A estas alturas de la semana, probablemente ya habrá escuchado que Jeff Bezos, ese empresario estadounidense de apellido español que fundó Amazon hace dos décadas, se ha convertido no sólo en el hombre más rico del mundo, sino en la persona más adinerada de la Historia de la humanidad. En lo que quizá no haya reparado es en que usted, -sí, usted-, podría haberle seguido los pasos si hace 20 años hubiera elegido su filosofía de vida y se hubiera atrevido a lanzarse a la aventura financiera, confiando en un joven visionario que pretendía crear una librería virtual del tamaño del río Amazonas.
Como es conocido, aquel proyecto desbordó la literatura online y acabó convirtiéndose en un enorme bazar abierto las 24 horas al día. Pero volvamos a los inicios. Por un momento, imagínese que el día en que Bezos sacó a bolsa su empresa, usted se hubiera animado a invertir aproximadamente un millón de pesetas, o digamos 5.000 dólares. Aquel 16 de mayo de 1997, las acciones de Amazon irrumpieron en el mercado a un precio de 18 dólares. Hoy valen 1.276 cada una, por lo que aplicando las revalorizaciones y los intereses acumulados, esa inversión equivaldría a más de dos millones de dólares actuales.
No se lamente. No es el único que no auguró hasta dónde llegaría aquel incipiente minorista en línea, hoy convertido en un magnate cuya marca está presente en la rutina de medio mundo. Sin ir más lejos, en EEUU es imposible imaginarse la vida sin recurrir, una o varias veces al día, a alguno de los tentáculos de este emporio. Aquí ya resulta difícil no pasar por la caja de Bezos al leer una novela -en un Kindle-, ojear el Washington Post, ver una película o una serie del servicio Amazon Prime, hacer la compra en la cadena de supermercados orgánicos Whole Foods o, sencillamente, adquirir cualquier bien imaginable a través de su web para recibirlo, prácticamente en unas pocas horas, en casa.
Cuando nada de esto era predecible
Por supuesto, nada de esto era predecible en aquel 1997, cuando los medios ya llamaban la atención sobre el debut de Bezos en el parqué neoyorquino. Los Ángeles Times destacaba que, pese a las pérdidas que arrastraba la compañía, sus acciones habían subido cinco dólares y medio, hasta los 23,50, en sólo una sesión. Nada menos que un 31%.
Antes de aquel bautizo financiero, la joven empresa ya sumaba dos años de vida, tenía su sede en Seattle y aún no era rentable; es más, había perdido tres millones en el primer trimestre de aquel año, aunque sus ventas iban creciendo. Pese a estos datos económicos no del todo claros, la fortuna y el Nasdaq vieron futuro a la distribución de un catálogo de millones de libros por Internet e inyectaron combustible verde a aquel sueño.
Ese dinero contribuyó al despegue de la marca. No hay que olvidar que Amazon nació en un garaje, como tantas otras experiencias de éxito empresarial en EEUU. Más de dos décadas después, Bezos es el hombre más rico del mundo y de la Historia de la humanidad, aunque por supuesto, más allá de los titulares, los expertos recalcan que resulta muy complicado comparar la riqueza de siglos pasados con la época actual.
Del Garaje a desbancar al Rey Salomón
La lista de desbancados por Bezos es larga. Un reciente estudio concluyó que un banquero de una dinastía de Hamburgo, Jacob Fugger, fue el hombre más rico de todos los tiempos. Sin embargo, otro análisis de Visual Capitalist y Texas Precious Metals lo colocaba por detrás del rey de Tombuctú y cerca de Guillermo el Conquistador. Todos ellos habrían quedado por detrás del CEO de Amazon.
Otros que ocuparon el Olimpo de los supuestos millonarios históricos, según Marketwatch, fueron Augusto, el primer emperador romano, hijo adoptivo de Julio César, quien controlaba gran parte de los estados más poderosos del mundo, incluido Egipto, que suponía el 25% del PIB mundial en aquel momento. En total, se estima que poseería 4,6 billones de dólares. Luego está el Rey Salomón, de quien se dice que recibía unos 40.000 millones de dólares en oro cada año como tributo, lo que pudo llevar su fortuna a 2,2 billones.
En cualquier caso, equiparar estas fortunas puede resultar una tarea inexacta. Lo que es seguro es que, en la actualidad, Bezos se ha coronado en la lista de los millonarios. Según Bloomberg, este miércoles su fortuna llegó a los 106.000 millones de dólares, por encima de los 93.000 del fundador de Microsoft, Bill Gates.
