"La gran mentira de ETA, que ha terminado con su rendición, supone que a partir de ahora vuelvo a ponerme la pistola en el cinto y a estar listo para aquella bala que prepararon para mí hace muchísimos años, cuando a través de un pasquín con el que empapelaron todo el País Vasco decían que el pueblo nunca perdona. Me sentenciaron a muerte de por vida y no solo ETA, se referían a todos los que tengan que ver con su entorno y sus simpatizantes, incluso con alguien que quiera hacerse el héroe”.
Quien así habla se llamaba Mikel Lejarza Eguía cuando sus padres le trajeron a este mundo, pero tras infiltrarse en ETA, desde 1973 y hasta 1975, ha cambiado de identidad tanto como cambia una modelo de vestidos durante un desfile. Ha sido el agente que más daño ha hecho a la banda en toda su historia: más de 300 detenidos al final de la operación y durante los siguientes 20 años, en los que siguió persiguiéndoles. Fue tal el agujero que le produjo a ETA -jamás pensaron que un infiltrado pudiera llegar a ser miembro de su Comité Ejecutivo como jefe de Infraestructura-, que, como dice Lejarza, su sentencia de muerte no tiene fin.
Lejarza fue captado por el servicio secreto cuando era un veinteañero dedicado a trabajar como decorador. Un caso excepcional pues carecía de formación como policía o militar, que era lo habitual. Su carácter civil, dominio del euskera, religiosidad, capacidad de improvisación y determinación para acabar con la lacra terrorista, fueron determinantes para su triunfo como infiltrado.
Lleva 43 años moviéndose por España y el mundo trabajando para el servicio de inteligencia y ha aceptado hablar con EL ESPAÑOL.
-¿Ha habido algún tipo de interés para que ETA durara tantos años?
"En lo que se refiere a esta rendición de ETA, no le quedaba otra, pero se tenía que haber acabado hace muchos años. Ya en el primer golpe que les dimos con mi infiltración en 1975 nunca pude entender que no hubiéramos acabado totalmente con ellos. En 1980, ETA político militar, cuando prácticamente ya no existía, hizo una pantomima de disolución parecida a la de ahora. Porque los cuatro militantes que quedaban se habían pasado a ETA militar y la controlaban. Eran los cuatro cabezas locas que habían conseguido escapar en 1975 de la redada, unidos a la gran suelta de presos amnistiados que hubo con UCD".
"Estos etarras fueron alimentados por intereses políticos ocultos, como he venido diciendo durante muchísimos años. Entonces era delincuencia armada pero interesaba políticamente. Hizo que engordaran las arcas del gobierno vasco, que siempre ha manipulado desde el primer momento todo lo que ha sido la dirección de ETA, o por los menos a su número uno. Con eso consiguieron tener una cuerda muy sensible de unión con el gobierno central para poder estirar y apretar. Tampoco he visto que los gobiernos centrales hayan hecho mucho para el final de ETA que se podía haber producido en diversos momentos".
-¿Cree en la sinceridad de ETA al anunciar su fin?
"Esta pantomima de la disolución televisada tranquiliza a los ciudadanos y todo lo que sea tranquilizar está bien, al fin y al cabo todos hemos luchado para que esto se acabe. Pero ahora queda el descontrol, que para mí es lo más perjudicial que puede pasar, desde que yo tuve que empezar a esconderme. Ahora me viene a la cabeza aquello que me dijo en su día Emiliano, mi antiguo oficial de caso, de que “Lobo serás errante para toda tu vida, tendrás que andar en la oscuridad, tendrás que vivir camuflado”. Esto me convierte ahora en un trofeo importante para cualquier imbécil, como se demostró tras el final del IRA".
"Ahora se acaban las protecciones. Yo, por supuesto, nunca dejaré de tener mi propia gente de seguridad, pero al Estado o Gobierno ya le importa un carajo, solo le importa que salga en televisión la disolución, que todo se ha acabado. Lo que ocurra de aquí en adelante les importa bien poco. Habrá algarabías callejeras, y en esas algarabías habrá heridos y muertos, con el tiempo lo veremos".
