Entre las vías y los goteros de la planta quinta del hospital madrileño Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares, Beatriz pasaba desapercibida. Ella, auxiliar de enfermería, sonriente, silenciosa, era una más. Ayudaba a sus pacientes con sus tareas más básicas. El aseo, la comida, cambiar las sábanas. Lo hacía con todos sus pacientes destinados en su área, dedicada a Medicina Interna. O, al menos, esa era la teoría.
Beatriz, Bea para sus amigos, era una vieja conocida, una de esas caras que ayudan a familiarizar un ambiente tan aséptico como el hospitalario. Llevaba más de una década como parte del personal del centro sanitario. Entró como eventual, pero salió del hospital detenida por asesinato.
No fue cosa de un día. La Policía andaba detrás de ella y la consiguió identificar gracias a su modus operandi: personas mayores, casi a punto de salir del hospital, que fallecían repentinamente por las tardes. En el hospital también sospechaban, incluso la llamaban “el ángel de la muerte”, como ya contó EL ESPAÑOL. Ahora, la jueza que instruye el proceso, María Belén Pérez Salido, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Alcalá de Henares, le notifica este jueves el auto de procesamiento, con alguna novedad: que ya no se le imputa un único asesinato, sino dos. Además, se le atribuye otro homicidio en grado de tentativa. La juzgará un tribunal popular.
Una inyección de aire a media tarde
Era agosto del pasado año. Consuelo era una de las pacientes de la quinta planta, la zona que atendía Beatriz. La mujer, de 86 años, se recuperaba de sus dolencias en la habitación 528. Todo iba bien, sólo quedaba esperar al alta médica. Pero, poco antes de recibirla, sufrió una recaída y falleció a los minutos.
Los médicos que la acompañaban se sorprendieron: la mujer no presentaba ningún síntoma que pudiera hacer prever este desenlace. Las primeras sospechas indicaban un fallo de medicación. Pero, tras varias pruebas al cuerpo ya sin vida de la mujer, los galenos descubrieron una burbuja de aire que habría sido inyectada en su corazón, desvelada por un TAC. Se percataron de que estaban ante un posible asesinato e informaron a la Policía y al juzgado de guardia. Tras varios interrogatorios a todo el personal que había estado en contacto con la paciente, el círculo se cerró. Había sido Bea.
Ya había un precedente, por lo que la Policía consiguió que el Juzgado de Instrucción número 4 alcalaíno autorizara la colocación de una cámara en el pasillo de acceso a las habitaciones de la Unidad de Medicina Interna. Las mismas condiciones que en el de Consuelo. Incluso se había llegado a crear una lista de muertes extrañas en el hospital -que se quedó a cero en los periodos en los que Bea estuvo de baja- que permitió reducir la lista de sospechosos, junto con los cuadrantes del personal de enfermería de los días de los distintos hechos. Al final, las imágenes no mentían: situaban a esta auxiliar de enfermería en la habitación de la fallecida momentos antes del siniestro.
El rumor que "todos conocían"
El Príncipe de Asturias, que está a poco más de media hora de la capital de España, presta atención sanitaria a unos 250.000 pacientes. Es un hospital “de tipo regional, es todo muy cerrado”, cuenta una extrabajadora de la institución a este diario. “Todo se sabe, todo se conoce”.
"Corría el rumor, entre planta y planta, de que alguien estaba matando a los pacientes. La llamaban el Ángel de la Muerte”, indicaba una empleada del hospital, que prefería no identificarse. Un ángel de la muerte o ángel de la misericordia es un término utilizado en criminología para referirse a personal del sistema sanitario, ya sean médicos, enfermeras, auxiliares, cuidadores u otros, que se aprovecha de su posición laboral para cometer, al menos, dos asesinatos en dos incidentes distintos.
Pero a Bea, de cara a la galería, "le encantaba su trabajo", según un vecino cuando se conoció su detención. Es una opinión compartida: "Es una chica muy trabajadora. Si podía, doblaba. También se quedaba con gente que estaba sola en el hospital por las noches con tal de sacar a su hija adelante", relata otro vecino. No era su único empleo: además se ganaba un dinero extra limpiando las escaleras de su bloque día tras día.
"Animadversión ante el personal médico"
Bea "actuó por ciertos sentidos de animadversión hacia el personal médico". Así lo manifiesta la jueza que instruye el caso. La auxiliar está en prisión preventiva desde agosto de 2017 en la cárcel de Alcalá Meco. Siempre ha negado los hechos.
Su abogado ha pedido que se le facilite la documentación médica que está aportada a la causa, según cuenta El País. La magistrada ha autorizado dicha cesión pero para ser utilizada “exclusivamente” en la realización de un informe pericial de las causas de la muerte de las dos ancianas. La magistrada recoge en el auto “la prohibición expresa de su utilización para cualesquiera otros fines”.