El pasado sábado, 21 de julio, José Antonio Capitán paseaba de la mano de su mujer por la feria de Marinaleda (Sevilla). Al poco de llegar, varios vecinos comenzaron a mirarle “con gesto de desprecio”, dice el hombre, de 55 años. “Alguno me insultó. Cacique, franquista, explotador… Son palabras a las que ya estoy acostumbrado”.
Aquel día, José Antonio y su mujer decidieron marcharse de las fiestas locales del pueblo sevillano en el que residen y donde él tiene una empresa conservera junto a dos socios. Envasan alcachofas, espárragos, pero también gambas al ajillo y concentrado de paella. En la última campaña (de diciembre a junio), Agroalimentaria Los Lugares, que ya factura 750.000 euros anuales, dio empleo en torno a 70 personas, la mayoría mujeres de la localidad.
A juicio de Capitán, ese hecho, el que un empresario privado genere trabajo y riqueza en Marinaleda, donde gobierna el comunista Juan Manuel Sánchez Gordillo desde 1979, “no se puede consentir”. “Se le cae, se le tambalea el chiringuito”, asegura José Antonio. “Donde Sánchez Gordillo da trabajo a quien quiere, siempre y cuando sea de su cuerda, que alguien le haga competencia es una herejía”.
El caso de José Antonio Capitán y su sociedad, Agroalimentaria Los Lugares, evidencia que en el proceso comunista de Marinaleda no caben ensoñaciones de empresarios privados. “Yo tengo una formación empresarial basada en tres conceptos: rendimiento, rentabilidad y calidad”, dice el hombre, maestro envasador nacido en Alemania pero cuyos padres proceden de Alameda (Málaga), a media hora en coche de aquí.
Como el regidor marinaleño, Capitán también es afiliado de Izquierda Unida. “Rendimiento, rentabilidad y calidad”, repite como un mantra. “Y de ahí no me saques. Pero de cacique, nada de nada”.
Desde agosto de 2017, los dueños de Los Lugares saben que tienen que marcharse del pueblo. Mudarse de nave y abandonar su actividad empresarial aquí. “No nos queda otra. Pero no nos vamos, nos echan”, dice Capitán.
Este miércoles, cuando EL ESPAÑOL viaja hasta Marinaleda, encima de la mesa de la oficina de José Antonio Capitán hay una orden de desahucio firmada por Sánchez Gordillo. El alcalde del pueblo se niega a renovar el alquiler de las instalaciones donde se instaló la empresa hace ahora casi seis años ya que son de titularidad pública. Acusa a los tres socios de no pagar los 50 euros mensuales por el arrendamiento de la instalación. Poco más de 3.000 euros.
En 2012, Los Lugares firmó un contrato de explotación de la nave durante los siguientes 25 años, con un período de renovación del alquiler cada cinco. A cambio, pasado ese cuarto de siglo, el Ayuntamiento gestionaría de nuevo la propiedad. “Confiamos en la administración, claro. ¿O tú piensas que un guardia civil te va a robar?”, pregunta el empresario.
Sin embargo, Sánchez Gordillo da por extinguido el contrato. José Antonio entiende que el regidor teme que otros en el pueblo intenten seguir su camino. “Es sólo una excusa. En el fondo, nos expulsa por poner en jaque el sistema que tiene montado aquí. Damos trabajo, algo a lo que él está acostumbrado a hacerlo a dedo y de forma clientelar...”
Sánchez Gordillo, el ‘Fidel sevillano’
Juan Manuel Sánchez Gordillo nació el 5 de febrero de 1952 en Marinaleda, un pueblo de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla. Creció en el seno de una familia humilde.
Maestro de profesión, accedió a la alcaldía de su pueblo en 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones municipales en España tras la vuelta a la democracia. Desde entonces, nunca ha abandonado el bastón de mando de su pueblo.
A Juan Manuel Sánchez Gordillo muchos le conocen como el ‘Fidel sevillano’. Su poblada barba, su concepción del comunismo como la mejor vía política para el desarrollo social, su oposición al capitalismo y a las grandes compañías, y su lucha contra la posibilidad de que la tierra recaiga en manos de unos pocos terratenientes han convertido su figura en un referente de la extrema izquierda.
Esa lucha por entregar la tierra a los obreros con el fin de cultivarla y sacarle rendimiento llevó a Juan Manuel Sánchez Gordillo a encabezar las protestas que, en 1991, desembocaron en el que probablemente sea su mayor logro político a ojos de los suyos.
