Las reuniones con el extraterrestre debieron de tener lugar, sobre todo, entre julio y septiembre de 1994. José Antonio Campoy, director de la revista Discovery Dsalud, uno de los individuos que asegura que aquellos encuentros se produjeron con total normalidad, como quien queda por la tarde con un marciano para ver el partido de las cuatro, explica que estos se llevaron a cabo del siguiente modo: él y una serie de amigos se sentaban alrededor de una mesa tal que si aquello fuera una reunión normal en un día normal, como otro cualquiera, para jugar una partida a las cartas. Colocado en el centro, habían instalado un tablero de ouija, y encima de este un vaso de cristal de yogur. Pasaba el tiempo y, de repente, mediante este método con el que se dice que se puede contactar con los espíritus, Campoy dice que vio a un extraterrestre. Y que incluso mantuvo conversaciones con él.
La escena, tan surrealista e imaginaria como empíricamente indemostrable, aparece narrada en uno de los libros del protagonista. Por el módico precio de 30 euros, Campoy vende el volumen titulado Entrevista a un extraterrestre: Geenom. En sus casi 200 páginas, a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, Campoy reproduce esa supuesta conversación con este ser que es tan particular como hasta el momento indemostrable su existencia.
Todo resultaría una simple broma de no ser porque el libro está plagado de distintas proclamas que tratan de desacreditar los métodos validados científicamente para tratar las enfermedades. “Las enfermedades, el cáncer incluido, no son sino la consecuencia de posicionamientos mentales erróneos, en algunos casos transmisibles por vía genética. Debéis saber que son el rencor, la envidia, la soberbia o las actitudes despreciativas hacia los demás las que alteran la composición cromosómica y generan células cancerígenas”.
Este es el terreno en el que se mueve Campoy: niega la validez de la oncología como ciencia, y lo hace como el director de una de las revistas más polémicas de España. Descarta la existencia del virus del sida, dice que la quimioterapia no sirve para curar y recela de las vacunas. Todo ello desde su publicación, la cual dirige desde 1999. Su objetivo: generar incertidumbre y controversia en torno a la medicina convencional. Lo hace con portadas tales como la de su número 99, donde aparece bien grande, con letras azules mayúsculas, el siguiente mensaje: “¡No vacune a su hija!”.
Esta y otras soflamas -“No es ya que la quimioterapia no cure, ¡es que promueve el cáncer”, “El sistema sanitario mata por dinero y poder” o “Ébola, ¿otra falsa pandemia?”-aparecen de forma recurrente en las portadas, en los reportajes, en las noticias y en los editoriales de la revista. Esa es su línea editorial.
Denunciada ante fiscalía
José Antonio Campoy pasaría por ser uno más de los centenares de personajes que tratan de desacreditar los medios tradicionales de la medicina si no fuera porque tiene a mano una revista de tirada nacional: o sea, un megáfono con el que distribuye su mensaje tanto en papel como en formato digital. En 2007, en una entrevista con PR Noticias, aseguró que contaba con 312.000 lectores. Algo que no se ha podido comprobar.
En la actualidad, según ha podido saber EL ESPAÑOL, Discovery DSalud no aparece incluida en los recuentos de la Oficina de Justificación de Difusión (OJD), uno de los medidores recomendados del mercado publicitario digital . “Quienes no se incluyen en el medidor es, normalmente, porque no les conviene”, dicen desde la empresa auditora de audiencias. Cuentan, sin embargo, con un canal de Youtube en el que están colgadas múltiples conferencias de la revista. Ahí se puede empezar a glosar el alcance de esta revista, al menos en el ámbito digital. Muchos de esos vídeos contienen más de 20.000 reproducciones.
El nombre de esta publicación ha aparecido en dos tragedias recientes relacionadas con pacientes que abandonan los tratamientos de quimioterapia. El año pasado, llegó a este periódico el caso de Mario Rodríguez, un joven que abandonó el tratamiento y acabó falleciendo. Hace una semana, el diario El País publicaba la historia de una economista llamada Rosa Morillo, que decidió tratarse el cáncer con homeopatía. Ambos, tanto Mario como Rosa, conocían la revista: según el progenitor del joven, la madre de Mario era una ávida lectora de esta publicación, Rosa también lo era. Incluso había comprado los libros que edita la revista de Campoy.
En ella, Rosa había visto que podía tratarse con dieta, suplementos vitamínicos y baños de sal marina. Tres años después de abandonar la quimioterapia y de abrazar los remedios homeopáticos, Rosa falleció. Tenía el cuerpo abrasado por la metástasis.
Las publicaciones de Campoy han sido ya denunciadas por colectivos como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) o la Organización Médica Colegial. En concreto, ésta última cuenta desde hace más de un año con un Observatorio contra las Pseudociencias que lleva meses recopilando en un interminable listado distintas páginas webs que promueven métodos para curar enfermedades que carecen de toda base científica. Esa lista será trasladada pronto a la Fiscalía. “En ella, Discovery Dsalud ocupa un puesto muy destacado”, explican a EL ESPAÑOL desde el Observatorio.
El negocio de promover las pseudociencias
José Antonio Campoy Sanz-Orrio es Licenciado en Periodismo. Entre los años 1993 y 1998 fue el director de la revista Más allá de la ciencia, una publicación mensual en la que se divagaba sobre esoterismo, ocultismo, ufología, historia o teorías de la conspiración. El curso siguiente comenzó a dirigir Discovery Dsalud.
