Margarita Robles (León, 1957) es portavoz del Grupo Socialista en el Congreso pero porque le da la gana, no porque no tenga dónde caerse muerta. Hay quien va a la política a forrarse y hay quien va a dignificarla. Magistrada proba y audaz, capaz de aguantar el tirón de todo un caso GAL desde la secretaría de Estado de Interior socialista (se dice pronto), sobrevuela elegantemente la tirria, la tiña y el rencor para aportar a la cosa pública algo de independencia y de lustre. Sin tirones de pelo ni patadas a la espinilla pero tampoco chupándose el dedo. Qué gran ministra, como poco, si tuviese un buen…ay.
Que cómo pinta la legislatura, me pregunta usted, señorita Grau, para empezar a hablar… Bueno, esta va a ser una legislatura complicada, porque es una legislatura en la que el PP no tiene mayoría absoluta, ni está acostumbrado tampoco a gobernar teniendo en cuenta a los grupos de la oposición, pero yo creo que por eso mismo va a ser una legislatura muy interesante.
Desde la oposición vamos a trabajar en hacer política pensando sobre todo en los ciudadanos. Nos planteamos muchos temas importantes, como el de Cataluña. Pero, sin restarle un ápice de importancia, yo digo que hay que pensar también en otras cosas, por ejemplo en la vida cotidiana de la gente. Nos estamos olvidando que hay parados de larga duración, sobre todo los mayores de 55 años, que nos preocupan mucho. También nos preocupan mucho las personas dependientes, carentes de medios. Y el desempleo juvenil. Al PSOE le preocupa mucho toda esta inmensa problemática social. ¡Las pensiones! Hay un panorama muy complicado. Se está echando mano de la hucha de las pensiones y al final vamos a ver qué pasa. En estos problemas queremos nosotros poner el foco de esta legislatura.
¿Que si hay oposición al fin? Oposición ha habido siempre, por parte del PSOE, que por otra parte nunca ha renunciado a ser un partido de gobierno. Yo desde luego no estoy de acuerdo con algunos de los planteamientos de la Gestora. Pero ahora es el momento de mirar hacia el futuro, de no pensar en el pasado, y creo que tenemos que hacer una labor de oposición de Estado, una labor de oposición útil, que sirva para que en las próximas elecciones generales el PSOE sea la verdadera alternativa de poder. Yo desde luego, con todo el debido respeto a otras fuerzas parlamentarias, creo que la verdadera fuerza alternativa de izquierdas es el PSOE, como partido de Estado y como partido pendiente de los problemas cotidianos de los ciudadanos.
Me pregunta usted, señorita Grau, si está el Grupo Socialista unido/pacificado… Yo tengo que decir que hasta ahora he visto que la gente está con muchas ganas de trabajar, no he percibido, al menos formalmente, que haya divisiones, y desde luego mi forma habitual de trabajar es una forma muy colegiada, si se me permite la expresión. No creo en los individualismos. Creo que las cosas se consiguen sumando esfuerzos. A veces habrá debates, habrá diversidad de opiniones, pero yo creo que eso no debilita, al revés, enriquece, ayuda a formar un grupo único, cohesionado, en el que puede haber divergencias, sin duda, pero con el objetivo común de trabajar para los ciudadanos y para que sea el PSOE quien, a partir de las próximas elecciones generales, gobierne esta nación.
Me anuncia usted una pregunta con algo de mala baba (lo dice usted, no yo…) y la pregunta es: si hace nada todo un secretario general del PSOE pudo romper la disciplina de voto del Grupo Socialista, ¿qué voy a hacer yo si alguien no vota lo que le decimos? Mire, pues yo eso no me lo planteo, porque yo cuando voy a cualquier sitio voy a construir, no a pensar en las cosas negativas. Y a mí me parece que en el Grupo Parlamentario Socialista hay un capital humano muy importante. Como decía antes, puede haber divergencias y puede haber debates, pero cuando uno llega a un sitio entendiendo que esto es un trabajo de equipo, no puede llegar planteando que las cosas van a ir mal.
Hay que ir siempre con ánimo constructivo. Si llegara a darse esa circunstancia que usted dice, ya veremos qué pasa. Pero, desde luego, el escenario que contemplamos es el de trabajar unidos y el de formar todos una piña. ¿Todo perdonado?, insiste usted. Yo personalmente no tengo nada que perdonar. Yo creo que es una época que… Ha habido épocas mejores, sí… Hay que mirar al pasado y aprender de los errores para no repetirlos… Pero tenemos un presente apasionante, ilusionante, y un futuro que es mucho más ilusionante todavía. Aquí no sobra nadie. Cuanto más unidos estemos y más aportemos entre todos será mucho mejor. Lo que esperan los ciudadanos es que nos ocupemos ya de sus problemas. Yo creo que ante eso ningún grupo parlamentario, y menos que ninguno el socialista, puede dedicarse a pensar sólo en clave interna, que es una clave que a la gente de la calle no le interesa ni media.