Esta escalada se debe a que los títulos bursátiles que este empresario posee de su compañía, unos 80 millones, llevan más de 12 meses disparados, subiendo más de un 55% durante 2017, y casi un diez en lo que va de 2018. No obstante, estas mediciones tienen cierto peligro, ya que lo que la bolsa da, la bolsa lo puede quitar con una fluctuación de las acciones. En cualquier caso, de momento los mercados lo han catapultado a lo más alto, justo en la semana en que Jeff Bezos cumple 54 años.
A lo largo de este tiempo, Jeffrey Preston Bezos ha ido desvelando en diversas entrevistas la receta de su éxito, una fórmula que tiene sus particularidades. Aquí resumimos algunas de esas claves.
1. El ‘origen’ hispano-cubano
Aunque es estadounidense, a Bezos no le faltan países que gusten de atribuirse parte de sus raíces o de la de sus ancestros, como Cuba y España, aunque lo cierto es que no corre sangre hispana por las venas de este genio. Pese a ello, sí que ha recibido cierta influencia latina por parte de su padrastro, cuyos antepasados sí eran españoles, concretamente de Valladolid.
Su madre Jacklyn lo tuvo siendo una adolescente, con 17 años, aunque pronto se separó de su padre biológico. Dos años después, conoció a un ingeniero cubano, Miguel Ángel Bezos, en la Universidad de Nuevo México, un joven inmigrante que había llegado al país siendo un adolescente como refugiado, en 1962, dentro de la Operación Peter Pan, un plan organizado por el gobierno estadounidense y la Iglesia católica para sacar a 14.000 niños de la isla ante el temor de muchos padres de que fueran adoctrinados dentro del comunismo o enviados incluso a la Unión Soviética.
“En lo que a mí respecta, sólo tengo un padre y es él”, ha sostenido el empresario cada vez que se le ha preguntado sobre Miguel Bezos, que en 1968 lo adoptó legalmente, cediéndole su apellido. La ascendencia española llega a través del padre de Miguel, Salvador Bezos, un español procedente de Villafrechós, Valladolid, que emigró a Cuba en la primera mitad del siglo XX.
2. Elegir una esposa que te saque de la cárcel
A la hora de elegir compañera de aventura, siempre tuvo claro que quería a alguien con ingenio. “Quería una mujer que pudiera sacarme de una prisión del tercer mundo”, narraba en una entrevista. La afortunada fue MacKenzie Bezos, con la que lleva 24 años casado. Se conocieron en D.E. Shaw, la firma de inversiones financieras en la que Jeff trabajaba como vicepresidente antes de lanzarse a crear Amazon. La entrevistó para un puesto y, desde entonces, forman un equipo.
De hecho, fue una de las primeras personas a las que contó su plan de negocio en 1993. Al año siguiente, ambos renunciaron a sus trabajos y viajaron a Seattle para fundar Amazon. MacKenzie se convirtió en contable de la compañía y en uno de los primeros empleados. Ahora es novelista y asegura que su esposo es su mejor lector.
3. Dejar a los hijos experimentar
Dentro de su filosofía familiar, Jeff y su esposa intentan no ser sobreprotectores con sus hijos. Según relata, permitieron que sus pequeños utilizaran cuchillos afilados desde que tenían cuatro años y que hicieran lo propio con otras herramientas. La idea es que si se lastiman, aprendan. “Preferiría tener un niño con nueve dedos que un niño sin recursos”.
4. Conciliar es producir
El equilibrio entre la vida personal y profesional es importante para Bezos. Es más, considera que beneficia al rendimiento. “El equilibrio implica una estricta compensación". A su juicio, producir en el trabajo “me hace sentir mejor en casa”, y esto a su vez, le hace “un mejor empleado y un mejor jefe”.
5. La clave: imaginarse con 80 años arrepintiéndose
Jeff Bezos había estado trabajando con éxito en el campo de la ingeniería de software financiero en Wall Street para la firma D.E. Shaw. Según relata en varios medios, en 1994 le dijo a su jefe que quería abrir una tienda de libros en Internet, a lo que éste le respondió que era una gran idea, pero “para alguien que no tuviera un buen trabajo”. Se tomó unos días para reflexionar y aplicó un curioso método.
“La mejor manera de pensarlo era imaginarme con 80 años y tomar la decisión de minimizar mis arrepentimientos”. Así concluyó que al final de su vida sentiría remordimientos por las cosas que hizo mal, pero sin duda le sabrían mucho peor los “caminos no tomados”. “Entonces fue inmediatamente obvio”, recuerda, cuál debía ser la decisión. Dejó el trabajo y se trasladó a Seattle para crear Amazon. “Si fallaba, me sentiría muy orgulloso de haberlo intentado”.
