El Govern está de casting. Después de haberse fulminado al ya exjefe de los Mossos, el madrileño Ferràn López (por no estar lo suficientemente comprometido con el Procés), se hallan en pleno proceso de búsqueda. El objetivo: encontrar a una figura que se ponga al frente de la policía autonómica y que tenga un perfil separatista mucho más radical que su antecesor. Una persona dispuesta, si fuese necesario, a desobedecer a la Moncloa y a la justicia española.
No más de tres meses. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, ese es el plazo que se ha puesto el gobierno catalán para encontrar al nuevo jefe de los Mossos d’Esquadra. Porque aunque de momento hay varias personas al frente del área de seguridad, todos estos nombres son provisionales. Y lo son porque sus perfiles no son lo suficientemente radicales. El conseller de Interior Miquel Buch que acaba de fulminar a Ferrán López, busca a una persona con un perfil separatista muy marcado para ponerlo al frente de la policía. Por el momento suena el nombre de Joan Carles Molinero, que ería el relevo lógico porque era el tercero en el escalafón después de Trapero y Ferran López. En algunos medios incluso dan por hecho que el puesto será para él por su afinidad con Convergència. Pero la decisión todavía no esta tomada: para Quim Torra y el conseller Buch, la persona idónea tendría que tener un perfil indepe todavía más marcado. Y sólo nombrará a Molinero si no encuentran a ese mirlo que buscan.
Miquel Buch llegó a la Conselleria de Interior con ganas de cobrarse cuentas pendientes. El exalcalde de Premià de Mar ha sido uno de los hombres fuertes del Procés a escala municipal. Hasta diciembre de 2017 ha sido presidente de la Associació de Municipis Catalans (AMC) y vicepresidente de la Associació de Municipis per la Indeendència (AMI), dos de las entidades claves en el separatismo municipalista. El fue uno de los responsables de la famosa foto de los alcaldes con las varas de mando en el Palau de la Generalitat. Él fue uno de los que convenció a los 900 alcaldes de que dispusiesen de un local para votar en el referéndum. Él fue el que instó por carta a Josep Lluis Trapero, jefe entonces de los Mossos, a que desobedeciera las órdenes que llegaban desde Fiscalía de prohibir el referéndum. Y a pesar de la tibia intervención de los Mossos en aquel 1 de octubre, para Miquel Buch fue insuficiente y pensaba pasar cuentas cuando llegase el momento.
Luego llegaron las detenciones, la posterior aplicación del 155 y la destitución del Major Trapero. El Ministerio del Interior nombró como sustituto a Ferran López, su mano derecha. Madrileño de nacimiento, este comisario fue el elegido por su talante conciliador, por su experiencia en la gestión de grupos, por el apoyo que tiene dentro de las bases y por muchas otras cualidades reconocidas a lo largo de su carrera. De hecho, desde dentro de Mossos se le reconoce como un hombre que ha logrado mantener la gobernabilidad en un cuerpo con un equilibrio tan débil en la actualidad como es el de Mossos d’Esquadra. También el mérito de haber normalizado las relaciones de Mossos con la judicatura.
Torra no paga traidores
Pero Roma (o en este caso Torra) no paga traidores. Y en el preciso instante en que se constituyó el nuevo gobierno, Ferrn López supo que tenía las horas contadas en su cargo. Fue Miquel Buch el brazo ejecutor. En cuanto fue nombrado conseller, tuvo muy claro que no quería como jefe de los Mossos a un tipo como Ferran López, que fue aceptado ser nombrado por ministro Zoido. Alguien menos comprometido con el Procés todavía que Josep Lluis Trapero. Un charnego madrileño que ha estado obedeciendo órdenes de Madrid durante todos estos meses.
Antes de fulminarlo se despachó a gusto. En su primera reunión con los mandos de los Mossos, Miquel Buch ‘marcó paquete’ en una tensa reunión en la que el conseller exhibió una actitud chulesca y amenazadora. A Ferran López le echó en cara haber colaborado con el gobierno español. Le tachó de botifler (uno de los insultos favoritos del Procés, que viene a significar algo así como traidor a Cataluña) y le exigió su dimisión. De lo contrario, sería él mismo el que le cesaría. O dimites, o te dimito. Ferrán López, discreto hasta el final, optó por dar un paso al lado y ahorrarle a Cataluña un nuevo escándalo. Por eso presentó su renuncia y por eso Miquel Buch la aceptó de buena gana. Para la posteridad quedará que López, el sucesor de Trapero, dimitió.
Apartado y degradado
Que no dimitió sino que “lo dimitieron”, es un secreto a voces. No cumplía el perfil. Ferrán López, el madrileño, el hijo del taxista, el exfutbolista de la Damm, el charnego de Santa Coloma, no responde a lo que exige Torra. Y es que el President que dijo que los españoles tienen un bache en su ADN. Aunque no sea un reconocido constitucionalista ni enarbole la bandera de España, Ferran López no ha hecho causa pública por el independentismo. Y eso le invalida para desempeñar el cargo.