Ya que hablamos de los problemas reales de la calle, va usted y me pregunta qué pienso cuando va Podemos, suelta la propuesta de una renta mínima de 1.200 euros por persona o por niño y hala… Pues mire, yo, con todo el respeto a todo el mundo, lo que pienso es que cuando se hacen propuestas tienen que ser propuestas serias. Propuestas realizables. Por eso insisto siempre en que el PSOE tiene que hacer una oposición con sentido de Estado, una oposición muy realista, y ofreciendo aquellas cosas que de verdad se puedan cumplir. No tenemos ningún derecho a crear falsas expectativas. Es mucho mejor ser humildes, hacer un trabajo callado en ocasiones, pero que cuando salgamos con propuestas, sean propuestas que de verdad se puedan llevar a la práctica.
Me pregunta entonces si se equivocan todos los que creen o han creído que Pedro Sánchez, y por extensión todo su equipo, encarnaba un PSOE acomplejado con Podemos… Por lo que a mí respecta, insisto que, teniendo siempre el máximo respeto por los votantes de Podemos, yo no veo otra alternativa de gobierno de izquierdas en España que el PSOE. Podemos está en todo su derecho a seguir su camino y a hacer sus propuestas, pero a mí no me preocupan ni poco ni mucho. Cuestión distinta es que haya unas materias de índole social en que busquemos sumar a cuántos más grupos parlamentarios mejor, para reformar las políticas del PP. Pero el PSOE es el gran proyecto de izquierdas de este país. Y nosotros tenemos que trabajar por este proyecto sin mirar ni de perfil ni de lado ni hacia ninguna otra fuerza.
Da un salto usted hacia lo personal, me anuncia que ahora quiere hablar menos del partido y más de mí, y me pregunta si no me tembló el pulso a la hora de dejar atrás una carrera “impresionante” en la magistratura (lo dice usted, no yo…) para dar el paso de meterme en política, manteniendo mi condición de independiente además. Bueno, es verdad que cuando uno toma una decisión, tiene que pensarlo … Más cuando, como subraya usted, yo ni siquiera podía estar segura de si apostaba a “caballo ganador”, como usted dice… Y añade que Pedro Sánchez en un momento dado más parecía caballo perdedor que otra cosa… Pero mire, yo, que he sido juez tantos años, siempre he abordado todo desde un fuerte, muy fuerte compromiso social.
Yo me hice juez convencida de que desde la judicatura se podía transformar la sociedad. Y transformarla a favor del progreso, en beneficio de aquellos que lo necesitaban más. La justicia social ha sido siempre mi gran objetivo en la vida. Surgió esta oportunidad, de actuar desde un ángulo distinto, me pareció un reto muy apasionante y también tengo que decir que yo deploro esta enorme desconfianza que hoy siente la ciudadanía hacia la política. Los ciudadanos piensan que los políticos no hacen nada, que sólo se preocupan de sus intereses, y que relegan los intereses reales de los ciudadanos. Yo quería demostrar que la política bien hecha es otra cosa, es algo muy noble.
Salta usted ahora, señorita, con que le maravilla mi “ausencia de rencor” (lo dice usted, no yo…). Argumenta que cuando usted llegó a Madrid, a finales de los 90, se desayunaba, merendaba y cenaba con gente del PSOE que, según usted, me ponía a caldo por mi actuación en la investigación del caso GAL desde la secretaría de Interior de un gobierno socialista… Que había quien me consideraba una traidora por llevar adelante toda aquella investigación… Prosigue usted que la impresionó mucho ver cómo yo encajaba todo aquello “sin decir ni mu”, sin devolver jamás el golpe, y ahora estoy aquí de portavoz parlamentaria como si tal cosa…
Añade (una vez más, lo dice usted, no yo…) que yo tengo que ser una persona con una capacidad de perdón bíblica… No, yo lo que creo es que en la vida siempre hay que moverse por sentimientos positivos. Jamás por sentimientos negativos. Al final, las personas que se mueven por odio o por revancha lo que hacen es perjudicarse a sí mismas y no adelantar nada. Yo no puedo decir que todo el mundo me caiga igual de bien. Pero sí puedo decir que mi concepto de avanzar por la vida es siempre en clave positiva. Y además me dan una cierta pena aquellas personas que sólo se mueven por odio o por resentimiento.
