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El 27 de octubre, el profesor Borrell sirvió un par de copas, brindó y las fotografió para su cuenta de Twitter. Parecía vino blanco. Celebró: "Murió Franco, he visto al Barça ganar ligas y Champions y vivo el nacimiento de la República catalana". Su alegría duró poco más que aquella botella. Puigdemont fue presidente apenas cinco horas.
Hasta este lunes por la tarde, Jordi Hernández Borrell era el director del Instituto de Nanotecnología de la Universidad de Barcelona. Presentó su dimisión tras patinar en las redes sociales: se mofó de los "esfínteres dilatados" de Miquel Iceta, el candidato del PSC para las próximas elecciones, uno de los primeros políticos españoles en declararse homosexual.
El profesor Borrell ha perdido perdón, ha dimitido de su cargo universitario y, según ha sabido este periódico, también se ha puesto en contacto con Iceta. Todo eso a sabiendas de que era "un error imperdonable", como él mismo lo ha definido. Poco ha tardado la Fiscalía en abrir diligencias para dirimir si sus palabras suponen "un delito de odio" de carácter homófobo. La de este mes no fue la primera vez que Borrell se refirió a los esfínteres de Iceta.
Su fijación con el político socialista tiene que ver con la integración del PSC en el bloque constitucionalista. El profesor de Química acusa a Iceta de haber vendido su partido por unas cuantas monedas y por salvar el pellejo: "Es una vergüenza que te manifiestes con el franquismo sociológico".
El dia 22 D, esperem la teva dimissió. Has venut al PSC per 20 monedes. Catalunya pot prescindir d'un ser malevolent com tu. Ni ets socialista ni ets catalanista. Ets un engendre d'un partit d'impresentables donats d'esfinters. Pallasso!
— Jordi Borrell (@JorrdiB) 16 de noviembre de 2017
Él cree que su mensaje, tan sólo "una metáfora", ha sido malinterpretado. "Quien dice querer ser presidente no tendrá otra opción, si así lo quiere, que entregarse a la derecha neofranquista", trató de justificarse. Pero ya era tarde. Ese del "neofranquismo" es otro de los tics que estructuran el discurso de este investigador de gafas de pasta, pelo canoso y visitante de prestigiosas universidades en Canadá y Estados Unidos.
La "deriva" de Borrell -así la describe un concejal de Vilanova, donde reside el profesor- siguió el compás de los periódicos. A más tensión, más fuerza en el comentario. Doctor en Farmacia por la Universidad de Barcelona, malabarista de proteínas y "mente privilegiada", rescató su cuenta de Twitter el último trimestre de 2017 y la regó de pólvora. Acodado en la barra de bar que es el patio del pájaro azul, derrapó en varias ocasiones, algunas veces con más virulencia que la ya conocida de los "esfínteres dilatados" de Iceta. Cuando murió el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, resumió: "Dios ha hecho justicia".
Deu ha fet justícia. Està clar.
— Jordi Borrell (@JorrdiB) 18 de noviembre de 2017
El timeline de Jordi Hernández Borrell es un buen termómetro de su biografía. Celebra las vueltas a su ciudad, comparte colaboraciones científicas, debate con colegas acerca de nuevos descubrimientos nanotecnológicos y... discute sobre Cataluña. Casi siempre en inglés, con el objeto de trasladar al extranjero la "represión" que supone la puesta en marcha del artículo 155. El Estado es "franquista" y hemos vuelto a 1974.
Esas palabras "inaceptables y ajenas a los valores universitarios" que han llevado al rector de la Universidad de Barcelona a aceptar la dimisión del profesor Borrell fueron lanzadas al abismo de la red hace mucho tiempo. Antes que los "impostor", "demagogo" y "ser repugnante" que atribuyó a Iceta, dedicó otros cacerolazos al resto de candidatos a la presidencia de la Generalitat. A Xavier Albiol, del PP, le llama "Torrente", el brazo tonto de la ley que dibujó Santiago Segura en sus películas. A Inés Arrimadas la tacha de "neofalangista".
A uno de sus detractores en Twitter, que le reprochó algunos de sus comentarios, le respondió: "Contraje meningitis en 1969. Quedé así de tonto, aunque fui del 5% que se salvó en aquella época. Salud y lucidez".
En su Vilanova i la Geltrú de origen, a 40 kilómetros de Barcelona y de 65.000 habitantes, han decidido borrarle de la comitiva de embajadores de la localidad. "Formaba parte de ella por su gran trayectoria profesional", dice uno de los ediles de este Consistorio.
A Gerard Llovet, concejal del PSOE allí, en Vilanova, Borrell le instó a manifestarse con los falangistas y terminó llamándole "deformado". "Desde hace un tiempo no deja títere con cabeza. Está venga a cargar contra la gente del PSC", cuenta Llovet a EL ESPAÑOL. "Hace mucho tiempo que no tenemos contacto con él. Ha pedido perdón. No tenemos nada más que decir".
Jordi Hernández Borrell dejó el catalán y eligió el castellano para pedir disculpas. Insiste: "No soy homófobo".