo él. Como sepa que tiene que ir al médico, se levanta así, un poco raro. Me estoy dando cuenta de que antes de la enfermedad era muy reservado, muy tímido. Pero con el tiempo se ha ido soltando un poquito. Ahora está más hablador. No le da tanta vergüenza charlar cuando está con más gente.
-¿Qué les sugiere la historia de Pablo Ráez?
-Es nuestro ejemplo. Es por él que yo animo a que la gente se ponga a donar médula, porque donar médula es como dar a la otra persona una segunda oportunidad en la vida. Tomeu Penya -cantautor mallorquín que sufrió también los efectos de esta enfermedad- dijo en un evento solidario una frase muy bonita que repito siempre que puedo y que trato de decirle a todos aquellos que dudan a la hora de donar. Dijo: “Si yo dono y tú donas, él vive y nosotros ganamos".
Las motos, su pasión
A Joan le gustan mucho las motos, muchísimo. Comenzaron a apasionarle a los cuatro años. Por aquel entonces se subía a una, arrancaba, y echaba a volar. Así comenzó a competir y así ha estado desde entonces. Cada semana, esperando a que llegase el finde para poder volver a entrenar, para volver a la pista, arrancar motores y dejarse llevar. Él tiraba millas y no había ya quien le parase. El primer año que compitió quedó cuarto de motocross y campeón de Baleares de cross country. Tenía seis años.
El año pasado parecía que era su momento. El campeonato mallorquín de 50 cc. podía ser suyo, pero algo le hizo frenar en seco. Las sesiones de quimioterapia, unas veces de dos semanas y otras de unas pocas pero intensas horas, le obligaron a parar cuando iba líder. A su madre se le cayó el mundo encima.
Las motos acaso sean una de las principales pasiones de la familia. Rafa, el padre de Joan es motero de toda la vida. Los sobrinos hacen motocross. En los últimos años, era el enano de la casa quien había empezado a darse a conocer en el circuito balear, bajo la atenta mirada de su padrino, el entrenador. Era matemático: cada fin de semana, toda la familia con las motos de un lado para otro. Acababa la carrera y todos juntos acababan montando el picnic en los alrededore del circuito que tocase en esa ocasión.
Su madre, pese a la pasión que Joan le pone, reconoce que el futuro está complicado. Hay mucha competencia y llegar a vivir solo de ese deporte resulta un privilegio al alcance de unos pocos. “ Es muy difícil, pero es su afición y tenemos que respetarla”.
Subirse a la moto funcionaba para él como un desahogo, algo a lo que agarrarse en el breve lapso de tiempo que la quimioterapia le deja respirar. Por eso a veces, de vuelta a casa desde el hospital, cuando se encuentra perfecto, con las plaquetas bien y todo en orden, se acerca al garaje y coge la moto para darse un par de vueltas. “Así se quita un poco el mono ese que tiene. Le hace falta”, explica Felita a EL ESPAÑOL. Ahora llega la parte crucial, que es la de afrontar el transplante. Tienen ya todas las herramientas para el transplante; ahora tiene que salir bien. Joan ya va esbozando algunos de sus objetivos para el futuro, pero seguro que el más importante ya lo tiene claro: vivir y ser feliz, como hasta ahora.
-¿Qué hará Joan cuando acabe todo esto?
-Él dice que está ahorrando dinero. Me dice: “Mamá, estoy haciendo una hucha para comprarme una moto buena para cuando esté bueno”. Y en esas está.