La tienda llena hasta arriba de gente. Esa ha sido la respuesta ciudadana de los vecinos de Granollers al último ataque contra el comercio de los padres de Albert Rivera. La persiana de este establecimiento de comida preparada ha vuelto a ser atacada por radicales separatistas, que han perpetrado una pintada. Es la segunda vez en cuatro meses que la emprenden contra el comercio de los padres del líder de Ciudadanos. Los vecinos, sin embargo, han manifestado su solidaridad de la mejor forma que han sabido: yendo a comprar con absoluta normalidad. Porque los padres de Rivera han decidido no esperar al día siguiente como hicieron la primera vez; esta vez, han abierto las puertas de inmediato.
"Estamos tristes, pero no nos van a amedrentar. No tenemos miedo". Lo dejaron claro María Jesús Díaz y Agustín Rivera, padres de Albert Rivera, el pasado 21 de septiembre. Fue después del ataque que sufrió su comercio, una tienda de comida preparada en la calle de les Travesseres, en el centro histórico de Granollers. La noche de antes se había convocado una manifestación independentista por las calles más céntricas de este municipio, y la tienda amaneció llena de pancartas independentistas.
Un plus de gravedad
Hoy se ha repetido la historia, pero con un plus de gravedad. El ataque ya no se ha limitado a la colocación de papeles pegados con celo. Hoy ha sido pintura. Los padres de Rivera han llegado a abrir el comercio comercio y se han encontrado con un gran lazo amarillo pintado en la persiana.
Albert Rivera lo ha denunciado en redes sociales, pero sus padres no se han amilanado. Han decidido responder a los ataques con normalidad: abriendo la tienda. "Estos no viven de subvenciones públicas; son gente corriente que se gana la vida con su trabajo y tienen que reponerse cuanto antes", apuntaba un vecino de Granollers.
Y si su respuesta ha sido la de seguir trabajando, la de los vecinos de Granollers ha sido la de seguir comprando. A mediodía, la tienda estaba hasta los topes. María Jesús, la madre de Albert Rivera, declinó hacer declaraciones: "No le gusta aparecer en la prensa, pero principalmente es porque está metida en la cocina porque está hasta arriba de trabajo, que tiene la tienda llena", se ha disculpado un amigo de la familia.
La primera vez que el comercio fue atacado, los Rivera también recibieron la solidaridad de muchos de sus vecinos, que se acercaron hasta el establecimiento para manifestarles su apoyo. Esta vez, en lugar de transmitirles su apoyo, los vecinos han considerado que la mejor respuesta era no darle más importancia al ataque, entrar en la tienda y comprar comida.
Premeditación y nocturnidad
Sin embargo, no ha sido el único caso registrado en las últimas semanas. Vecinos de la zona aseguran que una mujer se dirigió recientemente al Ayuntamiento de Granollers para preguntarles si le iban a cubrir los desperfectos que se había encontrado en su casa, porque le habían llenado la fachada de lazos amarillos.
La naturaleza de los ataques se ha endurecido. La primera vez se limitaron a poner carteles. Los padres de Rivera los arrancaron y, más allá de la gravedad de los hechos y del componente ideológico de señalar a quien no piensa como tú, las consecuencias materiales fueron inexistentes. Esta vez, en cambio, el ataque sí que las tiene. Los padres de Rivera van a tener que gastar dinero para volver a pintar la persiana, ya que el Ayuntamiento no va a hacerse cargo de la reparación. Ni en este caso, ni en el de la señora que denunció que habían pintado lazos amarillos en su fachada.
No hay cámaras de videovigilancia
Esta vez, igual que sucedió en el ataque de septiembre, tampoco se ha identificado a los causantes. La tienda se halla en un extremo de la calle en el que no hay cámaras de videovigilancia. No se dilucidaron responsabilidades aquella primera vez y difícilmente lo hagan esta vez. "Obviamente sospechamos quién ha sido, pero no se va a poder demostrar porque tampoco hay imágenes", cuenta una persona próxima a la familia Rivera.
SI primero fueron carteles de papel y esta vez fueron pintadas, la gravedad de los ataques va creciendo. ¿Tienen miedo los padres de Albert Rivera? Aseguran que no. "Nos quieren poner en el foco, pero no les tenemos miedo: mañana vamos a volver a abrir", declaró María Jesús Díaz. En esta ocasión, ni siquiera han esperado un día. Sin hacer caso a la intimidación, han levantado la persiana y se han puesto manos a la obra. La familia Rivera ha considerado que la mejor forma de plantar cara a estos ataques cobardes y con nocturnidad, es seguir trabajando. Los vecinos de Granollers, cuna de Ciudadanos, piensan lo mismo: siguen comprando y haciendo vida normal, aunque los radicales sigan señalando.