Se venden pisos con ancianos en su interior: Carmen con 92 años y Mariano con 88
- Los inquilinos podrán permanecer en la vivienda hasta que fallezcan. Sólo asumirán los gastos corrientes de gas, luz, agua y comunidad.
- La rebaja del inmueble, que puede alcanzar el 50% respecto al precio de mercado, depende de la edad el vendedor.
Con sus rugosas y ancianas manos, Carmen Segovia nos abre la puerta de su madrileña casa. Tiene 92 años, aunque aparenta bastantes menos. “Adelante... poneos cómodos”. Arrastrando los pies llega hasta su amplio sofá, tapizado en seda e inundado de cojines. Parece un lugar acogedor para entablar una conversación: “Los muebles no van en el precio”, puntualiza, entre risas, con su marcado acento murciano. Se refiere a los cerca de 200.000 euros por los que vende su piso de 100 metros cuadrados, ubicado en el humilde barrio de Santa Eugenia.
“Yo lo que quiero es morirme en mi casa, aquí tengo todos mis recuerdos, mi familia pero, hasta entonces, me gusta vivir bien”, explica explica a EL ESPAÑOL. Colgados en las paredes, un sin fin de reliquias y muchas fotografías adornan, adoptando un aspecto recargado, esta vivienda.
Tesoros que, cuidados con mimo, evocan nostalgia y acompañan a Carmen en su día a día. “Esos cuadros -señalando seis pinturas- me los regaló Dalí y las fotografías -situadas sobre una repisa- me las hizo Gyenes, que era amigo mío. Fotografiaba por entonces en la Gran Vía… Mira, mira, esas copas de la vitrina son de pie de plata, las únicas que no saquearon de mi casa familiar en la Guerra Civil”, cuenta. En el interior de los muros de esta vivienda, esta entrañable nonagenaria guarda un pedacito de historia; la historia de una apasionante vida que ha ido subastando pieza a pieza a lo largo de los años. La última de sus ‘subastas’: su vivienda.
-¿Por qué decidió deshacerse de esta casa?
- “Verás, no tengo a nadie. No me he casado y no tengo hijos. Solo cuatro sobrinos, mis dos hermanos murieron y no enseñaron a los hijos a quererme. Solo me llaman para sacarme los cuartos. Llevo ya cinco testamentos. A quien no se lo merece… lo saco de él. Por lo menos podrían llamarme... Sólo una me ha llamado una sobrina por el día de mi santo. Tampoco se acuerdan de mí el día de Nochebuena…”.
Se llama nuda propiedad. Aunque extendida en el resto de Europa esta modalidad es aún desconocida en nuestro país. El pleno dominio de la vivienda se compone de la suma de dos derechos reales o de propiedad, uno de ellos es la nuda propiedad y el otro el usufructo. Lo que la persona mayor realiza es la venta del derecho de nuda propiedad lo cual implica que se mantienen como propietarias del derecho de usufructo de su vivienda. “Esto les permite seguir usando y disfrutando esa propiedad como lo vienen haciendo hasta su fallecimiento”, explica a EL ESPAÑOL Mar Villa, directora de atención al cliente de Grupo Retiro, una conocida inmobiliaria madrileña.
“Hemos vendido el piso en menos de un mes”
El piso de Carmen está situado en una quinta planta. Cuenta con dos terrazas, dos amplios dormitorios, dos baños, una cocina con terraza cubierta y un gran salón-comedor. Apenas ha tardado un mes en venderse. Una ganga para inversores a medio-largo plazo. “Entre uno y tres meses, es el tiempo estimado para que la persona mayor tenga ya formalizado, ante notario, la contratación del producto que haya seleccionado”, explica Villa a EL ESPAÑOL. En ese momento, los vendedores como Carmen reciben en cuenta la totalidad del dinero acordado.
“El dinero es para gastarlo, por eso es redondo, porque rueda y se va”, comenta entre carcajadas Carmen. Tras la venta, como inquilina sólo tendrá que hacerse cargo del pago de la luz, el agua y la comunidad. “En invierno con la calefacción, que es de gas natural, gasto un poco más”, específica. En total los gastos a los que tendrá que hacer frente este anciana no alcanzan los 50 euros mensuales. Una cantidad que podrá asumir y que le permitirá vivir holgadamente durante el resto de sus días. Esta operación permite por lo tanto a la persona mayor mantener el total uso y disfrute de su vivienda, en las mismas condiciones en que la venía utilizando como propietario. “De hecho, dejan de pagar para siempre determinados gastos del inmueble como el IBI, las derramas extraordinarias de la comunidad y el seguro del continente de la vivienda”, explica Villa.
