Hay un oso en los Pirineos que está sembrando el pánico a los dos lados de la frontera. El animal ataca rebaños, se come el ganado, asusta a la gente. Nadie sabe qué hacer con Goiat, que es el nombre del ejemplar en cuestión. Los ganaderos de la zona llevan tiempo pidiendo una solución. Se había barajado la posibilidad de expulsarlo de los Pirineos o incluso la de sacrificarlo. Ahora, tras mucho deliberar, la Generalitat ha publicado el protocolo de actuación: la solución será asustarlo con gritos fuertes y bengalas.
La historia de Goiat va unida a la de un anhelo: repoblar el Pirineo de osos pardos (Ursus arctos). Esta especie está en peligro de extinción y en 1996 solamente quedaban 3 ejemplares en toda la cordillera. Un año más tarde se inició un proyecto de recuperación de plantígrados que empezó por introducir un semental procedente de Eslovenia. Lo bautizaron con el nombre de Pyros y durante todos estos años ha sido el jefe de la manada.
Hasta tal punto mandaba en los Pirineos, que su hegemonía se convirtió en un problema. Pyros se dedicó a lo que se suponía que debía dedicarse: fecundar hembras. Pero se le fue de las zarpas y acabó copulando hasta con sus propias nietas. La inmensa mayoría de los osos pardos del Pirineo son hijos, nietos y bisnietos de Pyros. Temerosos de que esa endogamia pudiese derivar en problemas de consanguíneidad, los responsables del proyecto optaron por introducir un nuevo macho. Y ahí llegó el problema.
Oso nuevo en la montaña
Fue en 2016 cuando se liberó en un parque natural de Lleida un nuevo ejemplar de 200 kilos. Procedía también de Eslovenia, de una reserva de caza de la ciudad de Jelen. Se le puso el nombre de Goiat, que en dialecto pallarés significa ‘mozo’ o ‘chico soltero’. Y ese pretendiente que venía a discutirle a Pyros la hegemonía como semental ha acabado convirtiéndose en el azote de los Pirineos. Nadie imaginaba que el carácter del recién llegado iba a resultar tan violento.
Cinco potros, seis yeguas, nueve colmenas, incontables ovejas y una cabra. Es el palmarés de Goiat desde que bajó de la furgoneta en 2016 en el Parque Natural Alt Pirineu. Hasta los propios especialistas se sorprenden de que el oso tenga un comportamiento tan agresivo, más propio de un depredador que de alguien de su especie. No respeta nada ni a nadie. Está descontrolado y ya son muchas las veces que ha bajado hasta los campos donde pacen los rebaños y les ha hecho un roto.
Él explosivo carácter de Goiat motivó que fuese el único oso de todo el Pirineo que tenga que estar controlado por GPS. Lleva un collar transmisor de color amarillo y negro, lo que le convierte en el oso más elegante de toda la cordillera. Los responsables del proyecto de repoblación saben en todo momento dónde está Goiat. Pero ni así pueden evitar que arrase a su paso como un vendaval.
Los ganaderos exigen soluciones
Como era de esperar, los ganaderos exigen una solución. Es un colectivo que ya de por sí no está muy conforme con la introducción artificial de fauna salvaje en en su ecosistema. Se quejan de que son decisiones sobre la vida rural tomadas en la capital por gente de ciudad; por personas que en muchos casos no han pisado el campo en su vida. Pero lo de Goiat ha sido la gota que ha colmado el vaso.
¿Qué soluciones se barajaban para atajar al ciclón Goiat? Sobre la mesa había tres, todas muy contundentes. La primera era su repatriación a Eslovenia. La segunda también pasaba por su expulsión del país y consistía en mandarlo a un santuario de osos a Hungría, donde ya hay alguna especie llegada de España. La tercera era la más dramática: sacrificarlo. A todas ellas se oponían frontalmente los ecologistas.
“Se le intentará disuadir mediante gritos, voces fuertes…”
Ahora, justo cuando el oso Goiat va a empezar a invernar en una cueva hasta la primavera que viene, la administración catalana ha hecho pública su decisión. NI la 1, ni la 2 ni la 3. La solución elegida por la Generalitat ha sido asustarlo.
“Cuando el oso esté localizado, se le intentará disuadir mediante gritos, voces fuertes, petardos o tiros con balas de goma en las patas traseras”, dice el protocolo de intervención, redactado por la Generalitat y el Conselh Generau d’Aran. Un documento que ya ha sido ratificado por el Ministerio de Transición Ecológica y por los gobiernos de Aragón y Navarra.
Dicho protocolo, que los ganaderos consideran insuficiente, se pondrá en marcha a partir de primavera. Se espera que Goiat empiece este mes su periodo de hibernación, por lo que se prevé que deje tranquilos a los animales del Pirineos por lo menos hasta el próximo mes de abril. Entonces se estudiará su comportamiento de nuevo. Si las represivas medidas para asustarlo no dan resultado, se volverá a estudiar la posibilidad de echarlo del Pirineo.
No parece que vaya a suponer mucho problema para Goiat, y mucho menos si se levanta en el mismo plan que este año. El pasado 24 de abril acaó su periodo de letargo, y se despertó con un hambre tan voraz que en menos de dos semanas ya había atacado una yegua, un caballo, varias ovejas y hasta dos colmenas. Muy fuertes tienen que ser los gritos que pretenden ahuyentarlo para que el oso pardo deje de liarla.
Pyros no está.
Entretanto, Pyros sigue desaparecido. La última vez que hubo noticias del jefe de la manada fue en 2017. Nadie sabe dónde para, ni si su exilio ha sido voluntario para no tener que enfrentarse al agresivo Goiat, que vino a arrebatarle el trono y ha acabado sembrando el terror a los dos lados de la frontera.
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