Sin tregua. Que se sientan acosados, hasta el punto en el que quieran dejar el volante. La consigna del sector radical del taxi es obligar -por las malas, si es necesario- a que los conductores de Uber y Cabify cesen su actividad. Son una minoría, pero la campaña de hostigamiento gana fuerza: pedradas, disparos y agresiones contra las “cucarachas” que, en su opinión, les quitan el trabajo. Hablan de “cacería” y de “guerra”. Todo, insisten, contra el “intrusismo” a su labor. La manifestación que este martes ha colapsado el centro de Madrid -más de 20.000 asistentes, según la organización- es la punta del iceberg de un problema que hace tambalear los cimientos de un sector que, en ocasiones, se sostiene entre las bambalinas de la violencia y la delincuencia.
Daniel, quien oculta su nombre bajo una identidad falsa para “protegerse de los violentos”, es conductor de Cabify: camisa blanca, chaqueta gris y corbata negra. Se desempeña en las calles de Madrid. Muchas veces, de noche. “Algunos días, al ir a coger el coche, me lo he encontrado lleno de pintura o rayado”, explica. ¿Miedo? “Sí, claro. Nunca me ha ocurrido estando yo a bordo del vehículo, pero a otros compañeros sí les ha ocurrido”. El conductor insiste en que “nunca jamás” ha tenido ningún problema con ningún taxista, “un gremio muy noble”, y que los que cometen estos ataques “no merecen ser llamados así”.
De acuerdo a la legislación española, sólo se puede conceder una licencia Vehículos Turismo con Conductor (o VTC, plataforma bajo la que se amparan firmas como Uber y Cabify) por cada 30 concedidas a los taxis tradicionales. Daniel considera que “hay sitio para todos”: “Yo trabajo como ellos, para sacar adelante a mi familia y ganarme un salario. No es el trabajo de mis sueños, pero de algo tengo que vivir. No pueden atacarme por eso”.
Eduardo Martín es el presidente de Unauto, la asociación que reúne al 65% de los conductores de VTC. Al igual que Daniel, aboga por la conciliación entre ambas partes para resolver el conflicto. Para ello pide una condición: “Si eliminamos el cáncer del sector del taxi, que es extirpar a los grupos violentos, el entendimiento es asumible”.
Martín asume que esos “grupos violentos” son una minoría, pero que actúan de forma organizada. Sólo así entiende que el 2 de mayo, en plena Feria de Abril, un puñado de radicales incendiase en Sevilla nueve coches de la flota de Cabify, estacionados en un hotel de la cercana localidad de Castilblanco de los Arroyos: “Es uno de los episodios más señalados, pero ha habido otros muchos que han pasado inadvertidos”. En total, asegura, su organización ha presentado más de 300 denuncias por episodios violentos.
Su relato de los acontecimientos remite mayoritariamente a Madrid, Sevilla y Barcelona, donde los VTC tienen una mayor presencia. Pero también habla de “toda la geografía española”: “Los grupos radicales actúan de forma coordinada por todo el país. Han quemado coches, los han volcado, han hecho emboscadas, arrojado pintura e incluso le han abierto la cabeza con una pedrada a un conductor. Lo último de todo han sido unos disparos con una pistola de balines, en la madrugada de este sábado a domingo. No es la primera vez que hay disparos. ¿Hasta dónde podemos llegar? La integridad de las personas está por encima de todo”.
Los focos, sobre Élite Taxi
¿Quién está detrás de estos ataques? Eduardo Martín considera que algunos sectores radicales azuzan el escenario para conseguir sus objetivos. Y que uno de esos actores es la asociación Élite Taxi, con sus raíces en Barcelona y con 12 delegaciones en España. Hablamos con el jefe de la asociación, Alberto Álvarez, más conocido con el sobrenombre de Tito.
- ¿Qué les diría a aquellos que les llaman violentos?
- No lo somos. Nosotros somos muy reivindicativos, pero no violentos.
