Con la caída de un Gobierno, no sólo el difunto presidente cambia de colchón. Igual que él, se quedan sin contrato 437 altos cargos, 566 asesores y 4.341 funcionarios de libre designación. Millones de euros que viajan a otras cuentas corrientes y cientos de residencias que saludan nuevos inquilinos. Un éxodo de ministros, secretarios de Estado, delegados autonómicos, jefes de gabinete, gerentes de empresas públicas... Todos aquellos que obtuvieron la nómina por la confianza de sus superiores.
En este elenco de puestos en vías de rescisión brilla José Ignacio Wert, exministro de Educación y actual embajador de España en París ante la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Apenas dos meses después de abandonar voluntariamente el Ejecutivo, Rajoy le brindó esta oportunidad, que abraza desde agosto de 2015. Tres años más tarde, el abrupto final del que fue su Gobierno le privará de una plaza pagada con casi 10.000 euros brutos mensuales -aparte los gastos de representación-, un piso de 500 metros cuadrados en la lujosa Avenida Foch -11.000 euros que paga el Estado cada treinta días- y coche oficial. También dispone de dos diplomáticos a su cargo y once consejeros. La cifra anual ronda los 130.000.
La llegada de Wert a París, donde pudo reunirse con su actual mujer, Montserrat Gomendio, fue fruto de la confianza de su amigo Rajoy. Ahora, salvo sorpresa absoluta, dirá adiós a la OCDE por el empujón de un adversario, Pedro Sánchez. La trayectoria política del exministro y su última boda son las claves de un nombramiento cuyos enemigos -y también algunos compañeros envidiosos- llamaron "vivir a cuerpo de Wert".
Así fue el "dedazo"
"Brillante" y "pedante" es el pareado que hilvanan partidarios y detractores cuando se refieren a este licenciado en Derecho y experto en Sociología nacido en Madrid en 1950. Ya ejerciendo como ministro, Wert se enamoró de su mano derecha, la secretaria de Estado, Montserrat Gomendio (Madrid, 1960). A finales de abril de 2015, ella fue fichada por la OCDE como directora general adjunta de Educación. Hizo las maletas y se fue a París. El epitafio fue una nota de prensa de nueve líneas ya entrada la noche. Se casaron en julio -ambos separados previamente- y, un mes más tarde, Wert logró de Rajoy la embajada española ante esta misma organización. Una jugada perfecta. El puesto de Gomendio, a diferencia del de su marido, no fue un "dedazo", sino el fichaje de una institución supranacional.
Wert sabía que la vacante parisina podía chirriar menos que cualquier otra. En 1993, el Gobierno de Felipe González rompió la tradición diplomática y envió a José Claudio Aranzadi al puesto que todavía ocupa el exministro. Después, el PP de Aznar hizo lo propio. Hasta que Rajoy colocó al predecesor de Wert, Ricardo Díez-Hochleitner, un diplomático de carrera. Luego brindaría el puesto a Wert y retomaría la senda de los anteriores inquilinos de La Moncloa.
Cuando Mariano Rajoy ganó sus primeras elecciones, llamó por teléfono a Wert. Le dijo: "Vas a dirigir RTVE". Lo cuenta un alto cargo del Gobierno de entonces, amigo de ambos. De repente, en la última reunión antes de tejer el Ejecutivo, cambió de opinión: "Serás ministro de Educación". "Su relación no era política. Sé que antes se hicieron buenos amigos. Quedaban para cenar, se veían...", relata esta fuente. Una "buena relación" que haría posible la jugada de Wert destino París. Su nombramiento al frente de RTVE hubiera sido previsible dada su experiencia anterior como vocal en el consejo de la tele pública.
"Incómodo en el ministerio"
"Nunca estuvo cómodo en el ministerio. Mantuvo muchísimos enfrentamientos con los colectivos de educación. En cambio, no formó parte de ninguno de los bandos. Ni se puso del lado de Margallo contra Soraya ni al revés. Por eso creo que no tuvo enemigos internos", analiza uno de los pesos pesados del PP de entonces.
¿Y cómo sentó en el Gobierno que Rajoy aceptara colocar a Wert en París? "Si fastidió a alguien, tuvo que ser a los diplomáticos de carrera, a los que no suele gustarles que ocupen las embajadas personas de fuera del gremio. Todo lo contrario. En ese momento, José Ignacio lo estaba pasando mal y eso generó una solidaridad con él".
Aquellos enfrentamientos tuvieron que ver con lo que supuso el mayor recorte a la Educación por parte de un Gobierno y la consecuente primera huelga unitaria de la enseñanza pública. Del autor de la malograda LOMCE, fue también la idea de las "reválidas" y la ampliación del bachiller a través de una reducción de la secundaria. Aunque su titular más recordado es el de "españolizar" a los niños catalanes. Todo eso le granjeó el estatus del ministro peor valorado por los ciudadanos según el CIS. A Rajoy no le importó a la hora de enviarlo a París en misión diplomática. Le avalaban su "brillante" currículum y los cinco idiomas que habla.
"Con lo de 'pedante' me refiero a que se pasaba de frenada", empieza un concejal que coincidió con Wert en el Ayuntamiento de Madrid, en 1983. "Recuerdo que estábamos debatiendo sobre los gastos de propaganda y él hablaba de los 'gastos apologéticos'. Le gustaba exhibir que estaba un poco por encima de la media. Eso no se lo quito, era un tío muy preparado".
En aquella coalición conservadora, Wert figuraba como miembro del Partido Demócrata Popular. Antes pasó por Izquierda Democrática y la UCD. "Sí, era de los menos conservadores del grupo. Ten en cuenta que había varios del núcleo duro anterior de Alianza Popular", relata un compañero de entonces.
"Luego se convirtió en un hombre de PRISA", explica este entrevistado. "Era del círculo de Polanco, tertuliano en Cadena Ser... Ya te digo, de los más progresistas del partido", confirma un edil del PSOE ochentero. Aunque muy lejos queda todo aquello. Sus enfrentamientos con sindicatos, colectivos y oposición acabaron dibujando a José Ignacio Wert como uno de los miembros del Gobierno más a la derecha. "Muchas veces son circunstancias, cosas concretas, que te retratan así cuando no es exactamente eso", zanja uno que compartió con él varios años de trabajo en el Gobierno.
En círculos socialistas se masca el final del "regalo" parisino de Rajoy a su amigo Wert. Una vez confeccionado el Ejecutivo, caerán éste y otros muchos cargos de confianza. El éxodo de los "dedazos" que sigue a cada mudanza en La Moncloa.