Asoman las primeras luces en Oviedo (Asturias). La capital del Principado se despereza poco a poco según va comenzando el día. La fina lluvia que cae a principios del mes de febrero moja las casas y las caras de sus 220.000 habitantes. Son los compases iniciales del día y ya hay un goteo continuo de gente. No es de extrañar: las calles, colmadas de silencios, son el escenario para más de mil jóvenes. Van, vienen, se mueven por los alrededores del Seminario de la ciudad. Son médicos recién titulados que acuden a Asturias para prepararse el examen más determinante de su incipiente carrera: el MIR.
Las prisas y las ojeras les delatan. Oviedo es la capital de este examen médico en España. Cada año, 1.200 alumnos deciden hacer las maletas y mudarse a la ciudad para preparar el concurso. La población flotante, que se repite curso tras curso, se deja notar. A primera hora o a última, es sencillo encontrarse a grupos de estudiantes comentando el temario médico. La fama que ha adquirido el método de preparación de la primera academia de la ciudad, fundada en 1988, hace que en el municipio haya un peregrinaje constante. Es una circunstancia singular que no sucede en ninguna otra ciudad española.
La puntuación que los graduados saquen en la prueba les permitirá escoger especialidad médica en la que formarse. O quedarse fuera. La nota supone un 90% de su calificación final. El otro 10% es su expediente académico.
Luisa Gámiz -24 años, de Huétor Tájar (Granada)- es una de ellas. Estudió la carrera en la Universidad de Granada y ahora vive a escasos tres minutos de la sede de su academia preparadora, a mil kilómetros de casa. Ahora, aprovecha cada instante para repasar, estudiar y memorizar. Apenas quedan cinco días para el día M. EL ESPAÑOL la acompaña durante una jornada para conocer el día a día de un estudiante MIR en el epicentro nacional de la preparación de este examen. Luisa no deja nada al azar. Tiene un planning hecho al milímetro que cumple a rajatabla, nieve, llueva o haga sol. Y una máxima: los domingos son libres.
El examen es simultáneo a nivel nacional
El examen del MIR determina la especialidad y centro sanitarios en los que los nuevos médicos residentes continuarán formándose. Es un embudo en el que no hay vuelta atrás. Este año se celebra el sábado 10 de febrero, de manera simultánea en toda España, en unos 50 centros examinadores distribuidos por toda la geografía nacional. Una prueba de 235 preguntas en la convocatoria de este año (llamada 2017 pues es cuando se inicia el proceso desde el Ministerio de Sanidad) para la que se presentan 14.000 alumnos. Sólo hay 6.400 plazas. Hagan cuentas.
Luisa comienza el día temprano. A las 6.30 tiene puesta la alarma. Otros días se permite dormir media hora más en la mañana, aunque la recupere por la noche. No importa qué suceda: siempre pasa 16 horas diarias estudiando. “Siempre supe que me vendría a Oviedo a prepararme el MIR. Mi hermano ya lo había hecho aquí anteriormente y le fue bien. Yo no lo dudé: por mi forma de estudiar, el método de la academia era el que yo necesitaba. Si no, no creo que hubiera podido”, cuenta a la reportera. Es una chica alegre, divertida. Se le nota en los ojos a pesar de las marcas de cansancio.
Ella usa media hora rápida para desperezarse, vestirse y desayunar algo rápido. De 7 a 11 de la mañana repasa y repasa sin parar.
"No hay manera de desconectar"
Comparte piso con dos chicas más. Las tres están preparándose el MIR y las tres son andaluzas. Estudiaron juntas en Granada “pero no nos llevábamos”, comentan entre risas. Es el descanso de media mañana. Media hora en la que Luisa, Rafaela y Lourdes están felices de “romper un poco la rutina” con la intromisión de la periodista en su hogar. “Si no, en los descansos volvemos a hablar del examen y no hay manera de desconectar”, cuenta Rafaela. “Hombre, teniendo en cuenta la de horas que le echamos al día exclusivamente al temario, difícilmente podemos charlar de otra cosa”, ríe Lourdes.
Los minutos son aprovechados al máximo por este trío de estudiantes. Mientras Luisa prepara unas tostadas, Lourdes saca la ropa de la lavadora y la tiende. Rafaela está inspeccionando la nevera. Finalmente, se decide por un yogur.
一¿De dónde sacáis tiempo para la compra y para la limpieza?
一Ahora tenemos contratado un servicio especial para MIRes que nos traen a casa un menú diario. Pero sólo este mes. Los seis meses anteriores lo hacíamos los sábados, cuando terminábamos de estudiar. Pero al ser el examen la semana que viene, ya todo cuenta.
Tres horas diarias de clase de lunes a sábado
A las 11.30 horas se termina el asueto. Las chicas se vuelven a sus cuartos. Se encierran porque cada una tiene una forma distinta de estudiar. Lo que sí tienen en común son las tres horas de clase diaria en la sede de la academia, el Seminario de Oviedo. Ahora no lo habita le fe, sino la ciencia. Normalmente, los alumnos van a un ritmo de una asignatura por semana, pero con el examen en ciernes, ya repasan una materia al día.