- Entonces condenan la violencia contra los conductores de Uber y Cabify, como la quema de nueve coches en Sevilla en la Feria de Abril.
- Sí, condenamos toda la violencia. Pero aquello lo hicieron ellos mismos en una campaña publicitaria para darse notoriedad.
Según sostiene Tito, Élite Taxi es un “movimiento que no lo van a poder parar”: “La primera violencia en el sector es la de los políticos, porque lo que hacen es terrorismo de Estado”. Y la batalla que va a librar su organización se ceñirá exclusivamente en los juzgados: “Queremos ponerles en su sitio como ya han hecho en otros países, que sea la Justicia la que resuelva si lo que hacen se ciñe o no a la ley”.
Las amenazas, sostiene el jefe de Élite Taxi, son bidireccionales. Así lo asegura en conversación con EL ESPAÑOL tras participar este martes en la manifestación que ha colapsado el centro de la capital. Al término de la jornada regresa a Barcelona, donde reside. “Me he encontrado con notas en el buzón de mi casa diciéndome que me iba a pasar algo a mí o a mi familia si no dejaba de reivindicar nuestros derechos”. Y añade: “Lo que no vamos a admitir es que todos esos casos aislados de violencia contra Uber y Cabify hayan sido teledirigidos por esta organización, eso lo tienen que demostrar con pruebas”.
El papel de la extrema derecha
A este cóctel explosivo todavía hay que sumar algunos elementos que azuzan aún más el ambiente. En las últimas semanas, el grupo de extrema derecha Hogar Social Madrid ha manifestado su apoyo a los taxistas españoles. De la fachada del edificio que han okupado -la antigua sede de Banco Madrid, junto a la plaza de Colón- cuelga una pancarta que reza un eslogan: “Frente a las multinacionales, defiende el taxi”.
“Entendemos este problema como una lucha entre la soberanía de los trabajadores y la globalización de las multinaciones”, apunta Melisa Domínguez, portavoz de Hogar Social Madrid. Desde su cuenta particular, llama a la “GUERRA, GUERRA, GUERRA!!!” para defender los derechos de los taxistas: “No creo que esa frase llame a la violencia -sostiene-, es el grito que se puede escuchar en cualquier manifestación de la clase obrera”.
De hecho, Domínguez fue una de las asistentes a la convocatoria de este martes. Lo hizo acompañada de otros militantes de Hogar Social. “Nos hemos posicionado del lado del taxista desde que nos enteramos del conflicto. Venimos hoy a esta manifestación y también fuimos a la que convocaron el pasado mes de marzo”.
La portavoz de la organización dejó constancia en sus redes sociales de su presencia en aquella cita de hace dos meses: “Gracias a @EliteTaxiMadrid y plataformas, porque luchando por sus derechos luchan por los nuestros”, escribió Domínguez, acompañando el texto con una foto en la que posa con Nacho Castillo, al que muchos conocen con el sobrenombre de Peseto Loco, firme defensor de los derechos de los taxistas y condenado por un delito de daños con una pistola de aire comprimido contra un conductor VTC.
El futuro del conflicto
El escenario está lo suficientemente enquistado como para no encontrar una solución definitiva al conflicto que satisfaga a todas las partes. La lucha ha terminado por salpicar el escenario político. Pablo Iglesias, líder de Unidos Podemos, ha asistido a la manifestación que este martes se ha celebrado en Madrid. La tensión se mascaba en el ambiente. Y de pronto, un 'huevazo'. Uno de los asistentes se lo ha arrojado a él y a Julio Sanz, presidente de la Confederación de Taxistas Autónomos de España. El líder de la formación morada bromeaba en Twitter: “Me ha hecho un huevo de ilusión acompañar hoy a los taxistas en defensa de los servicios públicos y contra la privatización”.
¿El futuro del conflicto? Ninguna de las partes sabe responder a esa pregunta. Todos se aferran a su interpretación de la ley y a un escenario en el que se debe librar la batalla: los tribunales.
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