-Estoy aquí por mi madre. Estoy buscando justicia.
Llueve intensamente en la parroquia de Asado (Rianxo) cuando un coche de la Guardia Civil se lleva a José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle, del almacén abandonado que está a apenas 200 metros de la casa de sus padres. Son las once menos cuarto de la mañana. Al coche y al hombre no solo le cae la intensa chaparrada; también los insultos quienes se acercan a la ventanilla a increparle, de quienes fueron sus vecinos durante muchos años. “¡Hijo de puta!”, “¡Psicópata!”, “¡Monstruo!”.
Los agentes lo sacan de allí cinco horas después de que les señalase el lugar en el que había arrojado el cadáver de Diana Quer, el viejo pozo del sótano de un almacén abandonado que antaño había servido para ocultar alijos de cocaína y de tabaco. El asesino confeso les llevó hasta el lugar, a menos de 200 metros de la casa de sus padres. La casa en la que él nació.
Cuando sale el detenido, todos gritan excepto dos personas. José Manuel Rebollido tiene 49 años y se cubre con un paraguas junto a su pareja. En un momento dado, con El Chicle ya lejos, ambos se acercan al periodista.
-Hola buenas. ¿Tú eres periodista?
-Sí, ¿por qué?
-Porque quería contarte una cosa. Quería contarte por qué estoy aquí.
-¿Por qué?
-Porque quiero justicia para mi madre.
La madre de José Manuel tenía 70 años y vivía en la parroquia de Boimazáns, en el ayuntamiento de Boiro. De un día para otro, desapareció sin dejar rastro. Salió a dar un paseo y nunca la volvieron a ver. “Fue un año antes de que desapareciese Diana Quer”, relata su hijo a EL ESPAÑOL. La casa de la madre de José Manuel se encuentra a apenas siete minutos, unos tres kilómetros de distancia del puente de Taragoña. Allí El Chicle arrojó el móvil de Diana Quer cuando volvía de A Pobra do Caramiñal con ella en el coche la noche del 22 de agosto de 2016.
Todo se mueve en un radio de acción muy reducido, una especie de triángulo entre Pobra do Caramiñal, Boiro y Rianxo. En esos tres escenarios han tenido lugar los principales sucesos de la cronología del caso Diana Quer a lo largo del último año y medio. La casa de la madre de José Manuel también se encuentra muy cerca del centro de Boiro, donde el pasado lunes, día de Navidad, Abuín Gey trató de raptar a punta de cuchillo a otra joven.
Ahora, José Manuel quiere saber si El Chicle está también detrás de la desaparición de su madre. Y la UCO, según ha podido saber EL ESPAÑOL, ya investiga los hechos.
“Como si la hubiera abducido un ovni”
“Cuando escuché la noticia esta mañana, automáticamente pensé en Manuela, José. Te lo juro, carallo. Te lo juro que lo pensé”. “Yo también. Se lo dije a mi marido esta mañana. José Manuel tiene que enterarse de esto”. Rodeado de los suyos, José Manuel explica la historia que le ha llevado hasta allí. El frío y el agua que cae a jarros no importa a quienes presencian cómo la Guardia Civil, la Policía Local, los GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) y los bomberos de Rianxo extraen el cadáver de Diana Quer del pozo en al que El Chicle la arrojó hace un año y medio.
Todos están pendientes del cuerpo de la joven. Solo José Manuel apenas dirige alguna mirada hacia el almacén. Solo le interesa hablar con los vecinos y algún periodista. Por lo demás, está como ausente. Cuando Adolfo Muiños, el alcalde de Rianxo, llega a la zona, José Manuel se le acerca a saludarle en cuanto este se baja del coche. Luego se dirige a varios policías, a quienes les recuerda el caso. Estoy convencido, cómo lo veis, tiene que ser él, les dice. José Manuel solo tiene la cabeza en lo que le ocurrió a su madre. “Tuvo que ser él. Es que tuvo que ser él”. Hace dos años y medio que la vida se le congeló cuando vio a Manuela por última vez, ese mismo día, antes de que desapareciera.
-Fue como si la hubiera abducido un ovni.
Manuela vestía zapatillas y ropa de andar por casa. Se apoyaba en su viejo bastón cuando salió a andar como hacía muchas otras tardes. Era 25 de julio de 2015. Día de Santiago de Compostela y Día de Galicia.
