Jamal Khashoggi, el periodista saudí torturado, asesinado y desmembrado en el consulado de su país en Estambul (Turquía) ha vuelto a poner en el foco de los escándalos a Arabia Saudí, un régimen opaco de tintes feudales. Blanco de las críticas de medio mundo esta semana por la muerte de Khashoggi, exiliado en EEUU, el país de los petrodólares y con una extensísima casa real es uno de los Estados árabes con los que España ha tejido mejor relación empresarial e institucional en las últimas décadas. En ese nexo bilateral ha sobresalido la figura del rey emérito, Juan Carlos I.
Cuando le ha sido posible, el monarca español ha estado ahí: bien para ayudar a un consorcio de empresas españolas a cerrar el contrato de llevar el AVE a La Meca, bien para tratar de resolver los turbios asuntos en los que se han visto envueltos algunos de los miembros de la familia real saudí.
El último de ellos, hace ahora tres años, cuando un príncipe logró que se archivase la denuncia de violación que pesaba sobre él. Ambos, rey español y príncipe saudí, se cartearon en varias ocasiones. En la última de las misivas, el rey felicitaba a su interlocutor porque la justicia había dado carpetazo al caso.
Aquella última carta llevaba fecha de 28 de junio de 2015, el sello de la Casa Real y la firma del por entonces ya rey emérito de España, Juan Carlos I. El destinatario de la misiva del monarca español era el príncipe saudí Al Waleed bin Talal bin Abdulaziz al Saud, que se había visto envuelto en un espinoso asunto: una joven hispanoalemana le había acusado de violarla en Ibiza tres años antes, en agosto de 2012.
Aquella carta del ahora rey emérito contenía, al menos, dos palabras: “alegría” y “felicitación”. ¿Por qué? Juan Carlos I se mostraba contento porque la Justicia española había archivado la causa que tenía pendiente Al Waleed bin Talal en la Audiencia de Palma de Mallorca.
No era la primera vez que se carteaban. El rey Juan Carlos había contestado en dos ocasiones anteriores sendas misivas enviadas por el príncipe saudí, que atesora una de las 20 mayores fortunas del planeta. En 2006 tenía 30.000 millones de dólares y era la persona árabe más rica del mundo. Ambos se conocían desde hacía años. No en vano, Al Waleed bin Talal es sobrino del difunto rey Fahd, con quien el monarca español tejió una estrecha amistad.
En aquellas cartas, Al Waleed bin Talal le pedía al monarca español que intercediera en su favor ante la Justicia española. Una de ellas la envió en octubre de 2014. La otra, meses después, según contó EL PAÍS.
En ambas, Juan Carlos I respondía que no podía hacer nada ya que la justicia en España es independiente. Pero en la segunda de las misivas le recomendó que se buscase un buen abogado español que le defendiera.
Al Waleed contrató el bufete de Horacio Oliva, con despacho en Marbella, la ciudad malagueña íntimamente ligada a la familia real saudí, donde tiene palacios y decenas de propiedades, y donde el monarca español viajaba en helicóptero desde Mallorca para merendar o cenar con el difunto rey Fahd bin Abdulaziz.
En marzo de 2015, la Audiencia de Palma archivó la causa. Cuatro meses después, Juan Carlos I felicitaba al príncipe Al Walled. La chica que lo denunció había asegurado que la habían drogado en una discoteca de Ibiza y que luego la violaron en el lujoso yate Turama, alquilado esos días por varios miembros de la familia real saudí.
Durante cuatro meses, la denunciante y su madre rastrearon Internet en busca de personajes de la familia real de Arabia Saudí para hallar la cara del hombre que agredió sexualmente a la chica. Dijeron que había sido el príncipe que acabó pidiéndole ayuda al por entonces rey español.
Al final, los jueces determinaron que no había caso. El príncipe siempre sostuvo que aquella noche estaba en París. Pero, si no fue él, ¿qué miembro de la familia saudí que estaba en ese barco lo hizo? Nadie investigó aquello nunca más.
Socio de Urdangarín
Se da la circunstancia también de que Al Walid, con hoteles por medio mundo, acciones en Apple o Twitter, es propietario del 30% de Mixta África, una empresa que construye viviendas a bajo coste en Senegal, Argelia y Mauritania.
Iñaki Urdangarin, yerno del rey emérito y ahora en la cárcel, tiene -salvo que se haya deshecho de ella en los últimos tiempos- el 0,09% del capital de la compañía.
No se sabe con certeza cómo llegó el exjugador de balonmano a Mixta África, pero en los círculos de la Casa Real siempre se ha dicho que su suegro le recomendó que invirtiera en ella.