Aquel año, la finca El Humoso, una enorme extensión de 1.200 hectáreas ubicada entre Écija y Marinaleda, y que pertenecía al Ducado del Infantado, pasó a manos de la Junta de Andalucía. La administración andaluza luego la cedió a Marinaleda para su explotación. Hoy, alberga la Cooperativa Marinaleda S.C.A., donde muchos de los vecinos del pueblo trabajan cultivando pimientos, alcachofas o sandías a cambio de una peonada. Una vez se cosechan algunos de esos alimentos, se envasan en una fábrica pública gestionada por cooperativistas.
El otro gran proyecto de Sánchez Gordillo en Marinaleda ha sido la gestión de la construcción urbanística en su pueblo. Desde principios de la década de los 80 del siglo pasado, el alcalde de la localidad promovió el uso de los terrenos municipales para la autoconstrucción de viviendas. Hoy, en Marinaleda hay en torno a 300 familias viviendo en casas levantadas por los propios inquilinos y por otros vecinos del pueblo.
Roza el pleno empleo
Con El Humoso y la autoconstrucción de casas, Sánchez Gordillo ha sido capaz de que en los últimos cinco años la tasa de paro de Marinaleda se sitúe entre el 6 y el 8%, cifras casi desconocidas en el país.
En 2008, cuando llegó la crisis económica a España y el desempleo se disparó, esta localidad de 2.700 habitantes rozaba el 11% de parados. Hoy, el país se sitúa en el 16,1%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En Marinaleda, a junio de 2018, el paro está nueve puntos debajo que la media nacional.
Estos dos logros de Sánchez Gordillo han hecho que, comicio tras comicio, gane la Alcaldía bajo las siglas de IU, que confluye con los comunistas de Andalucía y la Candidatura Unitaria de los Trabajadores (CUT), formación de ideología marxista de la que es el líder nacional.
“Un pequeño gran dictador”
En Marinaleda, desde hace años las decisiones más importantes del pueblo se toman en asamblea, aunque siempre bajo la batuta de su director de orquesta. Con su dominio del escenario político local, Sánchez Gordillo ha conseguido que PSOE y PP sean partidos residuales, anecdóticos.
En 2015, la candidatura del eterno alcalde marinaleño obtuvo 1.194 votos y nueve concejales. Los socialistas, 316 y dos ediles. Los populares consiguieron 81 apoyos y ningún representante en la corporación local.
Mariano Pradas ha sido, hasta hace un par de semanas, secretario local del PSOE de Marinaleda y portavoz de la oposición en el Consistorio. Jubilado recientemente, dibuja a Sánchez Gordillo como “un pequeño gran dictador”. “Pequeño por el cuerpo, grande por su manera de hacer política”, dice.
Pradas asegura que la “hegemonía” del alcalde se debe a la "red clientelar" que ha tejido durante todo este tiempo. “Siempre se ha preocupado de tenerlo dividido. O estás con él o estás contra él. Mete miedo en las asambleas, donde da muestras de que él tiene el mando de todo en el pueblo. Apunta en su agenda a quien le apoya en sus manifestaciones y quien se monta en el autobús. La mayoría de las casas de autoconstrucción no tienen escrituras y sus inquilinos no son sus dueños. Les recuerda que él les dio casa. Juega con el miedo de la gente a perder el techo o el trabajo”.
El desahucio de Los Lugares
Volvamos a 2012, cuando nace Agroalimentaria Los Lugares. Eladio Martos, quien fuera mano derecha de Sánchez Gordillo pero en este momento enfrentado a él, propone a José Capitán levantar una empresa conservera en Marinaleda. Capitán acepta tras acabar de acogerse al ERE de la multinacional navarra de alimentación para la que trabaja. Con ella ha recorrido medio mundo durante la última década.
Martos y Capitán se conocen desde el 2.000. Ese año, Sánchez Gordillo le ha encargado a Capitán, que por ese tiempo trabaja para una empresa de Antequera, que se haga cargo de la cadena de producción de la fábrica de pimientos que gestiona la cooperativa del pueblo. En ese momento, Sánchez Gordillo y Martos todavía tienen complicidad política.
José Antonio Capitán acepta, aunque a los 19 meses pide que se le rescinda el contrato. “Primero tuve problemas con la mujer de Sánchez Gordillo. Luego, con varias personas cercanas a él. Yo, acostumbrado a la gestión privada, llegué para trabajar, pero ellos querían hacer lo que les daba la gana”, explica el empresario. "Por eso me fui".
Tras renunciar a su empleo en la fábrica de pimientos en 2002, Capitán trabajó para una empresa navarra hasta 2012. Tras acogerse al ERE y aterrizar de nuevo hace seis años en Marinaleda, donde está casado con una oriunda, decidió levantar junto a Eladio Martos su propia empresa. Pensaron hacerlo sobre unos terrenos que ambos disponían. Uno era propiedad de Martos. El otro, de una tía de la mujer de José Antonio Casado que se lo cedía.