Me anuncia usted que me va a lanzar una breve lista de nombres sobre los que me pide una valoración… Adelante… Abre el fuego con el nombre de Juan Alberto Belloch. Pues mire, yo a Belloch yo le debo mucho, yo aprendí mucho de él, que cuando fue ministro me llamó para trabajar a su lado. Es verdad que luego tuvimos algunas divergencias, pero yo a Juan Alberto Belloch le debo mucho. Y creo además que es una persona muy lista, muy inteligente, y que es una de las grandes personalidades de la historia reciente de este país… ¿Felipe González? Para mí, un referente básico y esencial en la historia de este país. Si hay alguien que ha traído la modernidad a España, el cambio, y que ha consolidado la democracia, ha sido Felipe González…
¿Baltasar Garzón? Baltasar Garzón es compañero mío de promoción, lo conozco desde que yo tenía 23 años y él 24… Bueno, le tengo respeto aunque hay muchas cosas en que no comparto sus pensamientos. Ni sus actuaciones. Pero siempre desde el respeto. Yo he tratado siempre de tener con él una buena relación personal. Hurga usted en la herida, me pregunta si comparto el concepto de Garzón de la justicia… Baltasar sin duda tiene un concepto de la justicia que no es el mío, pero de los 5.000 jueces que hay en este país, cada uno tiene una concepción distinta… Pero insisto, Baltasar Garzón forma parte de mi promoción, igual que Consuelo Madrigal o que Manuela Carmena.
¿Susana Díaz? La verdad es que yo a ella la he tratado muy poco, pero yo siempre siento respeto por las personas que defienden unas convicciones. Evidentemente yo he apostado siempre por Pedro Sánchez pero ella me merece respeto, más siendo mujer, pues las mujeres en política siempre lo tienen más difícil que los hombres…
¿Irene Montero? He tenido algún trato con ella estos días en reuniones de trabajo, creo que es una mujer muy lista. ¿Carles Puigdemont? Pues sinceramente, yo creo que Carles Puigdemont, y conste que también lo digo, como todo, con el máximo respeto, está llevando a Cataluña a un abismo. Creo que en política hay que tener un sentido de la prudencia, de la serenidad y de la responsabilidad de la que él carece en este momento. No puede estar llevando a toda Cataluña a la situación de tensión a la que la está llevando.
Me pregunta usted a quemarropa qué haría yo con Cataluña si fuese la presidenta del gobierno… Yo me siento muy catalana, es verdad que nací en León pero he vivido muchos años en Cataluña, he sido amiga de Pasqual Maragall, he sido presidente de la Audiencia Provincial de Barcelona. Yo fui una de las magistradas que hizo el voto particular a favor del procesamiento de Jordi Pujol por Banca Catalana… y pagué un precio por eso. Porque ahora todo el mundo lo ve claro, pero entonces todos los que pedimos su procesamiento fuimos muy, muy criticados. Hay una cosa evidente: yo no entiendo que el gobierno de la nación lleve cinco años sin hacer nada en relación con Cataluña. Es absolutamente desolador ver que, junto a la política disparatada de Puigdemont y toda la gente que le apoya, estemos cinco años después en la situación en la que estamos. Ha habido un 9-N, ha habido incluso altos cargos de la Generalitat inhabilitados y condenados, y de nuevo estamos con la amenaza del 1-O. Un gobierno de la nación tiene la obligación de tomar decisiones. Lo que no puede ser es que todo el mundo esté en este país preguntando, y qué va a pasar el 1 de octubre. Tiene que haber escenarios de diálogo para evitar llegar a situaciones así. Y desgraciadamente en cinco años no ha habido ningún intento de diálogo.
Pero yo qué haría, insiste en preguntar usted. Yo toda mi vida, personal y profesional, he apostado por vías de diálogo. Yo quiero creer que de obrar así no hubiéramos llegado a la situación de absoluta confrontación en la que nos encontramos en este momento. Ya, pero una vez llegados a este punto, insiste usted… ¿Esto tiene retorno? Yo creo que en política todo tiene remedio. En política es muy importante la voluntad. Y cuando hay voluntad de solucionar un conflicto, uno se sienta en una mesa, para el reloj y dice: de aquí no nos levantamos sin encontrar soluciones. Insisto en que yo sólo concibo la política como un arte noble. Y como la política es un arte noble, lo que no pueden hacer los políticos es dejar que los conflictos se pudran, ponerse de perfil y mirar para otro lado.
Sugiere usted la alarmante la posibilidad de que esto que yo digo fuese más verdad antes que ahora, con los políticos de antes, no con los de ahora… Y se pregunta, angustiada, y me pregunta a mí, si Mariano Rajoy y Carles Puigdemont tienen, no ya la voluntad, sino la mera capacidad, de arreglar esto, de arreglar lo que ellos mismos han estropeado… ¡Pero es que tienen la obligación de arreglarlo! Un político es un cargo público al servicio de los ciudadanos, eso no hay que olvidarlo nunca. Y los ciudadanos te piden soluciones a los conflictos. Y cuando un conflicto no se soluciona, es que los políticos están fallando. Falla Puigdemont cuando tensiona Cataluña como la está tensionando, falla Rajoy cuando se limita a esperar que venga el 1-O y a ver qué pasa. Si se quiere arreglar, se puede, venga ya…