Otro Khashoggi trajó a España a la realeza saudí
La relación de Juan Carlos I con la casa real saudí se remonta a décadas atrás. Precisamente, el apellido Khashoggi -el mismo del periodista asesinado en el consulado saudí en Estambul- ha vuelto como estigma para desatar las furias de Occidente hacia Arabia Saudí. Dicho apellido, unido al nombre de Adnan, fue quien trajo a la Casa Real saudí a España en 1973.
Ocurría cuando el todopoderoso magnate de la Marbella dorada, Adnan Khashoggi, más conocido en Arabia por su relación con el tráfico de armas, convenció al por entonces príncipe Fahd bin Abdulaziz con todo tipo de argucias para que cambiara el destino de Montecarlo por el de la ciudad malagueña.
Personajes de la época dorada de entonces explican a EL ESPAÑOL que con la labia que “el bandido Khashoggi” tenía persuadió a Fahd con solo un par de frases: “Mónaco es tremendamente aburrido, alteza. Venga a una de mis fiestas de la Zagaleta y nunca más querrá abandonar España”, le espetó. Y el príncipe aceptó.
El propio Khashoggi reconocía años más tarde a este medio, en el último viaje que hizo a la Costa del Sol antes de fallecer, que existía “mucha leyenda” en torno a él. "Unas cosas son mentira. Otras, quizás, son verdad. Pero una de esas grandes verdades es que si la Casa Real saudí está en España, es gracias a mi”.
Del episodio del por entonces príncipe saudí -más tarde rey- y el traficante de armas han pasado ya 45 años. Fahd aterrizó en Marbella y el séquito se repartió entre el Hotel Incosol, entonces propiedad de Ignacio Coca, y un palacio “prefabricado” que el príncipe Alfonso Hohenlohe le organizó en un “pis pas” en los terrenos de unos amigos suyos aristócratas.
El palacete y unos cuantos dispendios más consiguieron afianzar al príncipe árabe en la ciudad del canto sin dueño. El marido de la princesa María Luisa de Prusia, el conde Rudi, explica a este periódico que el rey Fahd definió su primer desayuno sentado al frente de la montaña de la Concha y el mar Mediterráneo como “lo más parecido al paraíso”.
Cada verano recibía la visita de Juan Carlos I
Tanto se encaprichó el por entonces príncipe Fahd del lugar, que pocos meses después el cónsul de Arabia Saudí cursó todos los trámites burocráticos para que en los montes de la conocida como ‘Milla de oro’ marbellí se empezasen a construir los palacios de la casa real.
De esta manera, el monarca Fahd se construyó el palacio Mar Mar. Se trata de una réplica de la Casa Blanca que alberga un completo hospital con quirófano, un centro de comunicaciones con los últimos avances tecnológicos y palacetes de lujo para familiares, visitas y séquito.
La residencia, con sus relumbrantes tejados verdes, color que distingue a los miembros de la realeza, era visitada todos los veranos por el rey Juan Carlos. Los políticos locales consideraban un escándalo que el monarca español no pisase jamás la ciudad de Marbella y que, en cambio, “siempre tuviera tiempo para aterrizar su helicóptero en el palacio de sus amigos saudíes”.
Un miembro de su escolta, con quien habla este medio, califica la amistad de los dos monarcas como “muy estrecha”. “Entre ellos se llamaban hermanos”, cuenta.
Por aquel entonces, el palacio Nahda se vestía con sus mejores ornamentos y oropeles para recibir al ahora rey emérito que, procedente de Palma de Mallorca, volaba en helicóptero hasta Marbella a pasar el día con los saudíes. Después de cenar regresaba al palacio de Marivent.
Uno de los personajes que no podía faltar en estos encuentros entre los dos monarcas era Mohama Kayali, un empresario sirio y hombre fuerte de los saudíes en España. Kayali fue la persona que, años más tarde, pagó el controvertido safari de Juan Carlos I en Botswana. A la postre, sufragó la cacería que supuso el principio del fin de su reinado.
[Más información: La noche en la que a Juan Carlos I se le cayeron encima un elefante, Corinna y la Corona]
También se llama ‘hermano’ con el sucesor del rey Fahd
En abril de este año, el todopoderoso príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman visitó Madrid tras pasearse por Reino Unido, Estados Unidos y Francia. Hijo del actual rey Salman bin Abdulaziz -sucesor en el trono del difunto rey Fahd- ocupa ya la cartera de Defensa como paso previo a su reinado.
El príncipe heredero, de 32 años, emprendió un gira por Occidente para lavar la imagen de reino ultraconservador y misógino que tiene Arabia Saudí. La comitiva del también ministro de Defensa en Madrid no incluyó a su esposa y prima, Sara bint Mashur bin Abdelaziz, con la que lleva una década casado.