Hablaron con ingenieros. Tramitaron todos los permisos necesarios. Pero el escollo, o los escollos, llegaron a nivel local. “El alcalde nos dijo que sólo levantaríamos una nueva fábrica por encima de su cadáver. Pero nadie nos frenó”, explica ahora Capitán.
Como él y su socio no se detuvieron, el alcalde quiso que el Ayuntamiento entrara en el accionariado. Como tampoco aceptaron, les ofreció la posibilidad de instalarse en una nave de titularidad pública que estaba en desuso y necesitaba reformas. Se encontraba a la espalda del edificio del ayuntamiento. El acuerdo, a ojos de los empresarios, era beneficioso. La concesión duraría 25 años, con un contrato de alquiler de 50 euros mensuales que debía renovarse cada lustro entre las partes.
Eladio Martos, José Antonio Capitán y un tercer socio que puso dinero en la reforma comenzaron a operar en la fábrica. En la última temporada han dado empleo a 70 personas. El resto del año mantienen a seis con contratos fijos.
Ninguna otra empresa privada en Marinaleda genera más puestos de trabajo. En la localidad apenas hay varias sociedades agrícolas de mantenimiento de maquinaria, una gasolinera, un puñado de bares, dos sucursales bancarias, algunas tiendas de alimentación y un par de farmacias. Sólo la cooperativa que gestiona El Humoso tiene mayor capacidad que Agroalimentaria Los Lugares.
Desde agosto de 2017, Sánchez Gordillo quiere cerrar la empresa de José Antonio. El empresario ha necesitado de la ayuda de un psicólogo y le han brotado unas manchas en las manos y en los brazos. “El médico me dice que es por la ansiedad”, explica el hombre, quien en septiembre de 2017 denunció a José Saavedra, persona de confianza y chófer del alcalde, por agredirlo en la calle. El caso se archivó porque nadie testificó a favor de Capitán.
El alcalde de Marinaleda, con el que ha querido contactar este periódico pero no ha recibido llamada alguna -en un principio, desde su gabinete de prensa aceptaron una entrevista- argumenta que la empresa de Capitán no ha abonado los 50 euros mensuales durante los últimos cinco años.
José Antonio Capitán dice que eso “es mentira”. Explica que en el Consistorio, pese a sus múltiples peticiones, nunca les han entregado un documento en el que se explique en concepto de qué han de hacer dicho ingreso en la cuenta municipal. “Cuando yo iba al banco, me decían que no se podía hacer un ingreso así como así. Se necesita justificar la razón. ¿O es que quieren que se me acuse luego de financiación ilegal a un partido o de comprar voluntades?”.
Tras recibir la notificación de desahucio por parte del Ayuntamiento de Marinaleda, José Antonio Capitán y sus dos socios depositaron ante notario los 3.169,35 euros que, a su juicio, Sánchez Gordillo no les ha querido cobrar “a sabiendas” durante los últimos cinco años.
“Se ha guardado un as en la manga para echarnos. Pese a que el notario le llamó varias veces, nunca fue a recoger el talón ni mandó a ningún funcionario. Así tiene la excusa perfecta para expulsarnos. Si lo hace, se apropiará de la nave ya reformada 20 años antes de lo acordado”.
El propio Eladio Martos, quien durante años sonó como sucesor del propio Sánchez Gordillo, denunció por prevaricación al alcalde de Marinaleda. El pasado 9 de julio de 2018, el juzgado número dos de Estepa sobreseyó el caso por la vía penal porque no encontraba ninguna irregularidad en el proceder del regidor, aunque dejaba abierta la vía del contencioso-administrativo.
Cuando son las 7 de la tarde de este pasado miércoles, en la nave de Agroalimentaria Los Lugares ya no queda ningún empleado. Sólo José Antonio sigue trabajando. Repasa facturas, documentación, gastos. Afuera tiene su coche, un Mercedes plateado. El hombre, cabizbajo, sabe que se marchan de Marinaleda. Ya han elegido unos terrenos en El Rubio, a tres kilómetros de distancia, y están en conversaciones con su alcalde.
“Hemos perdido una inversión de cuatro millones de euros de un grupo muy potente del sector alimenticio. Querían invertir con nosotros en El Rubio, pero su dueño se lo ha pensado porque sabía que Sánchez Gordillo le iba a plantar una manifestación cada dos por tres en la puerta de las nuevas instalaciones. Pero yo no me rindo. Iremos solos mis socios y yo. A mí me echarán de aquí, pero en Marinaleda he demostrado que se puede generar empleo de otra forma”.