Al subir el portón metálico, el visitante se da cuenta de que lo que parecía un almacén a las afueras del pueblo es en realidad un templo musulmán. Una mezquita sin letrero que la identifique. Al entrar hay un pequeño recibidor con una estantería para dejar los zapatos. También una escalera de madera para subir a una especie de buhardilla donde vive el imán.
Al atravesar una segunda puerta aparece un local diáfano de unos 80 metros cuadrados, totalmente enmoquetado de color celeste y con las paredes forradas de madera. En un extremo hay un púlpito para que el imán dé la oración. Desde ahí, no hace tanto, se escuchaban frases como: “Hay que matar infieles, hay que hacer la yihad”.
Lo predicaba Abdelbaki Es Satty, el iman de Ripoll, antes de los atentados de Barcelona. La Policía sabe que el clérigo marroquí empezó su proceso de radicalización en 2014, justo cuando salió de la prisión de Castellón. Cuando fue puesto en libertad, Es Satty se convirtió en el imán de un templo sobre el que se ha escrito poco y en el que realmente empezó la yihad de Ripoll: Elfath, la mezquita vieja del pueblo.
Mucho se ha puesto el foco en Annour, la mezquita nueva del pueblo. Y es que Ripoll tiene una curiosa particularidad desde hace un par de años: dos mezquitas para un pueblo muy pequeño (10.000 habitantes). Un desdoblamiento que provocó una fractura en la comunidad islámica del municipio y que se produjo en extrañas circunstancias. Paradójicamente, Es Satty fue iman de las dos, en una de esas extrañas decisiones que todavía quedan por aclarar en este caso.
Aunque los Mossos registraron la sede de la mezquita nueva Annour (sin encontrar información comprometida) y ese era el templo en el que predicaba Es Satty poco antes de que se produjese el atentado, lo cierto es que la mezquita vieja Elfath es el lugar donde más tiempo pasó como imán un Es Satty ya radicalizado. Es allí donde empezó su particular guerra santa, su tarea de captación de yihadistas y donde arrancó su plan que pretendía, entre otras cosas, volar la Sagrada Familia.
La mezquita de San Antonio
En la comunidad magrebí de Ripoll nadie quiere hablar de los atentados. Se sienten incómodos al estar relacionados con el suceso terrorista más sangriendo de la historia de Cataluña. Los marroquíes se dividen entre los que se zafan excusándose porque “no hablo bien español” y los que dicen que no van a la mezquita. A ninguna. Porque en Ripoll, aunque son muy pocos, hay dos mezquitas.
La mezquita vieja Elfath está situada en el número 11 de una calle con nombre cristiano: San Antonio. Es un almacén, con su puerta de almacén, en una manzana de almacenes que también alberga la iglesia de los Testigos de Jehová. Es algo así como la nave industrial de la religión en Ripoll.
La mezquita Elfath fue el hogar del cerebro terrorista Abdelbaki Es Satty durante más de un año. Ahora tiene un nuevo inquilino. Se llama Nayib, tiene 42 años y acaba de llegar a España. De hecho, todavía no habla español. Vive solo en una especie de altillo de madera construido encima de la mezquita.
“En Taza (Marruecos, su ciudad natal) me dedicaba al comercio. Pero me preparé para ser imán y me vine”, cuenta, alternando el francés y el inglés. No quiere fotos, no opina sobre los atentados y no conoce a los protagonistas de aquella historia. Pero se la han explicado muy bien. Nayib asegura que mientras él esté allí no se van a escuchar mensajes radicales. “Si detecto a alguien que se radicalice, por supuesto que llamaré a la Policía, porque el Islam prohíbe matar”, asegura.
Nayib señala el púlpito desde donde da la oración de los viernes. Una escalera de madera sobre una moqueta celeste. “Siempre doy un mensaje de paz y fraternidad. Es lo que tiene que hacer un imán”, sentencia. También intenta dar una explicación a lo que sucedió con el imán Es Satty y los jóvenes suicidas: “Hay gente que manipula el mensaje del Islam para sus propios intereses. Entonces necesitan gente para su plan. Es muy fácil convencer (mientras se lleva una mano a la sien haciendo el gesto de comer la cabeza) a gente sin cultura. Hay mucha gente que viene de Marruecos con poca preparación. También es fácil convencer a los jóvenes”.
Convencer a los jóvenes
Eso es exactamente lo que hizo El Satty: convencer a los jóvenes para conseguir que matasen. Unos chicos cuya radicalización “no fue rápida”, tal y como confirmaron desde la propia familia de los yihadistas, que aseguraban que las reuniones no se llevaban a cabo en ninguna de las mezquitas. Ni en la vieja, ni en la nueva, sino fuera. En el interior de una furgoneta.
¿Qué sucedió en la mezquita vieja Elfath? Que contó durante más de un año con un imán radicalizado. Antes de eso, Es Satty no era más que un traficante de poca monta que ingresó en prisión por posesión de hachís. Lo mandaron a la cárcel de Castellón, donde entró en contacto con otros yihadistas que le captaron. Como él estaba dentro por delitos menores, enseguida salió a la calle, pero esta vez con el cerebro totalmente lavado y con una misión clara: matar infieles.
Fue entonces cuando fue nombrado imán de la vieja (y entonces única) mezquita del pueblo. Algunos en Ripoll aseguran que varios de los miembros de la célula terrorista responsable de los atentados de Barcelona y Cambrils ya asistían a rezar a aquel viejo templo. Otros aseguran que no, que cuando empezaron a ir a la mezquita ya estaba construida Annour, la nueva.