La pareja ha traído al mundo a cuatro vástagos, aunque se sabe que Mohamed bin Salman tiene una “querida”, según cuentan fuentes conocedoras de la vida amorosa de los miembros de la monarquía saudí.
Durante su visita a la capital de España, el príncipe heredero saudí ordenó desalojar el elegante y exclusivo Hotel Villamagna. La casa real pagó a los huéspedes y los realojó en otro establecimiento hotelero.
Durante su visita, tuvo un encuentro con políticos, diplomáticos, empresarios y representantes de varios medios de comunicación españoles, entre los que estaba EL ESPAÑOL.
En ‘petit comité’, Mohamed bin Salman habló con especial cariño del rey emérito, al que su padre, como ya hiciera su tío, el rey Fahd, también lo considera un hermano.
Tal es la cercanía que guarda Juan Carlos I con la casa real saudí que la periodista Ana Romero dice en su libro Final de partida que en Occidente sólo hay dos personas que hayan establecido una relación de tanta proximidad con dicha familia: el rey emérito y George Bush padre, expresidente de los EEUU, el gran valedor mundial de Arabia Saudí por su control del 30% del petróleo del planeta.
Uno de los sospechosos acompañó a Madrid al heredero al trono
Se da la circunstancia de que en su visita a Madrid de hace seis meses, el príncipe heredero estuvo acompañado por Maher Abdulaziz Mutreb. Según Turquía, se trata de uno de los quince implicados en el asesinato, descuartizamiento y desaparición posterior del periodista y disidente saudí Jamal Khashoggi.
Mutreb es un acompañante habitual de Mohamed bin Salman en sus viajes al exterior. Se lo puede ver en fotos desembarcando de su avión en París y en Madrid, y entre su círculo de seguridad en Naciones Unidas, Houston y Boston (Estados Unidos).
Corinna: el rey cobró por el AVE a La Meca
Durante toda su vida, el rey emérito español ha estado muy presente en la relación bilateral España-Arabia Saudí. Tanto en la ‘dolce vita’ marbellí como a la hora de atender a un acusado de violación. Pero también cuando, según todo indica, era hora de recoger réditos.
Según Corinna su Zayn-Wittgenstein, la “entrañable amiga” de Juan Carlos I, éste trató de cobrar una comisión millonaria en el marco de la licitación del megaproyecto del AVE a La Meca. El dinero, procedente de Arabia Saudí, habría llegado a cuentas bancarias controladas por el abogado suizo Dante Canonica.
Así lo revelaba Corinna en la grabación de su reunión con el excomisario José Villarejo en la primavera de 2015, a la que tuvo acceso EL ESPAÑOL. En el encuentro, y según refleja la cinta, la aristócrata explica que el monarca intentó cobrar una comisión millonaria por su intermediación para que el consorcio de empresas españolas ganara un contrato de más de 6.300 millones de euros en 2012. Y que poco después, ella recibió en sus cuentas un fuerte envío de fondos desde Arabia Saudí.
"Siempre no se os va a permitir todo"
Cierto o no, lo que sí ha sucedido es que la casa real saudí ya no se deja ver tanto como antaño por España, aunque su cercanía con el rey Jua Carlos siga intacta. El rey Salman cambió Marbella por Tánger para las vacaciones de verano.
Fue hace cuatro años, cuando la familia real de Arabia Saudí cambió el sur de este país por el norte de Marruecos para disfrutar de sus vacaciones estivales durante un mes.
Entre las leyendas de esta elección, se cuenta que Fahda, la esposa del rey, prefiere Tánger a Marbella porque la ciudad andaluza le gustaba a Sultana, su primera esposa, fallecida en 2011. Ambos pasaron mucho tiempo juntos en la ciudad malagueña cuando él todavía era príncipe heredero y reinaba su hermano, el mítico rey Fahd.
En 2014, el por entonces príncipe Salman Bin Abdulaziz adquirió un terreno en Tánger de 5.000 metros cuadrados, propiedad del expresidente español Felipe González. Se trata de una extensión próxima al cabo Espartel, en la costa del Atlántico. Posteriormente construyó un palacio, aunque la antigua propiedad del político español todavía se conserva en el interior.
Se desconoce qué papel estará tomando el rey emérito en el escándalo por el asesinato del periodista saudí -si es que ha asumido alguno-. Lo cierto es que, quien le conoce, sabe que siempre ha repetido a sus interlocutores de la realeza del país árabe una frase contundente: "Siempre no se os va a permitir todo. Cuidado".