Son las siete de la mañana del lunes 16 de octubre. La dueña del Café Siglo XXI de Ponferrada (León) se dispone a abrir su establecimiento. Está situado en una céntrica rotonda del barrio Flores del Sil. Desde la puerta del bar se divisa perfectamente el monte Pajariel, el pulmón verde de la comarca. Pero a esa hora, cuando sale a colocar las mesas de la terraza, la dueña del bar advierte una enorme columna de humo saliendo de entre los pinos y castaños de la ladera más próxima del monte. Otra vez. Otra vez han vuelto a plantarle fuego.
Las llamas procedían de la zona más próxima al río Sil, por debajo del sendero que los habitantes del lugar conocen como sendero de Lola. Varios vecinos con los que ha hablado este periódico explican cómo salieron a la calle al instante. El humo y el hedor a bosque quemado les despertó antes de tiempo. Sobre las seis de la mañana ya estaban en pie.
-Acaban de prender en el Pajariel.
-¿Pero qué dices?
-Tal cual. Ya hay policía bomberos...
-Hostia, es en la ladera, ¿no?
-Sí.
La mañana fue intensa porque todos se pusieron a ayudar a los bomberos en la extinción del incendio. No fue hasta el día siguiente cuando comenzaron las conversaciones para descubrir quién había sido esta vez. Muchos sospechaban de alguien en concreto. Y llegaron testigos que confirmaron sus presagios. Varios contaron lo que habían visto por la noche. José María, 40 años, también vecino del barrio, se había pasado la madrugada anterior de de un lado a otro en su bicicleta, prendiéndole fuego al bosque. Provocó hasta seis incendios.
Al día siguiente, la Policía Nacional no lo dudó. Fueron a su casa a detenerle. Según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes policiales, José María confesó que había sido el autor de todos los fuegos de este pasado lunes.
Fue el pasado martes cuando el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 8 de Ponferrada, en funciones de guardia, decretó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza de José María. Es la segunda persona detenida esta semana por la ola de incendios en Galicia, León y Asturias.
La fijación de José María por el fuego era harto conocida por sus vecinos. Los propios agentes, al detenerle el pasado martes, lo corroboraron. José María, el pirómano de la bicicleta, siente una fascinación exacerbada por quemar los bosques de su entorno. Por verlos consumirse hasta las cenizas.
La mañana del incendio
Como en Galicia y Asturias la situación pintaba muy mal, en Ponferrada quisieron ser previsores. Según cuentan los vecinos, los agentes del municipio tenían desde hacía días montado un dispositivo de máxima vigilancia por si algo ardía. En previsión del clima del fin de semana, estuvieron todos esos días en alerta. Uno de los vecinos les avisó, bien pronto por la mañana, de lo que estaba ocurriendo. Acababa de ver cómo un hombre subido en bicicleta se movía por la ladera del Pajariel.
José María iba siempre iba por Flores del Sil en bicicleta. La gente le reconocía por ese detalle. En el barrio tampoco son muchos, cerca de 9.000habitantes. Así que, quien más quien menos, muchos sabían lo que hacía este hombre. "No es la primera vez", relata una vecina del barrio, que prefiere mantener su anonimato. Saber que había sido él no le extrañó a nadie al día siguiente.
En cuanto los agentes recibieron el aviso, se desplazaron hasta el lugar para compobarlo. Con sus propios ojos vieron, como un reguero incandescente, cómo al paso de la bicicleta de José María iban apareciendo nuevos focos de fuego. Pasó por delante de una residencia de ancianos, por delante del pabellón polideportivo del barrio, por la terminal de camiones. Cuando llegaba al lugar idóneo para prender, se bajaba de la bicicleta,cogía el mechero que llevaba consigo, encendía una nueva fogata y desaparecía de allí mientras las llamas comenzaban a devorar los árboles. Así hasta seis veces.
Al terminar su recorrido, cuando vuelve de la montaña y se introduce en la ciudad mientras todo arde a su alrededor, le detienen. Al día siguiente confesó. "Dicen los agentes que cuando lo pillaron dijo que también él había provocado los incendios del verano", asegura un vecino de la zona.
De ese modo, durante varios días en El Bierzo no se hizo de día. Al menos, no lo pareció. El domingo 15 los incendios de Galicia y Asturias estaban totalmente descontrolados. También eso se notó en Ponferrada. Encrucijada de las dos comunidades autónomas, el valle fue el receptor del humo de todos los fuegos. Ya el domingo por la tarde el ambiente se advertía enrarecido en la zona. No pudo el sol con esa nube gris a ras de suelo que se instaló en la zona durante varios días. El lunes, esa humareda permaneció en el ambiente por las llamas prendidas en el el valle.
