Rafael, el vigilante culturista, mató a Sacra a puñaladas al abandonarle hace un mes
- Rafael Pantoja, de 45 años y vigilante jurado de los juzgados de Palma, le asestó 6 navajazos en el tórax
- La mujer estaba trabajando en en la tienda de muebles Conforama; el crimen se consumó poco antes de las 5 de la tarde, delante de mucha gente
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Resentido porque su novia Sacramento le había dejado, el guardia jurado de 45 años Rafael Pantoja decidió vengarse. Un día le pinchó las ruedas del coche a la chica. Otra vez publicó su teléfono en internet, acompañado de un anuncio falso en el que supuestamente Sacramento ofrecería sexo. Ella lo denunció, pero no se tomaron medidas. La tercera fase de la venganza fue matarla. Fue a su puesto de trabajo y le pegó seis puñaladas mortales por la espalda.
Rafael Pantoja es de esos tipos que intimida con su sola presencia. Alto y muy corpulento, aparentaba ser más joven de lo que decía su DNI. Presumía de su físico de culturista, de sus músculos inflados a base de esteroides y de sus dietas a base de suplementos protéicos. Presumía de su trabajo como ‘segurata’ en los juzgados de Palma, de sus dos hijas de una relación anterior y de su arte tocando la guitarra. Presumido y exhibicionista por naturaleza, disfrutaba mostrándose al mundo como un portento físico.
Ruptura en noviembre
Sacramento Roca era su novia. Tenía 36 años y también dos hijos pequeños, como Rafael. ‘Sacra’ vendía muebles en el Conforama de un centro comercial de Palma desde hacía 15 años. No hacía ni un mes que había puesto fin a la relación. Rafael no aceptó la ruptura en ningún momento. Ahí empezó el acoso y derribo contra la chica. Aunque ella reconoció ante la policía que nunca la había maltratado, sí que tuvo que acudir a denunciar que Rafael le estaba haciendo la vida imposible.
Un día bajó a por su coche para irse a trabajar y se encontró las cuatro ruedas pinchadas. Otro día se enteró de que alguien había publicado su número de móvil en unas páginas de internet, ofreciendo sexo a desconocidos. Fue la gota que colmó el vaso. Sacramento fue a denunciar los hechos a la policía. El único sospechoso era Rafael.
Muerte delante de los clientes
A pesar del acoso, nadie dictó orden de alejamiento. Nadie puso medidas para intentar evitar la desgracia. Una desgracia que llegó el viernes 16 por la tarde. Poco antes de las 17 horas, el centro comercial estaba a reventar, como todos los grandes almacenes un viernes. También la tienda de muebles donde trabajaba Sacramento. Allí, entre la vorágine de clientes, se plantó Rafael armado con un cuchillo.
Sacramento no se lo vio venir. Se metió hasta la zona de cajas, que es donde ella estaba trabajando. Entró agazapado para que ella no le identificase. Se agachó y así se plantó hasta la caja en la que estaba Sacramento. Allí la abordó por la espalda y le pegó 6 navajazos fatales en el tórax. Cuatro de ellos le dañaron órganos vitales. Todo ello en una tienda abarrotada de gente. Cayó Sacramento al suelo ensangrentada mientras la clientela gritaba de espanto.
Huyó Rafael, que consiguió salir fuera del centro comercial ubicado en la calle Aragón, pero antes todavía tuvo tiempo de amenazar a un cliente que le recriminó la agresión. Rafael lo acorraló y lo amedrentó con el cuchillo con el que había matado a Sacramento.
Lo retuvo un vigilante conocido
Su huida no le llevó muy lejos. En la calle Lledoners, paralela al lugar de los hechos, dos hombres detuvieron al homicida. Uno de ellos es un agente de la Policía Local de Palma. El otro es un vigilante de seguridad que, curiosamente, conocía a Rafael por haber sido compañero de trabajo hace algún tiempo. Lograron cortar su huida, reducirlo e inmovilizarlo; una tarea difícil contra una persona de la envergadura de Rafael. Cuando lo consiguieron detener, repararon en que portaba un cuchillo de grandes dimensiones (presuntamente el arma homicida) que tiró al suelo en cuanto fue reducido; también llevaba la ropa manchada de sangre.
Nada se pudo hacer por salvar la vida de Sacramento, que falleció poco después en el Hospital de Son Espases a causa de las 4 puñaladas. Rafael, por su parte, fue trasladado por la policía al módulo de detenidos de la prisión de Palma. Durante el trayecto, el presunto homicida sufrió una crisis de ansiedad e intentó autolesionarse golpeándose la cabeza repetidamente contra la pared. Por este motivo él también fue trasladado al Hospital de Son Espases y posteriormente recluido en el módulo de psiquiatría de detenidos que tiene el hospital.