Es madrugada en Callosa de Segura, un pueblecito de apenas 19.000 vecinos al sur de la provincia de Alicante. Una grúa se lleva la gran cruz de mármol blanco que preside la plaza de la iglesia, levantada en 1940 en honor a los "caídos por Dios y por España". El alcalde y sus concejales se han atrincherado en el Ayuntamiento. Sobre el adoquín, "rojos" y "nacionales" se insultan puño cerrado y brazo en alto. Este municipio de tejado de ladrillo y paredes blancas vive atrapado en la Guerra Civil ochenta años después.
La "aplicación de la Memoria Histórica" -según el alcalde del PSOE- y el "ataque a la religión" -en palabras de los vecinos que se oponían- ha terminado con el monolito en un camión, la plaza blindada por la Guardia Civil y un par de detenidos por presunto atentado contra la autoridad.
Al amanecer de este lunes, los operarios siguen trabajando para retirar la peana que sostenía la cruz, pero unos papeles recién llegados del Tribunal Superior de Justicia ordenan la "suspensión cautelar" de la acción. El alcalde sostiene que el mandato no es de carácter retroactivo y que el mármol que puso Falange no debe volver, pero sus oponentes van a abrir un nuevo capítulo judicial para hacer valer lo contrario. En los juzgados, en la calle, en el bar... Callosa sufre la sal en las heridas del 36.
"Se acabó el tiempo de las palabras"
"Son días de infarto", dice un vecino. "Se acabó el tiempo de las palabras, esto sólo puede resolverse en los tribunales", expresa el abogado de la plataforma ciudadana en defensa de la cruz. Desde que, en marzo de 2016, el Gobierno tripartito -PSOE, IU y una marca blanca de Podemos- acordara retirar el mármol, Callosa ha arrojado fotografías en blanco y negro: manifestaciones con cirios en mitad de la noche, marchas falangistas... Decenas de los nostálgicos que ahora buscan el regreso de la cruz, se organizaron para custodiarla día y noche durante cuatrocientas jornadas.
En Callosa de Segura la guerra hizo estragos con dos colores. Al estallar el golpe, algunos adscritos al republicanismo "sacaron de paseo" a decenas de partidarios del pronunciamiento militar. Una vez triunfó la maniobra de los generales africanistas en la localidad, los delitos de sangre se dieron a la inversa. Hijos y nietos de asesinos y asesinados conviven en este pueblo de menos de 20.000 habitantes al que parece no haber llegado la Transición.
Los "caídos" que intentaron "liberar a José Antonio"
La cruz de mármol blanco alojaba un "homenaje" diverso. Corría 1940. El día de su inauguración, entre sotanas, tricornios y camisas azules, se descubrieron alrededor de ochenta nombres. Un par de ellos correspondían a sacerdotes ejecutados. El resto, mitad y mitad aproximadamente, se dividía en dos grupos: por un lado, industriales, "gente de la CEDA" y vecinos; y por el otro, el destacamento de falangistas que partió hacia la cárcel de Alicante para liberar a José Antonio Primo de Rivera, que acabó pasado por las armas -datos facilitados por el Consistorio-.
En septiembre de 2017, la iglesia borró de motu proprio el yugo y las flechas y las alabanzas explícitas al fundador de Falange. Hasta que llegó la ley de la Memoria Histórica. En 2015, un acuerdo entre las tres fuerzas de izquierda arrancaba la alcaldía al Partido Popular, que había gobernado ininterrumpidamente durante tres legislaturas.
Aunque no lo llevaba en el programa, el Gobierno tripartito se propuso quitar la cruz de la plaza, lo que soliviantó a los vecinos. Asesorado por la comisión de vestigios de la Comunidad Valenciana, el regidor socialista apostó por llevar el monolito a un centro de interpretación histórica. Ahora, con las postillas arrancadas otra vez, la cruz de Falange se haya custodiada en un almacén de la localidad, a la espera de que resuelvan los tribunales.
El alcalde: un abuelo en cada bando
El alcalde que ha sacado de quicio a los partidarios de la cruz y que ha colmado un deseo histórico de quienes le votaron se llama Fran Maciá. Es de Callosa de Segura "de toda la vida". El nieto de la "del pan"y de la de "la tienda de zapatillas". Por parte de padre, su abuelo combatió con el bando nacional. En el lado materno, fue justo al revés. Un tío abuelo suyo se refugió en la URSS.
En conversación con este periódico, Maciá reconoce que las ascendencias condicionan todavía sobremanera la política en Callosa. Cuando la tensión se tornó en amenazas de muerte vía redes sociales, el regidor denunció ante la Guardia Civil: "Me di cuenta de que habíamos traspasado el límite". "A este alcalde hay que pegarle dos tiros", leyó en la pantalla. Para los de Izquierda Unida se recetaba "pastillas de jabón en la boca" y "tortura".
Maciá, en conversación con este diaro, se muestra convencido de que la mudanza de la gran cruz formaba parte de la Memoria Histórica: "Aunque ya no estaban las alabanzas a Primo de Rivera, ese monumento fue levantado con una intención". Se define sin tapujos: "Republicano, ateo, casado por lo civil y con los hijos sin bautizar". Lo explícito de sus convicciones le ha jugado una mala pasada en la noche de autos. Desde la ventana de su despacho, alguien de su equipo de Gobierno grabó en vídeo los movimientos de la grúa. A Maciá se le escucha silbando el himno de Riego en tono festivo. "Han sido muchas demandas, mucha tensión. Somos personas... A veces nos equivocamos. No tengo problema en disculparme. Tengo claro que soy el alcalde de todos los vecinos. Por eso, por ejemplo, acudo a los actos religiosos si alguien me invita porque considero que es mi deber".
"Esto es un limbo legal absoluto"
Sabe que lo peor está a la vuelta de la esquina. Habla de "limbo legal absoluto": "A ver qué pasa. Mis abogados me han dicho que no tenemos que volver a colocar la cruz, que la suspensión cautelar no es retroactiva". Unas palabras que contrastan con el mensaje de Abogados Cristianos: "Mañana mismo pediremos la reposición".
"Tomamos esta decisión para dar un salto hacia delante, pero a veces tengo la sensación de que nos ha sumido más en el pasado... Otras es al contrario, no lo sé", se sincera.
A pesar del himno de Riego silbado en el despacho, insiste en el "cariño" que ha intentado poner: "Hay quien dice que hemos destruido la cruz. Es mentira. Se ha hecho con una sierra de diamante, que tiene un corte muy fino, para no dañarla".
Relata que el operativo de la Guardia Civil fue por la noche para reducir los altercados en la medida de lo posible: "Las fuerzas de seguridad sabían que era probable que grupos de extrema derecha se mezclaran con los vecinos que se reivindicaban de forma pacífica. Había que evitar que un porrazo fuera a la señora que, legítimamente, pidiera mantener la cruz".
Uno de los detenidos, escoltado por la Guardia Civil, dejó la plaza al grito de "¡Callosa resiste! ¡Por Dios y por la patria!". Otra vez ese rugido vetusto, de 1936. Igual que el himno de Riego a modo de revancha. Callosa de Segura, en la trinchera.