Sea como fuere, Es Satty adoctrinó durante más de un año desde Elfath, un extraño templo almacén que permanece más tiempo cerrado que abierto. Aunque ha quedado demostrado que lanzaba soflamas radicales, nadie en la comunidad magrebí dio la voz de alarma. Fue ahí, según cuentan en el pueblo, cuando se empezó a forjar en Ripoll el embrión de la célula terrorista. Cuando Es Satty empezó a lanzar sus redes sobre todo aquel que él considerase candidato a mártir. Fue en Elfath donde empezó la yihad de Ripoll.
La comunidad se parte en dos
Sucedió entonces algo extraño: se produjo una especie de revuelta entre los fieles y la comunidad se partió en dos. Unos dicen que motivo fue que el presidente de Elfath se quedaba dinero de las colectas para hacerse un chalé en Marruecos. Otros dicen que el motivo fue que en Elfath, además de misa, se iban a empezar a impartir clases coránicas. Es decir, adoctrinar.
Fuese cual fuese el motivo, lo cierto es que muchos fieles abandonaron Elfath y montaron una mezquita nueva cerca del centro del pueblo, en la calle Progreso. Una mezquita que pretendía ser mucho más abierta y transparente. De hecho lo es. Lleva a cabo actos institucionales, celebra exposiciones y actividades en la calle. Está mucho mejor organizada y es más próxima a las instituciones oficiales. Elfath, en cambio, sigue siendo una especie de almacén que abre a ratos.
Es Satty se va a Bélgica a reclutar
A todo esto, Es Satty se marchó. La versión que dio fue que se iba a Bélgica porque había conseguido un trabajo, ya que como imán sólo percibe 200 euros. Y es cierto que se fue a Bélgica, concretamente a Vilvoorde. Pero su misión allí fue la de entrar en contacto con otros radicales que le ayudasen a llevar a cabo los atentados. A establecer contactos. A entrenarse. A viajar a otras ciudades para entrevistar con otros yihadistas, como cuando se desplazó a Viena para entrevistare con otro salafista. A empaparse de la yihad.
Es Satty vivió allí en casa de su primo. Aunque en España dijo que se iba a Bélgica a trabajar, lo cierto es que intentó seguir allí con su carrera de imán. Se postuló para predicar en una mezquita de un municipio belga llamado Diegem. Pero allí enseguida lo calaron. El responsable del templo, Akaychouh Soliman, lo rechazó porque su discurso era demasiado radical. También hay constancia de que Es Satty intentó reclutar a belgas para integrarlos en su célula terrorista, tal y como contó el diario belga La dernière heure.
Entretanto, las obras de la mezquita nueva se llevaron con celeridad. Annour abrió en otoño de 2016, ocho meses antes de los atentados. Llegados a ese punto, había que buscar un imán. Y, curiosamente, y a pesar de la voluntad renovadora de Annour, el primer nombre que salió a la palestra no era el de ningún extraño. Se desconoce de quién fue la decisión de recurrir a un viejo conocido de la comunidad. La cosa es que el elegido fue un clérigo que estaba en Bélgica y que ya había vivido en Ripoll: Es Satty.
Nadie sabe nada
Cuentan desde Annour que el motivo de repescar al cerebro terrorista fue que los imanes escasean, y que su nombre surgió porque ya conocía el pueblo. Que, además, nadie sabía que estaba radicalizado. De hecho, en Annour niegan la versión de la familia de los terroristas, que aseguran que Es Satty incitaba a matar infieles desde la nueva mezquita Annour. “Es mentira y es una barbaridad”, explican sus fieles.
La radicalización de los jóvenes, sin embargo, se produjo extramuros. Coinciden en señalar los fieles y los responsables de Annour que los miembros de la célula yihadista apenas se dejaban ver por la mezquita. Incluso que Younes, el último de los terroristas abatidos, no había pagado una sola cuota. Ninguno de los suicidas estaba comprometido en demasía con el nuevo proyecto islámico del pueblo. En cambio, sí que lo estaban y mucho con el proyecto criminal del imán. Explican en el pueblo que “puedes cambiar de mezquita, pero el mensaje es el mismo”, compartiendo la versión de las familias de los terroristas, que aseguran que no hubo radicalización exprés. Que Es Satty cocinó los atentados a fuego lento, y que fue en la vieja mezquita Elfath donde arrancó su sangriento plan.
Muchos interrogantes
Curiosamente, aunque ambas mezquitas son dos cosas distintas y supuestamente los responsables de una y otra no acabaron bien entre ellos, en el buzón de la mezquita vieja Elfath consta la dirección de la nueva mezquita: calle Progrés 23.
¿Quién decidió que un imán radicalizado predicase en las dos mezquitas del pueblo? ¿Nadie se informó de las actividades de Es Satty en Bélgica durante el paréntesis en el que la comunidad islámica de Ripoll se dividió? ¿Por qué permaneció durante tanto tiempo Es Satty predicando en la vieja mezquita Elfath sin que nadie diese la voz de alarma? ¿Realmente nadie sabía nada? ¿Es cierto que el imán ya proclamaba soflamas radicales en Elfath? ¿O la verdad es, como dicen en Annour, que ni siquiera hizo eso en la mezquita nueva? Son muchos los interrogantes que no resuelve el sumario del caso y que se quedan dentro de la ya de por sí hermética comunidad musulmana de Ripoll.
Nayib no sabe las respuestas, pero asegura que con él no se va a repetir: “Porque va en contra del Islam. Pero también porque tengo 4 hijos en Marruecos. Las familias de los terroristas también son víctimas”, cuenta antes de pegar un portazo y cerrar de nuevo la puerta del almacén.