Noemí Otero Quesada era una adolescente cuando conoció a José Luis. Tenía quince años cuando empezaron a salir, y durante otros quince él la maltrató. La Xunta de Galicia la reconoce como mujer maltratada, incluso ha recibido tratamiento psicológico por ello. Noemí explica que llegó a sufrir "dos abortos por las palizas que recibía" o que él le decía durante el primer embarazo: "Me das asco tú y lo que llevas dentro". Lo cuenta por pura desesperación: diez años después de que la relación haya acabado (en 2007), una sentencia la condena a cuatro años y tres meses de cárcel por agredirle con una navaja de dos centímetros (cinco incluyendo el mango).
A partir del 1 de septiembre es cuando debía ingresar en prisión: está a la espera de que la Policía reciba la orden y los agentes acudan a su casa para arrestarla. Puede ser hoy, mañana o en una semana. La fecha es incierta y ella vive con incertidumbre. Ahora está a punto de cumplir 40 años y trabaja como operadora telefónica en una multinacional. José Luis está en la cárcel por tráfico de drogas, donde ha ingresado ya en diversas ocasiones por ese motivo. La misma sentencia que condena a Noemí (y a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL) también le condena a él: siete meses de prisión por "dos delitos de malos tratos y lesiones de violencia de género".
¿Qué recoge el dictamen judicial y cómo se ha llegado a este punto? Según la Audiencia Provincial de Pontevedra, el 8 de junio de 2007, José Luis dormía tras haber consumido cocaína y ella, sin previo aviso, le agredió con la citada navaja ["que él usaba para manejar droga", explica la abogada de Noemí] y le hirió siete veces en tórax, brazo y cuello.
Ella misma, tal y como recoge la sentencia, llamó a la ambulancia, a la Policía y a los familiares de él. Esta es la versión de José Luis, que según Sonia Gulías, la letrada que defiende a Noemí, "los jueces tomaron por buena". ¿Por qué? Responde Gulías: "La pena es una barbaridad. La sentencia recoge que ella incurre en diversas contradicciones sobre cómo sucedieron los hechos. Cuando te agreden durante quince años y te dan palizas, como dice ella, es difícil saber si esa vez te golpeó en la cara o en la pierna, o si te dio primero una patada o te agarró del cuello. Ha pasado muchos episodios similares. El mismo día él pidió el alta voluntaria, en ningún momento estuvo su vida en peligro. Lo que han pretendido con esta sentencia es dar una lección y decir: 'A las mujeres también las condenan'".
Durante los quince años de relación, ella interpuso diversas denuncias por malos tratos que después retiraba. Las psicólogas que la trataron en el programa del gobierno gallego para víctimas de malos tratos concluyeron que había sido una mujer maltratada. "Cuando me daba las palizas grandes, su madre y su hermana aparecían siempre. La madre me acompañaba al hospital para que no dijese nada, siempre decía que me caía por las escaleras o en la bañera", explica Noemí a EL ESPAÑOL.
Su versión de los hechos de aquel día es la siguiente: "Tuvimos una pelea de tantas, ya eran casi diarias, yo ya estaba al límite, muy asustada... Ese día me empujó al suelo y yo reaccioné así, cogí lo primero que tenía a mano y le hice unos cortes [según la sentencia, de dos centímetros de profundidad]. Estaba desesperada".
La propia resolución judicial da por probado lo siguiente: "Incorporándose José Luis tras el ataque, trató de arrebatarle la navaja, entablándose un forcejeo por el arma en el transcurso del cual Noemí sufrió contusión en cara interna de rodilla derecha y tres heridas incisas en primero y segundo dedos de la mano derecha [...] José Luis, de mayor envergadura y fuerza, se separó y salió de la casa sin que la acusada intentara agredirlo nuevamente o le impidiera salir de la vivienda".
El auto del 10 de junio de 2007 impuso una orden de alejamiento del uno sobre el otro de 500 metros. Ambos la incumplieron, solo que de manera diferente. Noemí Otero, entre el 19 de junio y el 3 de julio, le envió 31 mensajes al móvil en los que le recriminaba su versión de los hechos y le llamaba "mentiroso", "cabrón" e "irresponsable"; también le decía: "A mí me engañabas, me torturabas todos los días". Él, sin embargo, la agredió físicamente. El 28 de octubre, meses después, él se acercó a una cafetería en la que ella estaba y al verla la agarró de la cabeza y "le propinó un fuerte tirón de pelos", tal y como recoge la sentencia, que además añade: "Se acercó a ella y con ánimo de menoscabar su integridad física, le propinó un fuerte tirón de pelos, como consecuencia del cual sufrió lesiones consistentes en cervicalgia y contractura paravertebral, que tardaron en curar 15 días".
¿Cuál es la condena de cada uno de ellos? A Noemí Otero, por agredirle con "alevosía", se le impone una pena de tres años y seis meses; además, se le suman nueve meses por quebrantar la orden de alejamiento y comunicación (en total, cuatro años y tres meses). A José Luis le condenan a siete meses de prisión por "delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género" (del día que la agredió físicamente en la cafetería), pero nada más por incumplir la orden de alejamiento.
A la espera de un indulto
En total, la sentencia firme llega diez años después, cuando Noemí ha rehecho su vida y ha encontrado un trabajo estable. Sonia Gulías explica que la sentencia misma recoge que "ha habido dilaciones indebidas en el procedimiento".
"Ahora mismo judicialmente no se puede hacer nada más. El último recurso, que es lo que hemos hecho, ha sido presentar una solicitud de indulto. ¿Qué pasa? Que es una medida de gracia que concede el ministro de Justicia. Eso significa que si no la admite no tiene ni por qué justificar su decisión", apunta la letrada. Gulías, además, ha pedido a la Audiencia Provincial de Pontevedra "una suspensión de la ejecución de la pena" mientras se tramita el indulto, ya que si entra en prisión "perderá su trabajo".
De ingresar en la cárcel, lo haría en la misma en la que está José Luis Álvarez. Noemí Otero asegura que "pasar un solo día allí" la desestabilizará. Para el indulto, Gulías y ella han presentado 120 testimonios de vecinos, amigos, familiares y compañeros de trabajo, documentación que demuestra que lleva diez años con trabajo estable e informes médicos que acreditan que entrar en prisión le ocasionará problemas psicológicos.