Deportista y amante de las motos. Si algo define a Jordi Pelfort, el detenido por la Policía Nacional por amenazar de muerte a Albert Rivera, es su gusto por las cilindradas y por su profesión, la peluquería. Lo demuestra él mismo en su perfil de la red social Facebook, la misma cuenta en la que escribió que el líder de Cs "lo único que se merece es un tiro en la cabeza". A última hora del viernes, ha quedado en libertad a disposición de la autoridad judicial tras prestar declaración.
Jordi, casado y de 48 años, nació en la misma ciudad en la que ahora reside, Igualada (Barcelona), a 60 kilómetros de la Ciudad Condal. Este municipio, capital de la comarca de Anoia y de algo menos de 40.000 habitantes, le ha visto crecer personal y profesionalmente. En el centro de Igualada tiene su negocio de peluquería.
Su pasión por las motocicletas también le ha llevado a correr rallies clásicos. Jordi, sin antecedentes policiales, es una persona socialmente inquieta y que comenta la actualidad política y social que vive España a raíz del desafío independentista catalán a través de sus redes sociales. También se autoproclama animalista, con diversas muestras en contra del Toro de Tordesillas.
Sensibilidad artística
Pero también tiene sensibilidad artística. Lo demuestra compartiendo críticas y noticias sobre espectáculos teatrales. Además, comparte poemas del creador Miquel Martí como el titulado Vora mar:
Que el mar i el vent t’ensenyin la cadència
del seu vaivé i, a poc a poc, et tornin
a encendre als ulls el flamejar dels somnis.
Jordi se encuentra detenido en calidad de investigado acusado de un delito de amenazas graves y otro de incitación al odio. Ha sido detenido en la mañana de este viernes, cuando se disponía a abrir su peluquería.
Denuncias por amenazas a líderes catalanes
Este peluquero de Igualada no es el primer ciudadano que se enfrenta a la justicia por comentarios en redes sociales dirigidos a políticos catalanes. Rosa María Mira i Puigpinós, la filóloga que deseó una violación en grupo a Inés Arrimadas, aceptó una pena de cuatro meses de cárcel, que quedaba en suspensión a condición de que no delinca en dos años, por un delito contra la integridad moral.