Una pareja mayor cuya casa se encuentra enfrente del monte que ardió el lunes, comenta cómo lo vivieron. "Parecía de noche del humo que había. Cuando el lunes me levanté le dije a mi marido: qué oscuro está todo, ¿no? Sabíamos que era por lo de Galicia, pero fue cuando salimos fuera cuando nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo y que también estaba ardiendo aquí".
También desde Ourense llegaron las cenizas. Los bares abrieron el lunes por la mañana no solo preocupados al ver el fuego desbocado tan cercano al barrio, sino también por que ni siquiera se podía trabajar. "El lunes, algunos andaban con mascarillas por la calle. Mi hija no fue ni al colegio, que está aquí detrás, cerca de donde empezó el fuego. Era algo que no habíamos visto nunca". Lo cuentan desde el bar Yaiza.
Esa misma mañana, las sillas de su terraza estaban totalmente negras de ese hollín con olor a eucalipto y pino que sobrevolaba toda la comarca. También por los seis incendios activos la mañana del lunes que provocó José María. Nadie había visto nada igual. A la hora del desayuno era de noche. A la hora de la comida, era de noche. Hay que recordar que no es un humo cualquiera. Esa fumareda procedente del fuego de los árboles pica en los ojos, hace imposible respirar con normalidad y se introduce por la garganta resecándolo todo.
El Pajariel, pasto de los incendiarios
José María es el segundo detenido en la oleada de incendios de esta semana. En Galicia fue llevado a prisión Miguel Ángel, un vigués que cometió una negligencia al asar unos chorizos en su finca. En Ponferrada los incendios no han avanzado tanto como en Galicia en los últimos días, donde se han quemado 35.500 hectáreas, pero también saben lo que es luchar contra el fuego. Y sobre todo en el monte Pajariel.
Se trata de un lugar de una enorme riqueza. Allí anidan águilas, búhos, lechuzas. Hay también corzos, jabalíes, nutrias, erizos y tejones. Es, como los vecinos dicen, el pulmón verde de Ponferrada, que cubre la ciudad por la zona del sur. Por entre sus árboles discurre el río Sil.
Pese a la fauna y la vegetación que contiene esta montaña, no es raro que sus vecinos lo vean rodeado de llamas. Todos o casi todos los veranos sufre incendios, la mayoría de ellos intencionados. Los últimos que resultaron realmente peligrosos se produjeron en el año 2015. En aquel entonces ardió un bosque de castaños de un kilómetro cuadrado. Días después, 4 kilómetros cuadrados de rastrojos y maleza también en esa zona saltaron por los aires devorados por el fuego.
Este verano, según ha podido saber EL ESPAÑOL, el Pajariel ha sido objeto de un plan especial de vigilancia y prevención de incendios. Cada día, un grupo de 25 agentes de la Policía Local, bomberos, Cruz Roja y Policía Nacional salían con una docena de voluntarios a revisar punto por punto el monte más querido de los ponferradinos. Aun así, no pudieron evitar que al final del pasado verano se produjese otro incendio.
Fue el pasado 27 de septiembre. Hasta la zona tuvieron que desplazarse helicópteros de extinción de incendios y miembros de las brigadas terrestres de bomberos, Policía Local y Guardia Civil.
En esta ocasión, la faena que comenzó José María con su mechero en su bicicleta la terminó la lluvia, que acabó con los focos de los incendios y con las nubes negras que durante los días anteriores se habían instalado sobre el valle de Ponferrada.
Delito contra la seguridad colectiva
José María ya está en manos de las autoridades. En cuanto le interrogaron, el hombre afirmó que efectivamente, que él había sido el causante de aquellos males. Ahora espera en el calabozo, en la cárcel de Mansilla de Las Mulas (León).
Lo más curioso del caso tiene que ver con lo que primero revelaron los vecinos a este reportero y luego confirmaron agentes cercanos a la investigación: que José María no había quemado aquel monte porque sí. Tenía una especie de fijación obsesiva con prender fuego por todas partes al Pajariel. Esas mismas fuentes aseguran que existe suficiente material como para procesarle.
El juez le va a investigar, según el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, por "un delito contra la seguridad colectiva mediante incendios".
A Flores del Sil vuelve la normalidad. Con José María, el pirómano de la bicicleta, en la cárcel, ya todos respiran tranquilos.
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