Carmen ha sido durante toda su vida una mujer trabajadora que ha acumulado hasta cuatro empleos simultáneos como profesora de instituto de Lengua y Literatura. También ha impartido clases en la universidad, trabajos que compaginaba con su formación como psicóloga y enfermera en el hospital del Niño Jesús de Madrid. A su edad, lo tiene claro: “Ahora, francamente, quiero vivir tranquila y viajar”. Por eso este año ha pasado sus vacaciones en La Manga del Mar Menor junto a una amiga, aunque el próximo viaje quiere que sea a Jerusalén. El año pasado año estuvo en China y el anterior en Egipto. “Gracias a Dios, no tengo ningún padecimiento”, explica.
Carmen, que encontró un anuncio entre las páginas de los rotativos, no dudó a la hora de tomar su decisión. “Yo leo el periódico todos los días de cabo a rabo. Un día vi un anuncio y se lo enseñé al marido de una amiga, que es economista. Entonces comenzamos a investigar”, explica. En cuestión de un mes vendió el piso. Primero, un experto evaluó el estado del inmueble y, posteriormente, un interesado lo visitó. “En 20 días se formalizó la venta. Me han dicho que hay mucha gente que hace eso porque o bien no tienen hijos como yo o quieren disfrutar de su senectud”, asegura.
Comprar un piso a mitad de precio
Mariano Muñoz de 88 años y su mujer 85 acaban de vender su coqueto piso situado en el barrio madrileño de la Ventilla. Un inmueble de 62 metros cuadrados que cuenta con un dormitorio, un cuarto de baño, cocina y un pequeño patio.
“Un día estaba escuchando la radio y me enteré de lo que era la nuda propiedad. Entonces, -cuenta Muñoz- llamé a la inmobiliaria de Eduardo Molet. Nos informaron primero de en qué consistía. Luego la agente inmobiliaria tasó el piso. Vinieron tres o cuatro familias de entre 30 y 40 años a verlo”. Finalmente un joven compró el inmueble. “Es un chico divorciado, que viaja mucho. Se dedica a los negocios y tiene su dinerito. Me dijo ‘me gusta, creo que nos veremos’ y a los 15 o 20 días sellamos el acuerdo en el notario. Nunca pensé que iba a ser tan rápido”, explica Muñoz a EL ESPAÑOL.
De hecho, cuando Mariano llegó a España en el año 1971 para trabajar como contable nunca imaginó que acabaría vendiendo su domicilio particular. Su pensión y la de su mujer les permitían hasta ahora vivir con cierta comodidad, pero esta oportunidad les ha abierto un abanico de posibilidades. “Nosotros tenemos tres hijas que están en muy buena posición. Ellas no necesitan la casa y nos pareció una buena idea venderla. De esta forma contamos con un dinero para vivir tranquilamente. Son excelentes todas ellas, así que cuando nos muramos no se pelea nadie por el piso pequeño. El dinero que quede es para ellas y mis seis nietos”.
Al igual que en el caso de Carmen Segovia, una vez realizada la transacción económica, este matrimonio solo ha tenido que realizar el pago de la plusvalía y, a partir de ahora, solo pagará los gastos habituales del mes, que ascienden a unos 300 euros.
Por otro lado, según explica a este periódico el consultor inmobiliario Eduardo Molet, “los inversores suelen ser locales, muy solventes. Cuentan con ahorros en el banco. Dado que ahora mismo no les ofrecen rentabilidad alguna por ese dinero muchos deciden hacerse con un piso en nuda propiedad”. Algunos de los inversores lo hacen porque saben que el piso se va a revalorizar, otros como alternativa a un plan de pensiones aunque también hay quienes lo compran para sus hijos.
Precisamente, por las ventajas que ofrece, la demanda de este producto crece exponencialmente en España. “Este tipo de inmuebles se venden por debajo del precio de mercado. Según la edad del inquilino los porcentajes se reducirán más o menos”, explica Molet.
Así, si el inquilino sobrepasa los 80 años la rebaja puede ser de entre un 10% y un 15% respecto al precio de mercado pero si, por ejemplo, ronda los 65 años, el inmueble puede contar con una rebaja de hasta el 50%. Una opción interesante para inversores como Isabel Fernández, abogada laboralista, y ahora propietaria de un inmueble en la zona centro de Madrid. “Decidí apostar por la nuda propiedad como una inversión a medio-largo plazo, siendo consciente de que en unos años el inmueble que he adquirido se revalorizará. El precio del metro cuadrado en la capital es caro y la tendencia es que siga evolucionando a la alza por lo que es un producto que aunque sea poco conocido en España, es rentable a la larga”.