Sacri, la bondadosa cajera asesinada a navajazos: no denunció a su expareja para que no le despidieran
- La vida de las víctimas (43): Sacramento Roca llevaba casi media vida trabajando en la tienda Conforama, el lugar donde conoció a su asesino y el sitio donde la mató.
- Sacri, como la conocían en su entorno, tenía 36 años y era madre de una adolescente de 15 años y una niña de 6. Su expareja le asestó 11 puñaladas el pasado viernes.
- Rafael, el vigilante culturista, mató a Sacra a puñaladas al abandonarle hace un mes
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"Conforama informa: La tienda permanecerá hoy sábado cerrada por motivos excepcionales".
La tienda es el almacén de muebles Conforama de Palma de Mallorca, que no abrió sus puertas el sábado 17. El motivo excepcional era el asesinato a puñaladas de una de sus trabajadoras. Fue un día antes, a las 4 de la tarde, en la misma línea de cajas y delante de un montón de clientes. Sacramento Roca, Sacri para sus amigos, era una institución en ese comercio; llevaba 15 de sus 36 años de vida trabajando allí. Una vida que le segó a navajazos su expareja y exvigilante de Conforama, Rafael Pantoja.
Afable, educada, extrovertida… Sacri era una de esas personas que hacen equipo. Mallorquina de nacimiento, era madre de una niña de 15 años y otra de 7. Estaba acostumbrada a tratar con la gente. Había trabajado en Herbalife y llevaba casi media vida en Conforama. Allí participaba de la vida social de la plantilla y era una de las fijas en las salidas que hacían entre compañeros fuera de horas de trabajo. Sus compañeros la adoraban y destacaban su alegría y sus ganas de ayudar en todo momento.
El exvigilante de la tienda
Precisamente en Conforama fue donde conoció a Rafael Pantoja. Un guardia de seguridad 9 años mayor que ella, que vigilaba la tienda de muebles. Una persona en la misma situación que ella: separados y con dos hijos cada uno. Culturista, narcisista y aficionado a los deportes de contacto, de puertas para afuera era un tipo “todo sonrisas”, según cuentan en su entorno. Con la sonrisa la sedujo y empezaron a salir.
Fueron los modales, los cambios de humor y las salidas de tono de Rafael algunos de los motivos que llevaron a Sacramento a plantarse. Ella rompió la relación en octubre, un año después de empezar a salir. Él ya no vigilaba el Conforama; le habían destinado a trabajar en los juzgados de Palma de Mallorca. Aun y así, Rafael seguía frecuentando la tienda para intimidarla, porque nunca aceptó la ruptura.
Miedo en el Whatsapp
Sacramento tenía miedo. Así se lo hizo saber a algunas de sus amigas más íntimas. Rafael la acosaba, tanto con un bombardeo de mensajes en el teléfono como apareciendo por los lugares que ella frecuentaba. Despistado, silbando, haciéndose el advenedizo. Pero siempre allí.
Rafael intentó captar su atención dándole celos; le mandó un mensaje haciéndole creer que ya estaba flirteando con otra chica, según explica Última Hora. Intentó también que una amiga en común mediase para que Sacramento rectificase y volviese con él. Pero la indiferencia de Sacri ante estas maniobras enervó a Rafael. Se sentía ignorado por su ex y no soportaba que ella siguiese haciendo su vida, como demostraban sus fotos en redes sociales celebrando Halloween.
De las amenazas por Whatsapp pasó al ataque físico. Un día Sacri se encontró las cuatro ruedas del coche pinchadas. Otro día se enteró de que habían colgado su número de teléfono en un anuncio pidiendo sexo con desconocidos. Sacri estaba aterrorizada, pero su propia bondad fue la que le llevó a no denunciar a Rafael. Sabía que los ataques eran responsabilidad suya, pero también que con una denuncia podría hacerle perder su trabajo en los juzgados.
Pero tras los episodios de las ruedas pinchadas y los anuncios sexuales, Sacri decidió que ya estaba bien. Fue a poner una denuncia a la comisaría, donde explicó la situación Reconoció que no había sido agredida nunca por Rafael. Por eso no se impuso ningún tipo de medida extraordinaria.
Devolver una foto
La tragedia se consumó el viernes. Sacramento hacía el turno de tarde y atendía en una de las cajas de la tienda situada en la calle Aragón. Muchas veces se había encontrado a Rafael por allí, acosándola. Pero el viernes no se lo vio venir. Rafael trató de ser sigiloso mientras avanzaba hasta la caja de Sacri. La abordó por detrás. Le dijo que venía a devolverle una fotografía que se había olvidado en su casa. La peregrina excusa fue una mala premonición; Sacri no se lo creyó y le pidió que se marchase.
No dio tiempo a más. Rafael sacó una navaja y le empezó a asestar puñaladas. Una de ellas le atravesó el corazón y otra el pulmón. A pesar de que las primeras ya fueron mortales de necesidad, Rafael descargó toda su ira propinándole un total de 11 navajazos, en un ejercicio de absoluto ensañamiento. No se pudo hacer nada por reanimarla y murió a los pocos minutos.
"Me has destrozado la vida"
Rafael intentó huir, pero fue interceptado por un policía fuera de servicio y un vigilante conocido suyo. Se resistió al a detención. Luego, en dependencias policiales intentó autolesionarse golpeándose la cabeza contra la pared. En todo momento lloraba y repetía que Sacri le había destrozado la vida.
La realidad es que la vida destrozada es la de Sacri y la de su familia. Sus abuelos, de edad muy avanzada, que aún no se creen lo que le ha pasado a su nieta. Sus hijas de 15 y 7 años y todos sus compañeros de trabajo, que el sábado, en su memoria, no abrieron las puertas de Conforama. La tienda en la que Sacramento Roca pasó casi media vida y donde el vigilante se la quitó a puñaladas.
[Más información: Rafael, el vigilante culturista, mató a Sacra a puñaladas al abandonarle hace un mes]
Sacri es la cuadragésimo tercera mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. En España, en 2018, también han sido asesinadas Heidi Paz Bulnes; María José Pallarés, de 67 años; Anna María Giménez Martínez, de 48; Manoli Castillo, de 44; Maguette Mbeugou, de 25; Nuria Alonso, de 39; Nerea y Martina, de 6 y 4; María de los Ángeles Egea, de 41; Jhoesther López, de 32; Yésica Domínguez, de 29; Dolores Mínguez, de 60; Ivanka Petrova, de 60; Ana Belén Varela Ordóñez, de 50; Leyre González, de 21; María Isabel Alonso, de 62; María Judith Martins Alves, de 57; Paula Teresa Martín, de 40; Cristina Marín, de 24; Ati, de 48 ; María Isabel Fuente, de 84; Martha Arzamedia de Acuña, de 47; Raquel Díez Pérez, de 37; Jénnifer Hernández Salas, de 46; Laura Elisabeth Santacruz, de 26; Pilar Cabrerizo López, de 57; María Adela Fortes Molina, de 44; Paz Fernández Borrego, de 43; Dolores Vargas Silva, de 41; María del Carmen Ortega Segura, de 48; Patricia Zurita Pérez, de 40; Doris Valenzuela, de 39; María José Bejarano, de 43; Florentina Jiménez, de 69; Silvia Plaza Martín, de 34; María del Mar Contreras Chambó, de 21; Vanesa Santana Padilla, de 21; María Soledad Álvarez Rodríguez, de 49; Josefa Martínez Utrilla, de 43; Magdalena Moreira Alonso, de 47, María Blázquez Bravo, de 33 y una mujer de 40 años que no ha podido ser identificada.
La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas sólo en 2017. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.