Cuando María Lucía salió de su coche tras quedarse tirada en una gasolinera en Quart de Poblet (Valencia) sabía que la avería iba a ser importante. Por eso, cuando vio justo enfrente un concesionario de vehículos de segunda mano, no se lo pensó: le saldría más barato y más rentable obtener un nuevo automóvil, aunque usado, que reparar el actual. No se imaginaba esta joven que lo que parecía una solución ideal se iba a convertir en un infierno.
María Lucía optó por un coche de la marca Mercedes que le ofrecía el concesionario de ocasión. Afirmaban que el vehículo les acababa de llegar y que, pese a tener bastantes años, era un coche “duro” que aguantaría bien. El precio: 2.600 euros.
Ella firmó. Estaba encantada con su adquisición y no le chirrió la cláusula del contrato de compraventa que establecía que cualquier reparación y las revisiones tendrían que realizarse en las instalaciones de la empresa. Era el modus operandi, según denunció ella misma ante la Policía meses más tarde: le habían vendido un vehículo con graves averías que, cada vez que acudía a reparación, salía peor de lo que había entrado. La habían estafado.
Cuentakilómetros trucados, cuentarrevoluciones sin aguja, piezas de desguace. Pero no sólo eso, sino que, al acudir al concesionario a reclamar, comenzó a ser víctima de extorsión. Lo que vivió María Lucía -“una auténtica pesadilla”, según lo describe ella misma para EL ESPAÑOL- es más común de lo que se piensa, tal y como explican fuentes de la Policía y la Guardia Civil a este periódico.
Denuncias por extorsión
Si al adquirir un vehículo de segunda mano comienzan a aparecer averías por vicios ocultos no mencionados por el vendedor, la mayoría de las veces existe la posibilidad legal de exigir la reparación o la devolución del coche y el reintegro del dinero. Si es una transacción entre particulares, suele aplicarse el Código Civil. En el caso de María Lucía, al ser en un concesionario, está amparada por el Real Decreto Legislativo 1/2007 (Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios).
“Al darme cuenta de los problemas que tenía el coche, demasiados para uno recién comprado, llamé a la empresa y lo comuniqué. Me ofrecieron un vehículo de sustitución mientras lo reparaban, pero la supuesta reparación duró más de un mes”, relata la mujer. “Al final me propusieron cambiar el Mercedes por otro coche, un Opel Astra, después de haberles dejado malas valoraciones en internet”. Iban dirigidas al concesionario y al propietario, un hombre de un país del este europeo.
Sin embargo, con el segundo coche la suerte que corrió María Lucía fue similar. De hecho, en una de las múltiples reparaciones que necesitaba, el vehículo no ha vuelto a salir del taller del concesionario. “He cursado una denuncia por extorsión [ella sufre chantajes, según indica, por parte del dueño de la empresa], he puesto una reclamación en consumo y he solicitado mediación. Han contactado con el propietario para intentar resolver este asunto, pero siempre fracasa porque el propietario conoce bien los vericuetos legales de su negocio”, manifiesta la víctima. Porque los estafadores saben que es difícil que un consumidor llegue a juicio para reclamar una cantidad relativamente pequeña por la compra de un coche de segunda mano.
Las mafias, detrás de la estafa
Habitualmente, como indican la Policía y la Guardia Civil, este tipo de estafas se lleva a cabo por ‘mafias’ organizadas. Son muy habituales las operaciones conjuntas entre ambos cuerpos de seguridad para desarticular bandas que se dedican al robo, manipulación y tráfico ilícito de vehículos, si bien no hay datos concretos para analizar si hay más o menos casos con el paso del tiempo. Las víctimas, al menos este año, ya son más de un centenar. En 2017, se vendieron en España un total de 1.964.277 coches usados, un 10% más que el año anterior, según los datos de la patronal de concesionarios, Faconauto.
Los que más se compran son coches usados de hasta tres años. Ese año fueron 366.583 unidades, un 21% más que el mismo periodo anterior. Se debe, explican, a que ha habido un sobrestock de coches jóvenes procedentes de automatriculaciones de los concesionarios y de empresas alquiladoras. Según Faconauto, esto ha coincidido además con un aumento de la demanda por parte de los compradores, que buscan adquirir esos coches a un precio más bajo.
La estafa más habitual es el trucaje del cuentakilómetros, según la Guardia Civil, y supone además, un mayor riesgo de averías y puede resultar incluso peligroso para la seguridad vial. “El kilometraje es un elemento esencial en la compraventa de un vehículo, en la medida en la que se vincula con el estado de conservación del mismo y con su precio en el mercado de ocasión, determinando de ese modo las prestaciones que fundamentalmente puede el comprador esperar de él”, detallan desde el Instituto Armado.
El "afeitado" del coche
Este tipo de trampa, conocido en el argot policial como ‘afeitado’, deja consecuencias nefastas no sólo a los compradores, que deben pagar más por un vehículo o afrontar más reparaciones de las debidas, sino para la propia seguridad vial e incluso para el medio ambiente, ya que se disparan las emisiones derivadas de la carburación dado el aumento de vida del vehículo “trucado”, causando un grave perjuicio, además, en la imagen del propio sector de la venta de vehículos de ocasión.
¿Qué hacer ante este tipo de estafa? Las autoridades recomiendan denunciar desde el primer momento. También solicitar hojas de reclamaciones en el caso de ser concesionarios, o poner en conocimiento del vendedor particular mediante escrito.