La mujer salió de la casa en la zona de Bealo y nunca se volvió a saber nada de ella. No quedó ningún rastro. No hubo testigos. Sus vecinos no supieron nada. Fue cuando una mujer advirtió que la bolsa del pan que el panadero le solía dejar cada mañana colgada de la puerta de casa todavía estaba allí. Manuela no lo había metido para dentro de la casa. Ese detalle inquietó a la vecina, que automáticamente avisó a la Guardia Civil que ya comenzó a investigar el caso. Y así hasta hoy.
El DNI y el bolso se le quedaron atrás a Manuela Lorenzo. Es de lo poco que queda de ella en su casa. Solo llevaba una pequeña cartera con las llaves del hogar. La mujer tenía problemas de movilidad, y por eso se manejaba con el bastón. Se revisó la zona del río, las fincas, las leiras, todo. Hasta el último rincón del territorio que abarca el municipio y los concellos aledaños.
Hubo batidas, operativos de búsqueda, concentraciones de vecinos… Pasaban los meses y seguía sin encontrarse nada. Fue como si se hubiera evaporado. En un mes, pese a los incontables operativos de búsqueda, no se pudo encontrar la más mínima pista, ni un resquicio por el que reconducir la investigación. No hubo un solo resultado.
Cuenta José Manuel que los dos últimos años y medio han sido como una travesía en el desierto. Que él y su familia siempre pensaron que alguien había raptado a su madre. Cuando El coche del Chicle pasa por delante de nosotros dirige su mirada fija hacia él, pero no dice nada. Cuando se marcha, vuelve a hablar: “Tiene que ser él. Estoy convencido”.
Como si se la hubiera tragado la tierra
La mañana continúa en la parroquia de Asados, frente al almacén donde se ha hallado el cuerpo de Diana Quer. Los vecinos hablan con José Manuel, le rodean en círculo y le animan una y otra vez. Muchos de los que buscaron a la joven de 18 años un año después se solidarizaron tcon la familia de Manuela 13 meses antes.
-Fíjate tú que coincidencia. ¿Sabes el mariscador que encontró el móvil de Diana Quer?
-Fuco, joder, Fuco – le responde un vecino a José Manuel.
-Ese, Fernando, que anda cogiendo almeja ahí debajo del puente de Taragoña. Bien, pues Fuco fue de los primeros que me ayudaron a buscar a mi madre cuando desapareció. Un tipo bueno bueno, que siempre me pregunta. Pues hoy también se acordó de esto.
Fue como si a Manuela se la tragase la tierra. La zona en la que se supone que desapareció es un lugar agreste, hacia dentro de la comarca de Barbanza, muy similar a los caminos estrechos y emboscados en los que se sitúan los escenarios de los sucesos que se han precipitado en los últimos días. José Manuel nunca ha perdido la esperanza.
Ahora, con la confesión de El Chicle, una puerta parece abrirse para José Manuel. Son varias las razones que avalan esta teoría. Una de ellas, el modus operandi. Después, la cercanía con la casa del asesino confeso de Diana Quer.
La teoría oficial fue que la mujer se desorientó aquella noche. Que caminó varios kilómetros hasta acabar en algún sitio indeterminado. Otra de las hipótesis que se exhibieron fue la de que un vehículo la atropellase. Por esta zona, las carreteras cuentan con muchas curvas, son tortuosas y estrechas. Los árboles se tumban sobre el asfalto oscureciendo la visibilidad y achicando todavía más el espacio. De ese modo, alguien pudo llevársela por delante y luego llevar el cadáver en el turismo para ocultarlo.
“Mi madre no subía al coche con desconocidos. Eso no lo hacía ella ni loca”, comenta José Manuel. Una nueva posibilidad se abre ahora. Con la resolución del misterio de Diana Quer, 500 días después de su desaparición, quizás haya esperanza para la familia de este hombre. Para recuperar el rastro de su madre.
José Manuel removió cielo y tierra. Recorrió el monte, los ríos, la costa. Miraron incluso debajo del puente de Taragoña, donde al año siguiente apareció el teléfono de Diana Quer. Nunca hallaron una sola novedad. Él siempre sostuvo la misma teoría: alguien se llevó a su madre para siempre. “Ahora voy a pelear para que se sepa si fue él quien se la llevó”.