Este método le ha acompañado a lo largo de su trayectoria. “Todos podemos elegir nuestras historias de vida. Son nuestras elecciones las que nos definen, no nuestros dones. Sólo puedes estar orgulloso de tus decisiones. O eliges tranquilidad y comodidad, o servicio y aventura”. En su opinión, nuevamente, con 80 uno estará más satisfecho de la segunda opción.
6. El reto pendiente de ser 'barman'
En el plano imaginario, Jeff Bezos también es una caja de sorpresas. En un foro en Los Ángeles el pasado noviembre, su hermano Mark lo entrevistó en público y le preguntó qué estaría haciendo si no hubiera fundado Amazon. Jeff respondió que “sería un ingeniero de software muy feliz”, centrado probablemente en la Inteligencia Artificial. No obstante, reconoció que tiene una espinita clavada. “Tengo la fantasía de ser camarero. Me enorgullezco de mis cócteles artesanales”, reveló antes de admitir que es extremadamente lento. De hecho, en sus sueños, su bar tendría un letrero que diría "¿lo quieres bien o lo quieres rápido?”.
7. Apostar por el periodismo de investigación
En sus decisiones empresariales casi siempre hay una motivación. Cuando explica por qué adquirió el Washington Post en 2013 por 250 millones, recuerda cómo su abuelo veía las audiencias televisadas del caso Watergate. Aquel interés le enseñó a valorar el periodismo de investigación.
Muchos analistas creen que precisamente esta posición le ha costado al empresario un poderoso enemigo, ya que podría ser la causa real de la animadversión mostrada públicamente por el presidente Donald Trump contra Bezos, al que alguna vez ha acusado de destruir empleos en el pequeño comercio. Por supuesto, influye también que Amazon ha criticado decisiones de la Casa Blanca como la del veto migratorio.
8. No se distrae con el móvil
El fundador de Amazon no es una persona multitarea. Su hermano Mark asegura que Jeff rara vez se distrae con su teléfono. El propio Bezos lo explica. “Cuando ceno con amigos o familiares, me gusta hacer lo que sea que esté haciendo. No me gusta hacer múltiples tareas. Si estoy leyendo mi correo electrónico, quiero leer mi correo electrónico”.
9. Elegir cada empleado personalmente
Cuando Amazon echó a andar, cada empleado desempeñaba un papel clave en la empresa, por lo que la calidad de los nuevos contratados era tan crucial para el éxito. Entonces Bezos no sólo estaba centrado en agradar al cliente sobresaliente, sino que también era exigente con los empleados. Quería los mejores.
Los entrevistaba personalmente, uno por uno, y con detalle. “En reuniones de contratación interminables, Bezos, después de entrevistar al candidato por sí mismo, interrogaba a todos los demás entrevistadores, y ocasionalmente elaboraba cuadros en una pizarra que detallaba las calificaciones del buscador de empleo”, comenta un compañero de aquella primera etapa. “Uno de sus lemas era que cada vez que fichábamos a alguien, él o ella debería elevar el listón para la próxima contratación, de modo que el conjunto de talentos en general siempre mejoraba”, recuerda Nicholas Lovejoy, el quinto empleado de Amazon, según recoge CNBC.
10. No dejar de pensar en el futuro
Bezos ha sido un visionario. Ha detectado los cambios en hábitos de consumo de EEUU y sus nuevas necesidades. En cuanto percibió una nueva tendencia hacia la alimentación sana entre los millennials, se hizo con la cadena de supermercados ecológicos Whole Foods por 12.200 millones. Cuando advirtió que el turismo empezaba a buscar otro tipo de alojamientos, apostó por Airbnb. Y ha ido incluso más lejos.
Su jugada más arriesgada es Blue Origin, compañía que creó en 2000 para desarrollar viajes al espacio y naves con las que llevarlos a cabo. Bezos lo tiene claro. El hombre querrá salir de la Tierra en algún momento. La inversión de ahora despertará el mercado. “Tenemos que reducir el coste inicial para que miles de empresarios puedan tener nuevas empresas en el espacio, como pasó con Internet”.
El turismo espacial puede ser todo un filón. Este genio de la empresa espera que el primer vuelo espacial salga de Cabo Cañaveral a finales de esta década. El proyecto se está financiando a través de la venta de acciones propias de Amazon. Por si las moscas, permanezca atento, y vigile los movimientos de Bezos. Y si los viajes galácticos salen a bolsa, no lo dude. Cuando tenga 80 años seguramente lo agradecerá.