11 de la mañana del día 11 de junio. En el madrileño Instituto de Enseñanza Secundaria Beatriz Galindo, en pleno corazón del barrio Salamanca, arranca la entrega de los Premios Extraordinarios a los mejores alumnos de la Comunidad de Madrid. Unos estudiantes de la escuela de música del instituto dan la bienvenida a los invitados con la banda sonora de Star Wars. Y entonces, el nieto del presidente del Tribunal Constitucional asesinado por ETA, Francisco Tomás y Valiente, llamado igual que su abuelo, irrumpe en el escenario con la épica de la película para dejar atónitos a los políticos que entregaban los diplomas y al público a la hora de recoger su premio.
Francisco Tomás y Valiente Jordá es el encargado de hacer el discurso en representación de los 80 estudiantes “excelentes” premiados. Lo tiene claro, va a reivindicar la igualdad en el sistema educativo.
Comienza contundente, afirmando que “la calidad educativa no puede reducirse a la excelencia académica”, sino que implica también “otro elemento esencial” aparte de la excelencia, “la equidad”. Paco, como le llaman sus allegados, recuerda que no sólo son excelentes “aquellos que obtienen óptimos resultados”, sino “muy especialmente” los que consiguen superarse en “circunstancias menos ventajosas” como “problemas familiares, aprietos económicos o dificultades de aprendizaje”. Su final es tan tajante como su arranque: “no podemos permitir que el olvido de nuestra suerte presida esta celebración”.
Todas estas palabras las pronuncia delante del presidente de la Comunidad de Madrid y recién sustituto de Cristina Cifuentes, Ángel Garrido, que aprovechó para anunciar una partida de 6,7 millones de euros en becas de excelencia, las cuales ayudarán hasta a 3.215 estudiantes, 2.090 a aquellos que ya estén matriculados en enseñanzas universitarias o superiores y 1.125 para alumnos de nuevo ingreso. Pero la sala continúa rumiando las palabras del joven y hasta entonces desconocido estudiante. ¿Cuál es la historia de Francisco Tomás y Valiente nieto?
Es estudiante del IES Ramiro de Maetzu desde los tres años, un centro que cuenta con casi 2.000 alumnos y que puede presumir de ser uno de los institutos públicos más elitistas de Madrid, ya que sólo uno de cada tres alumnos que solicitan ser admitidos lo consiguen.
Paco termina en 2017 los estudios de Bachillerato y, tras superar la Selectividad con excelentes resultados, estudia un Doble Grado en Ciencias Políticas y Filosofía. Esta carrera, cuya nota de corte en el año en que Francisco entra es de 10,022 sobre 14, se imparte en el Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid y tiene una duración de cinco años. Sin duda un currículum excelente a su edad. A la altura de su abuelo.
De tal palo tal astilla
De casta le viene al galgo. Es lo que se suele decir para reflejar cómo las cualidades de los antepasados tienden a encarnarse en sus descendientes. Francisco Tomás y Valiente abuelo fue mucho más que el hombre al que ETA asesinó a tiros en su propio despacho de la Universidad Autónoma de Madrid el 14 de febrero de 1996. Fue una de las columnas fundacionales de las leyes en la democracia española. También fue padre de Ana, de Miguel, de Francisco y de Carmen.
Durante los años del franquismo, Valiente estudió Derecho, logró ser catedrático muy pronto y desarrolló una intensa actividad intelectual, política y académica. Escribió decenas de libros, algunos de ellos que todavía hoy son referencias en muchas facultades españolas. Se opuso al régimen de Franco con diversas iniciativas contra la dictadura. Le terminaron abriendo expediente junto a otros tres catedráticos de su universidad.
Ya había quien, en aquel entonces, comenzaba a advertir en él algo que su hijo recordó años después cuando ya no estaba. Lo hizo durante un homenaje celebrado en su honor.
- “Se le recuerda por su ejemplo de tolerancia y es acertado. Él entendía la tolerancia como un compromiso activo con los valores que la hacen posible. De hecho, de mi padre yo aprendí que sin confiar en la inteligencia de los ciudadanos uno no puede ser un demócrata”.
Para 1980, en los primeros compases de la democracia, Tomás se hacía con la Cátedra de Historia del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, con el despacho en el que le asesinarían 16 años después. También en el 80, fue nombrado como uno de los 12 jueces “inaugurales”, uno de los doce primeros magistrado del Tribunal Constitucional en la recién estrenada Transición. Fueron ellos quienes, durante seis meses, urdieron las pautas de funcionamiento antes de que el Tribunal abriese sus puertas a la modernidad.
Años después volvió a su cátedra en la Universidad Autónoma, que ya no abandonaría. Entretanto, continuó escribiendo libros, fue nombrado miembro de la Real Academia de la Historia, enviando sus tribunas a diarios nacionales, ejerciendo como una poderosa voz en las leyes del nuevo Estado de Derecho.
El seis de febrero de 1996, ETA asesinó al abogado Fernando Múgica en San Sebastián. Nueve días más tarde, salió publicada en la edición del diario El País una tribuna de Tomás y Valiente. En ella, insistía en la necesidad de no ocultar la cabeza bajo tierra, de no quedarse encerrado en casa mientras la banda terrorista seguía matando. “Cada vez que matan a un hombre en la calle (y esto no es una metáfora, como diría el cartero de Neruda) nos matan un poco a cada uno de nosotros”. El autor había sido asesinado la jornada anterior.
La mañana del 14 de febrero Jon Bienzobas Arretxe, ‘Karaka’, se coló por los pasillos de la Autónoma como un estudiante más y fue hacia el despacho del jurista. Tomás y Valiente estaba en ese momento hablando por teléfono con Elías Díaz, también docente y buen amigo suyo. Él fue el primero en escuchar los disparos al otro lado de la línea.
A raíz del asesinato a sangre fría de Tomás y Valiente se produjo días después una manifestación de 850.000 personas en Madrid. Jon Bienzobas fue condenado a 30 años de prisión. A Tomás y Valiente se le han rendido centenares de homenajes desde entonces; desde entonces, su apellido da nombre a algunas calles españolas, incluso a algún instituto. Se le considera un auténtico “hombre de estado”. Su familia le recuerda como un hombre brillante y valiente.
Un buen estudiante
Como su abuelo,Tomás y Valiente es también buen estudiante. Antes de comenzar sus estudios universitarios se presenta a los Premios Extraordinarios de la Comunidad de Madrid, un reconocimiento otorgado a aquellos alumnos que hayan superado los dos cursos de Bachillerato con una calificación superior a 8,75 en las materias comunes. Lo hizo en el IES Ramiro de Maetzu, del que se siente orgulloso. En declaraciones al diario Público, afirma que “es un instituto maravilloso en el que los valores de la pluralidad, el diálogo y la justicia están muy arraigados”.
Los aspirantes al galardón deben someterse durante el mes de junio a un examen diseñado por la Consejería de Educación de la Comunidad. En el año de Paco constó de cuatro ejercicios: un texto a desarrollar sobre Historia de España o Lengua y Literatura, preguntas sobre Lengua Extranjera, un ensayo sobre un tema de carácter general o literario y una prueba de desarrollo sobre una materia perteneciente a la rama de Bachillerato que haya cursado cada alumno.
Tomás y Valiente, a pesar de haber recibido este Premio, se muestra descontento con el sistema educativo español. Para él es importante que la enseñanza no se reduzca a la “mera transmisión de contenidos” entre profesor y alumno y aboga por “la formación integral del individuo”, para lo que ve como solución la filosofía. “No nos olvidemos de ella”, pide el joven.