El catering del que habla Luisa es uno de los negocios paralelos que han surgido en Oviedo a raíz de la fama de la ciudad con respecto al examen médico. No sólo otras academias preparadoras, sino residencias, pisos en alquiler, servicios de lavandería, descuentos en peluquerías, librerías e incluso viajes organizados. La mayoría de los estudiantes que acude a Asturias acaba residiendo en un piso -”es mucho más económico, en torno a 200 euros al mes por habitación”-. Si se opta por el pack entero (residencia+comidas+lavandería+limpieza) la cuenta supera las cuatro cifras al final de cada mes.
Los MIRes aportan unos siete millones de euros a la economía de la ciudad, según afirma el responsable de Márketing de la Academia MIR Asturias, la referente nacional en cuanto a preparación y a la que acuden Luisa, Lourdes y Rafaela.
Feminización de la medicina
La empresa, fundada por el cirujano maxilofacial Jaime Baladrón y la ginecóloga Belén Aldecoa, nació en marzo de 1988 cuando ambos médicos se propusieron ayudar a unos amigos a prepararse el examen que ellos mismos acababan de aprobar. En la primera clase tuvieron 135 alumnos. Ahora, MIR Asturias cuenta con 1.200, repartidos en dos turnos: “Son un 65% chicas, un 35% chicos”. También con una lista de espera de dos años. Si alguien quiere matricularse, ya sólo hay plaza para el MIR 2020 en adelante.
“La intensidad de las clases ha variado con los años, pero el modelo siempre fue de clase diaria. Y, sobre todo, cambiar la mentalidad: las clases sirven para repasar lo que se ha estudiado en casa. No al revés”, cuenta Baladrón a este periódico.
Actualmente cuentan con alumnos de 35 nacionalidades diferentes. La mayoría son españoles, pero no es extraño encontrarse con estudiantes chilenos, árabes y rusos.
El negocio es boyante. La dirección de MIR Asturias, cuestionada por este periódico, ha preferido no desvelar su facturación anual. El curso, de 17 meses de duración, vale 3.862 euros. Pero en 2016, la empresa facturó 5,68 millones, un 28% más que el año anterior, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil.
Después de comer, Lourdes y Rafaela acuden a clase al seminario. Ellas van en el primer turno, que lo integran 600 personas. Son tres horas de lección con un breve descanso en medio de quince minutos. Luisa lo hace en el segundo, que dura desde las 19 a las 22 horas.
一¿Te sientes preparada para afrontar el examen?
一Hay gente que siente que lo que estudiamos es MIRdicina en lugar de medicina. Puede ser porque al final es un entrenamiento, pero no es tan horrible. Al final disfrutas de la experiencia. Cuando vienes a Oviedo, sabes a lo que vienes y te conciencias. Y es chulo. Es casi un Erasmus, porque vives fuera de tu casa, con gente que está en las mismas que tú y te centras en la experiencia, pero sólo estudiando. Aunque los domingos nos divirtamos muchísimo.
Cinco pantallas en tiempo real
El auditorio al que van tiene tres plantas y cinco pantallas que retransmiten simultáneamente la clase a tiempo real. También se puede seguir por internet. El profesor lleva un micrófono y su voz retumba por las paredes del seminario. El grueso de alumnos se sitúa en la planta baja, con mesas corridas y bancos. Pero también hay estudiantes en la primera y segunda planta, donde toman apuntes en sillas de pala.
Al salir de la clase se produce una desbandada general. Los alumnos tienen prisa. Los vecinos y los comercios cercanos lo saben y tratan de ayudar. En la farmacia de Lucía Beramendi bien lo saben: están a un minuto del Seminario e intentan que si un MIR está en la cola “pues lo pasamos antes”. “No es cuestión de darle preferencia, pero como normalmente sólo llevan unos tapones para los oídos o un suplemento de vitaminas, no le vas a tener esperando detrás de alguien con muchas recetas”.
"Que vengan, que vengan"
Los vecinos de la zona están encantados. “Se llenan los pisos con gente estudiosa, que no da problemas y que son jóvenes”, cuenta una pareja de ancianos que reside en la calle Muñoz Degraín. “Que vengan, que vengan. Nosotros lo preferimos. En nuestro edificio hay dos pisos llenos”, sentencia la mujer.
Al caer la noche, se cierran las bibliotecas y los MIRes que prefieren estudiar fuera de casa se recogen. “El único apoyo municipal que hemos tenido ha sido que se aumente el horario de las bibliotecas públicas”, comentan desde MIR Asturias. “Pero tampoco lo hemos buscado. Somos independientes, no recibimos ninguna ayuda y así queremos que siga siendo”.
Mientras tanto, Luisa aprobará el MIR y, si saca buena nota, escogerá una especialidad que no conlleve cirugía, acorde a su gusto. Pediatría, médico de familia o neumología son sus preferidas. Depende de la Comunidad Autónoma en la que ejerza también variará su remuneración. Los residentes cobran entre 14.000 y 16.000€ brutos anuales. Donde mejor se paga es en Canarias, Ceuta y Melilla. Donde peor, en Madrid, Castilla-La Mancha y Asturias.
Al final, todo depende de los resultados de la prueba del sábado. Una apuesta de doble o nada.