20 años después de esto, Campoy gana un cierto dinero con la revista. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, como administrador único de la empresa editora, logró que la publicación obtuviese unos ingresos de 573.835 euros a lo largo de 2017. Tras hacer los balances financieros, el dato que sale es que Discovery Dsalud ganó 105.000 euros en ese mismo ejercicio. Por lo visto, decir que el VIH no existe, que la quimioterapia es una engañifa o que las vacunas son malas resulta, al final, enorme y lamentablemente rentable.
En la revista de Campoy se difunden mensajes tales como que la quimioterapia es “una absoluta estupidez por que no existe ningún producto quimioterápico que cure el cáncer o prevenga la metástasis a pesar de las falacias en tal sentido de los oncólogos”.
Los textos de la publicación se propagan tanto de forma escrita como en la página web con la que cuenta desde hace dos décadas. Una suscripción al contenido digital o en papel cuesta 66 euros al año. A cambio, en ella se pueden leer publicaciones como la siguiente: “Millones de personas de personas mueren cada año a causa del cáncer porque ¡la quimioterapia y la radioterapia no funcionan!”. “Hay terapias mucho más eficaces que se ocultan”, dicen. La OMC denunció posteriormente esta publicidad que todavía hoy puede hallarse con facilidad a poco que uno bucee en internet.
En ese anuncio aparecen publicitados los dos libros de Campoy en los que ofrece (o eso dice él) la llave secreta hasta el momento no encontrada para hallar el tratamiento idóneo del cáncer. Sin embargo, él mismo admite que no es médico, doctor ni tampoco licenciado en disciplina científica alguna. Aún así, publicita en la página web algunos de sus propios libros en los que parece atesorar el remedio infalible para tratar del cáncer. El título de uno de ellos es bien claro: Cáncer, qué es, qué lo causa y cómo tratarlo. Está formado por dos tomos, el primero vale 45 euros y el segundo 40. En ambos ejemplares alude a todas aquellas nuevas medicinas como idóneas para el tratamiento de las enfermedades oncológicas. Eran estos los libros a los que gente como Rosa, tristemente fallecida, según sus familiares reconocen, tenían acceso.
“Habría que preguntarles a ellos acerca de si tuvieran un cáncer, ¿seguirían sus propias recomendaciones o se meterían en quimioterapia?”, lamentan desde la Asociación Española Contra el Cáncer. “Somos conscientes de que hay gente que está tratando de sacar beneficio, pero también hay que ser conscientes de que estas propuestas no tienen aval científico alguno. Solo pedimos que el paciente se informe bien y que vaya a sitios que tengan credibilidad”.
Un polémico consejo asesor
Tras la cara visible de la revista se encuentra un consejo editor o asesor integrado (entre otros) por algunos personajes que en los últimos años han sido detenidos o han estado implicados en este tipo de asuntos. Un ejemplo es la doctora Almudena Ramón Cueto, detenida hace cosa de un mes y a la que acusan de estafa agravada y de delitos contra la salud pública contra, al menos, más de cien personas.
Entre ellos está también José Ramón Llorente, el especialista que fue denunciado por el padre del joven Mario después de su fallecimiento. Fue supuestamente él quien recomendó al joven tratarse el cáncer con vitaminas, a través de diversas publicaciones que tiene en la revista en ese sentido. El caso sigue en los juzgados. El padre de Mario ha recurrido la decisión de la Audiencia Provincial de absolver a Llorente de su responsabilidad en la muerte del joven.
Muchos de los miembros que pertenecen al órgano asesor de la revista practican o son partidarios de la nueva medicina germánica, una peligrosa técnica calificada de secta destructiva en varios países. Todos ellos son seguidores de un tal Ryke Hamer.
Hoy ya muerto, Hamer fue condenado y expulsado de la medicina en varios países por los métodos que promovía. Pero eso a Campoy no parece importarle, todo lo contrario: la figura del policondenado Hamer le parece objeto de loa, por lo que no pierde ocasión en pedir para él toda clase de honores y para resaltar las injusticias que se hicieron con él. Incluso, llega a escribir la revista, lo propone para el premio Nobel. Quizá por eso, durante un tiempo, perteneció al consejo asesor de la revista.
Todos ellos son conocidos por rechazar la medicina convencional y por abrazar sin problema tesis conspiranoicas relacionadas con el negacionismo del VIH, por ejemplo. Y eso luego queda reflejado sin demostración empírica ni científica en las páginas de la publicación.
Con su revista, Campoy ha logrado difundir una sarta infinita de improperios contra la salud y contra la medicina. “Los niños no vacunados gozan de mejor salud que los vacunados”, “las vacunas no son eficaces ni seguras” o “la existencia del virus del sarampión nunca se ha demostrado”.
Campoy hace, como hemos visto, negocio con la empresa editora de la revista, Ediciones MK3. Se trata de algo innegable. Sin embargo, también lo hace con una engañosa firma de nombre pomposo que él mismo creó años atrás. La World Associations for Cancer Research (WACR), una asociación que cuenta con el mismo domicilio social que la editora de la revista. Se encuentran en el mismo lugar. Trabajan desde el mismo sitio. En el año 2005, según ha podido saber EL ESPAÑOL, resulta que se amplió el objeto social de esta empresa. Pasó a ser también la producción, elaboración, financiación, comercialización y distribución de complementos alimenticios y productos dietéticos.
Tiempo después de este cambio de denominación social, la Asociación Española Contra el Cáncer, ante los alarmantes mensajes de la revista, emitió un inequívoco comunicado denunciándoles por hacer publicidad de tratamientos alternativos a la medicina convencional y general.
Son muchas las aristas de la revista de Campoy, pero sin duda queda mucho más claro cuál es su objetivo con la revista que más denigra al mundo de la medicina en España. Lo hace sin pedir perdón ni permiso.