"Lo que no veré nunca, y también le pasará a muchos, es el fin real de ETA, que se producirá cuando nosotros los españoles, los guardias civiles, los policías, los militares, podamos subir al País Vasco y entrar a tomar un vino en un bar tranquilamente, pasear por las calles sin que nadie te mire mal o te insulte, lo mismo que hacemos los españoles con ellos cuando vienen al resto de España. Mientras, yo seguiré en una situación despreciable en la que no me han concedido medallas alegando que “joder, es que políticamente si trasciende le puede ofender a ETA".
Mikel Lejarza se refiere al hablar del tema del IRA a que tras la firma del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que ponía fin al conflicto de Irlanda del Norte, se produjeron diversos casos en los que quedó demostrado que la vida de los infiltrados no valía un penique. Denis Donaldson, primero miembro del IRA y después hombre de confianza del líder del Sinn Fein Gerry Adams, fue destapado como topo del espionaje inglés siete años después, en diciembre de 2005. Creyó que habiendo quedado atrás la lucha armada, no le pasaría nada. No obstante, se refugió en una apartada casa de campo en el condado irlandés de Donegal y cuatro meses después un desconocido le disparó con una escopeta de caza. Murió de un impacto en el pecho y otro en el brazo. Nunca se ha sabido quién le disparó. El IRA negó su autoría, aunque algunos republicanos de la vieja guardia reconocieron que “no eran pocos los que estaban dispuestos a pegarle un tiro”.
Entre otros casos, también estuvo el del agente del MI5 inglés conocido por el alias “Stakenife” –cuchillo de carne-, cuyo papel como infiltrado en el IRA fue destapado por la prensa en 2003 –cinco años después de firmarse la paz-. El servicio de inteligencia interior inglés no lo dudó ni un momento e hizo desaparecer a su antiguo agente antes de que alguien apareciera con un rifle de caza. No se ha vuelto a saber de él.
-Sectores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se han apuntado el éxito de la derrota de ETA, ¿usted qué piensa?
"Ahora viene la controversia, como siempre ocurre en estas cosas. Con ETA hemos acabado todos y desde aquí voy a ser la voz de quien nunca habla, que es el CNI, antes CESID, que han hecho un trabajo impresionante, que solo lo sabemos los que lo sabemos. Aunque sé que no le va a hacer mucha gracia, voy a decirlo: el actual director, Félix Sanz, se ha involucrado incluso personalmente en alguna ocasión viendo directamente cómo se actuaba, cosa que no se había hecho nunca. Se han dejado la piel muchos de los muchachos nuestros, controlando para luego pasar esas informaciones a la Guardia Civil, a la Policía y a la Policía francesa. Eso ha hecho muchísimo también, eso ha dejado a ETA derrotada hace muchos años. Ese control que se ejercía a través de los servicios de inteligencia nadie se imagina lo fuerte que ha sido. Es un simple reconocimiento por mi parte a toda esta gente y a todos aquellos que han contribuido".
-¿Cree que ha habido algún tipo de negociación para conseguir el anuncio de disolución?
"Se ha pactado el acercamiento de presos y otras cosas, por mucho que digan el ministro del Interior y otros. El colectivo de presos son los que han mantenido encendida la llama dentro de la organización, cuando se desmoronaron se acabó todo. En el momento en que ETA perdió su apoyo, cambió la situación. Una de las razones que ha estado presente es que ETA no habla con el Gobierno, pero está la comunicación con el PNV y una de sus condiciones siempre ha sido el acercamiento de presos y después la de presos a la calle".
"Como siempre los ciudadanos seremos los últimos en enterarnos de cuándo salen esos presos a la calle. Irán saliendo poco a poco, pero irán saliendo. Y se les irá buscando un lugar que otros españoles no tienen. Esto es la gran mentira de la que te hablaba: hay más de 1.000 muertos, familias destrozadas, industrias desechas… para ahora pedir perdón flojito y que sus esbirros del PNV consigan todo lo que han querido, por lo que a mí me parece poco interés de partidos políticos y gobiernos que le han seguido siempre el juego. Está claro que matar en España sale barato".