Luisa y su hija eran fervientes amantes de los animales.

Luisa y su hija eran fervientes amantes de los animales.

Reportajes

Luisa y su hija Eva, devoradas por sus perros, defendían no criminalizar las razas peligrosas

22 noviembre, 2018 02:34

Eva, 41 años, llevaba toda la mañana llamando a Luisa, su madre, para ir a recogerla a casa antes de irse a trabajar. Telefoneó una y otra vez a la vivienda pero desde allí nadie le cogía el teléfono. Cuando llegó al número 578 de la urbanización Balcón del Tajo, en Colmenar de Oreja (una pequeña localidad ubicada al sur de Madrid) advirtió, al entrar en la casa, que dos de los seis perros de la familia la habían atacado.

Los canes, dos dogos de Burdeos de gran tamaño, le habían despedazado a base de múltiples mordeduras. En cuanto la vieron la atacaron a ella también. Según fuentes cercanas a la investigación, la hija presentaba un enorme mordisco en el cuello. Ninguna de las dos sobrevivió al ataque.

Los hechos tuvieron lugar en torno a las 13:30 en la calle Ibor de esa misma urbanización. Como las otras cuatro agrupaciones de chalets en los que vive el grueso de la población de Colmenar de Oreja, la urbanización Balcón de Tajo está ubicada fuera del casco urbano del pueblo, entre pequeñas colinas al este del centro del consistorio.

Según fuentes del servicio de Emergencias de Madrid, el estado en que se encontraban los cuerpos de las mujeres supuso un enorme choque emocional tanto para los maridos de ambas como para el resto de la familia. 

Ambas fueron halladas muertas en el patio de la casa familiar situada en la localidad de apenas 8.000 habitantes. Horas después, según fuentes de la Guardia Civil, fueron los maridos de ambas víctimas las que se encontró la tragedia al regresar a casa.

Varios de los perros de la familia afectada por la tragedia.

Varios de los perros de la familia afectada por la tragedia.

Al hallarse tal escena, encerró rápidamente a los perros y llamó a los servicios de Emergencias de la Comunidad de Madrid. Las dos mujeres yacían ya muertas y nada se pudo hacer por ellas. 

12 años viviendo en la zona

Luisa y su hija Eva son la cuarta y quinta víctima mortal de este año a causa del ataque de un perro. En enero, un vecino de 70 años de Vall d'Uixó (Castellón) falleció tras ser atacado en su finca agrícola por un grupo de entre tres y cuatro perros. El uno de julio fue hallado el cadáver de un hombre en estado de descomposición parcialmente devorado por sus perros en una vivienda del municipio de Nules (Castellón).

Diez días después, un hombre de 87 años fue víctima en Siero (Asturias) de los perros de un vecino. Los seis canes le atacaron sin control cuando fue a hacer una visita y también falleció.

Desde el año 2010, hay contabilizados 18 casos con similares características. El año pasado, María Dolores Álvarez, vecina de Covelo (Pontevedra), perdía las dos piernas tras el brutal ataque también de dos dogos de Burdeos a la puerta de su casa. Aunque esta raza no figura en la lista de perros “potencialmente peligrosos” del real decreto de 2002, algunas comunidades autónomas o municipios sí lo incluyen en sus normas específicas.

Aunque no eran oriundos de Colmenar de Oreja, la familia de las dos mujeres llevaba muchos años asentada en la urbanización. Vivían en esa casa, por lo menos, desde hace más de diez años. Consultados algunos de los vecinos de la misma calle, varios de ellos aseguraron que tan solo les conocían de vista.

"Nos hemos quedado alucinados". A las seis y media de la tarde, en la cuesta que asciende hacia el chalet en el que sucedieron los hechos, aparece Francisco García, el presidente de la comunidad de vecinos de la urbanización. Se acerca a la casa para interesarse por el estado de los familiares, visiblemente afectados por la pérdida de las dos mujeres.

En la urbanización, destaca Francisco a EL ESPAÑOL, hay un considerable número de viviendas protegidas por distintos canes. "aquí hay perros peligrosos que si te metes te pueden atacar. Pero estos perros viven con la familia, es rarísimo", explicó Francisco García, presidente de la comunidad de vecinos. "Hay muchos perros aquí, y no todo el mundo los cuida bien, ya sabes lo que pasa con los animales si no los cuidas bien".

Luisa era una profunda amante de los animales, y más concretamente de sus propios perros. Con frecuencia difundía distintos mensajes en sus redes sociales en contra de la estigmatización de las razas de perros peligrosas. "Si das amor, recibes amor". 

La familia crió a todos los perros desde que eran pequeños. A lo largo de la tarde, varios de los familiares tuvieron que ser atendidos por diversas crisis de ansiedad, entre ellos el marido de la mayor de las dos mujeres. 

La investigación corre a cargo del equipo de la Policía Judicial de Pinto. Alrededor de las siete de la tarde, un vehículo de emergencias trasladó los cadáveres de las dos mujeres al Instituto Anatómico Forense de Aranjuez, el más cercano al lugar de los hechos. Minutos antes, una amiga de la familia conducía su coche en dirección a la vivienda para dar el pésame a los familiares de las dos fallecidas. "No sabemos todavía por qué les han atacado así. No lo sabemos". Según esta mujer y otros allegados, nunca habían mostrado ese comportamiento tan peligroso y beligerante. 

Una de las imágenes que la madre compartía en redes sociales.

Una de las imágenes que la madre compartía en redes sociales.

Los perros, sedados

Los agentes de la Guardia Civil y del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) no abandonaron la zona hasta bien entrada la noche. Entretanto, los familiares permanecieron dentro de la casa, arropándose entre sí y respaldados por los amigos más cercanos. 

También los cuatro perros estuvieron controlados dentro de la parcela, en el lugar de los hechos, pero a las seis y media de la tarde se los llevaron de alllí al Centro de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid. Hasta ese instante, según fuentes cercanas a la investigación, los dogos de Burdeos permanecieron sedados. 

La magnitud de la tragedia propició un ambiente tenso, enrarecido a lo largo de la gélida tarde en ese rincón apartado de todo, al sur del sur de la Comunidad de Madrid. A ratos caía una fina llovizna, y a ratos varios de los familiares y amigos de las fallecidas, con los nervios a flor de piel, tuvieron que ser contenidos por los agentes de la Guardia Civil en las repetidas ocasiones que intentaron increpar a los periodistas que informaban desde el lugar. La muerte de Luisa y de su hija Eva ha sido un palo durísimo para todos.