Por si fuera poco escarnio, a Ferran López lo tienen de momento apartado de toda actividad. No sucede lo mismo con Trapero. El ex Major se pasea por el complejo Egara, la central que Mossos d'Esquadra tienen en Terrassa (un edificio que antes era un instituto de FP). No tiene unas funciones definidas, pero tiene su puesto de trabajo en ese recinto. Por allí lo ven sus compañeros, sigue manteniendo un estatus y es respetado. Ferran López, en cambio, ha sido degradado y no tiene destino asignado por el momento. Lo han mandado a su casa. Ha sido la culminación del ajusticiamiento por no someterse el Procés. A pesar de eso, López ha sido elegante y ha publicado una carta de despedida en la que no clava un solo puñal. A nadie.
Su sustituto, un multiusos que estaba en TV3
El esperpento de Buch no acabó ahí. Para sustituir al comisario López no ha nombrado a otro comisario. Ni siquiera a otro policía. Ha nombrado a un directivo de TV3. Concretamente Andreu Joan Martínez Hernández, director de Estrategia Corporativa de TV3 y Catalunya Ràdio. Una persona que en la Generalitat ha hecho de todo. A saber: estuvo en el Servicio de Tráfico de Tarragona, formó parte del Departament de Cultura, trabajó en el de Territorio y Sostenibilidad, ocupó la Dirección General de Seguridad y ahora era directivo de la comisión de medios audiovisuales. Es decir, una persona que lo mismo vale para un roto para un descosido. Alguien que no es experto en ninguna materia, pero que es de la máxima confianza del gobierno. Y es que, para que hace falta la especialización cuando uno tiene contactos.
El nombre de Martínez Hernández ya estuvo rodeado de polémica en 2015, cuando fichó por la televisión pública catalana por la módica cantidad de 100.000 euros al año, un sueldo que desde los sindicatos consideraron desproporcionado.
La opción Molinero
Pero Andreu Joan Martínez no será jefe de los Mossos sino director del área de seguridad. A él le corresponde la tarea de nombrar a un nuevo jefe de Mossos, aunque sea de cara a la galería, porque muchos Mossos creen que él se limitará a cumplir las órdenes de Buch y Torra. Y en esta terna ya han salido un par de nombres más afines al Procés que Ferran López: son los comisarios Miquel Esquius y Joan Carles Molinero. Este último, afín desde siempre a la antigua Convergència, es uno de los nombres que más gustan en el Govern.
Molinero era el jefe de Mossos en Barcelona cuando las cargas policiales en Plaza Cataluña contra los indignados, cuando Esther Quintana perdió el ojo por una pelota de goma o cuando el empresario Juan Andrés Benítez murió en el barrio del Raval tras ser reducido por agentes de la policia autonómica.
Molinero podría ser un buen candidato por tres razones: la primera es su cercanía con el partido. La segunda es que sería el relevo jerárquico natural: primero iba Trapero, luego López y luego Molinero en la escala. Por último, y no por ello menos importante, porque es una figura con ciertas simpatías con la causa independentista. Pero para Torra y Buch tal vez no sea suficiente. Siguen buscando una figura que tenga un perfil todavía más radical. Aunque en algunas tribunas se lanza el nombre de Molinero y se da por hecho que será el próximo jefe de los Mossos, fuentes próximas al Govern aseguran que esta opción sólo se materializará si durante estos tres meses no encuentran a una figura con el compromiso de significarse públicamente con la causa independentista.
Venganzas del pasado
Entretanto, estos movimientos siguen suscitando recelo dentro del cuerpo de Mossos. Concretamente entre los mandos, que emitieron un durísimo comunicado tras la ‘dimisión’ de Ferran López. Acusaban al gobierno de haberlo fulminado “por venganzas del pasado y por cuotas políticas” más que “por razones estrictamente organizativas”. Por cuestiones que poco tienen que ver con su valía profesional y mucho con no ser de la cuerda del independentismo más radical.
También califican el nombramiento de un directivo de TV3 como director de seguridad como una anomalía nunca vista. El malestar es evidente, porque de momento, el cuerpo tiene un mando político y no policial. También se quejan de las formas y consideran que el comisario López “no ha recibido el respeto ni la consideración que se merece”.
Esta semana, Andreu Joan Martínez intentaba ser conciliador ante los Mossos d’Esquadra en su primer acto como responsable del área de seguridad. Cuentan los que estuvieron que su tono fue mucho más calmado que el que utilizó Buch en su presentación. Pero el detonador está activado. El cese de López por un lado, las formas por el otro y los extraños nombramientos para terminar, han despertado recelos dentro del cuerpo, especialmente de los mandos, que ven como una intromisión de corte ideológico esta maniobra. Y entretanto, Buch y Torra, la extraña pareja, sigue con su casting. Buscan a un chico malo que se ponga al frente de los Mossos, porque lo que hay les parece poco radical. A alguien sin baches en el ADN y dispuesto a cualquier cosa por la causa separatista. La "guerra civil" está servida.