Cataluña se ha convertido en un polvorín en el que el enfrentamiento social ha llegado a extremos muy peligrosos. La colocación de símbolos en las calles ha traspasado límites y se ha convertido casi en una guerra. Un caso paradigmático es el de Castellbell i el Vilar, un pequeño pueblo de Barcelona con más tensiones que habitantes (3.000). Sus residentes habían entrado en un bucle. Los independentistas organizaban una puesta de lazos amarillos por el pueblo. Duraban poco, porque los constitucionalistas los quitaban y organizaban una posterior colgada de banderas de España. Éstas también duraban poco, porque los independentistas las arrancaban y las quemaban. Ahora pongo yo mi símbolo, ahora quito el tuyo. Y la convivencia cada vez más dañada.
Las tensiones internas son tales, que al final ha tenido que intervenir la alcaldesa. En Castellbell i el Vilar ahora está prohibido poner lazos amarillos en las calles. Ni lazos amarillos, ni pancartas reivindicativas, ni esteladas. Prohibido colgar cualquier tipo de propaganda independentista. Prohibido también poner banderas de España y cualquier tipo de simbología constitucionalista. Se acabó esta guerra que está enfrentando a amigos y familiares. Se acabó, al menos, en las calles de ese pueblo.
En este municipio, el gobierno cree que “ja n'hi ha prou” (ya es suficiente) de la tensión que viven entre entre constitucionalistas y separatistas. Han llegado a un extremo en el que la intervención de las autoridades se ha hecho imprescindible. La batalla por monopolizar en las calles los elementos identitarios ha llegado demasiado lejos. Por eso, la alcaldesa, Montserrat Badia (PSC), ha emitido un bando municipal para explicar a sus vecinos que, a partir de ahora, no se permite colgar simbología de ningún tipo por las calles sin permiso.
3.000 habitantes, CDR y GDR
Castellbell i el Vilar es un caso curioso. Se trata de un pueblecito de la provincia de Barcelona que está situado casi a los pies de la sierra de Montserrat. Tiene algo más de 3.000 habitantes. Es pequeño. Tan pequeño que no tiene, por ejemplo, ni juzgado, ni cuerpo de bomberos profesional. Pero tiene, eso sí, su propio CDR… y su propio GDR. El CDR es el Comité de Defensa de la República; el grupo separatista que llena las calles de propaganda indepe. El GDR es el Grupo de Defensa y Resistencia; la respuesta cívica constitucionalista que va detrás, retirando esas esteladas y lazos amarillos… y poniendo, en ocasiones, banderas de España.
Castellbell i el Vilar está situado en el Bages, pero lindando con el Vallès Occidental. Se trata de dos de las comarcas con más tensión entre separatistas y constitucionalistas. También dos de los lugares con mayor presencia de CDR y GDR. De hecho, estos últimos nacieron aquí, en la comarca del Bages. Es decir: Castellbell está en mitad del fuego cruzado.
En ese municipio, todos se conocen. La convivencia entre vecinos siempre había sido extraordinaria. Pero, ¡ay! llegó el Procès. Y los ánimos se empezaron a crispar. Desde el pasado año existe una especie de escalada a ver quién coloca más símbolos suyos en las calles y quién quita antes los del contrario.
La alcaldesa pone el 'seny'
Tuvo que intervenir el 'seny'. La alcaldesa socialista, Montserra Badia, está agotando su segundo mandato consecutivo. Esta abogada y madre de 45 años gobierna el municipio con mayoría absoluta y sin coaliciones. Querida y apreciada por los vecinos, es catalana de raíz e incluso había coqueteado con el independentismo, habiendo estado presente en alguna manifestación de este cariz, como la Via Catalana de 2013.
Pero al final se desengañó del proyecto secesionista. Montserrat Badia se percató de que el Procès está convirtiendo en un polvorín al pueblo en particular y a Cataluña en general. Y de que esta batalla en las calles está minando la convivencia de sus vecinos, que protagonizaron incidentes nunca vistos hasta la fecha.
Los primeros llegaron hace unos meses, cuando el CDR del municipio organizó quedadas para colgar lazos por todo el municipio. Lazos, pancartas y todo tipo de símbolos independentistas. Esta medida es invasiva para los vecinos que no comulgan con esas ideas. “No pueden monopolizar los espacios públicos, Las calles son de todos”, insiste Badia.
El falso "Jo et respecto"
El pueblo es pequeño, pero también tiene su GDR. Ellos se encargaron de retirar gran parte de esta propaganda independentista. Entre esos símbolos separatistas, además de lazos y banderas, había unas pancartas con el lema: “Jo et respecto” (“Yo te respeto”). Es uno de los eslogan de los CDR. Sostienen que nadie debería quitar sus lazos amarillos ni sus esteladas porque, si alguien colgase por ejemplo banderas de España, ellos las respetarían y no las retirarían. Un eslogan que, como se comprobará a continuación, es falso.
Hace algo más de un mes, los constitucionalistas del pueblo convocaron una quedada para colocar banderas de España en Castellbell i el Vilar. Ahí se demostró que el “Jo respecto” del que presumían los CDR no era más que una falsa declaración de intenciones que se quedó en agua de borrajas: las banderas de España fueron retiradas y quemadas.
Y por cuestiones como esas, Badia está harta. “No quiero que en mi pueblo se repitan escenas como las de la playa de Canet o la de Llafranc, que ya hablan por si solas. No puede ser que estén ocupando espacios públicos a nadie", declara, criticando la colocación de cruces en la playa. Badia recuerda que "en Castellbell siempre hemos vivido en armonía, pero en los últimos tiempos nos estamos encontrando tensión y una situación insostenible, Ha atacado directamente a la convivencia de los vecinos, y yo eso no lo puedo tolerar”, lamenta la alcaldesa, que encontró la solución en las ordenanzas municipales.
La solución no es de ahora, pero la han tenido que rescatar de los cajones haciendo trabajo casi de arqueología. Se trata de una ordenanza municipal aprobada en 2011 que dice que para colocar pancartas o cualquier tipo de elementos en las calles, es necesario pedir permiso al Ayuntamiento. Así, se acabó la barra libre de tomarse las calles como si fuese el salón de casa de cada uno. Ahora ya no se pueden colgar lazos, pancartas ni banderas en las calles de Castellbell i el Vilar, porque los responsables se exponen a sanciones administrativas. Sanciones que se impondrán “en función de un informe técnico y una instrucción, e irá en función de los costes de retirada, que estará a cargo de la brigada municipal”.
Insultos de los indepes por la medida
Tras hacer pública la medida, Montserrat Badia ha encontrado el respaldo de muchos vecinos, pero también muchos ataques furibundos de gente que no está de acuerdo. ¿De qué bando? Exclusivamente del independentista. “Sobre todo es gente de fuera que me ataca y me insulta en redes sociales. Hasta correos electrónicos me mandan para llamarme fascista. Porque ahora es lo que le dicen a todos los que no piensen como ellos. A mí me están llamando fascista por querer que mis vecinos no se peleen, por buscar mejorar la convivencia, por querer concordia y evitar que haya confrontaciones. Muchos de los que me insultan y me atacan son de fuera y no han venido nunca por aquí por el pueblo, pero sí que creen que pueden mandarme mensajes de este tipo, con unas acusaciones tan graves”, lamenta.
Badia va más allá y explica “algunos políticos locales de otros pueblos, incluso de PdeCat o de ERC me han felicitado por la medida en petit comité y comparten conmigo que la situación es insostenible, y que les gustaría poder aplicarla también en sus municipios para rebajar la tensión. Pero no lo dicen públicamente. Tienen miedo de que los acusen de traidores, de cobrar las 155 monedas de plata”.
¿Considera que esta medida puede perjudicar su carrera política cara a las próximas elecciones municipales? “Probablemente. En realidad yo podría comportarme de otra forma, hacer la vista gorda y seguro que me iba mejor en los próximos comicios. Pero prefiero ser consecuente con lo que me dice mi conciencia. Todo lo que está pasando nos tendría que llevar a hacer una profunda reflexión”, propone.
Castellbell y la Guerra dels Segadors
Curiosamente, el pueblo de Castellbell fue uno de los puntos estratégicos durante el primer intento de proclamar una República Catalana. Sucedió en 1641. Castellbell tiene un castillo en el que mandaba Francesc d'Amat i Grevalosa, el barón de Castellbell. Francesc D'Amat fue enviado a Francia por el presidente de la Generalitat, Pau Clarís, junto a otros diplomáticos catalanes para entrevistarse con el Cardenal Richelieu, que les prometió ayuda para proclamar la República Catalana si nombraban al francés Luis XIII conde de Barcelona.
Murió Francesc y la baronía pasó a su hermano Josep. Éste tuvo un hijo, Francesc D'Amat i Planelles, que heredó el título a la muerte de su padre. Francesc tomó partido en la guerra entre los Borbones y los Austria por la sucesión al trono de España, (conocida en Cataluña como la 'Guerra dels Segadors'). D'Amat era un ferviente austracista y defensor de la guerra a ultranza. Pero eligió el bando perdedor. Ganaron los Borbones. Al acabar la guerra le confiscaron todos sus bienes y quemaron su título nobiliario.
No es el único episodio en el que aparece Castellbell en la Guerra dels Segadors. Durante las hostilidades y el sitio de Barcelona, el castillo de Castellbell fue uno de los lugares donde aguantó la resistencia austracista. En Castellbell se escondió Pere Joan Barceló, el famoso bandolero conocido como Carrasclet. Fue un militar tarraconense que también tomó partido por la Casa de los Austria y que, al perder la guerra, acabó huyendo a las montañas y convirtiéndose en bandolero.
Ahora, Castellbell, más de 300 años después de aquellas hostilidades, vuelve a convertirse en escenario de una guerra que bebe de aquellas batallas.