"Rubia, con gafas, delgadita, elegante y muy simpatica. Una señora 'típica' del barrio de Chamberí". Así han descrito numerosos vecinos a Alicia, la mujer de 65 años que se ha suicidado este lunes frente al número 1 de la calle madrileña de Ramiro II.
Las agujas del reloj rozaban las once de la mañana. Alicia escuchó el sonido del timbre. Probablemente, ya se imaginaba quien era. Un agente judicial acompañado de una patrulla de la Policía Municipal de Madrid se encontraba frente a la puerta del 5º4 para hacer efectivo un desahucio por impagos en el alquiler.
En un acto de desesperación, Alicia caminó hasta el balcón y se precipitó al vacío. La mujer cayó sobre una furgoneta que había aparcada frente a la peluquería VyR estilistas y después, impactó contra el suelo. Bea, peluquera del comercio, salió a hacer un recado y vió a Alicia tendida sobre la calzada. Por un momento se imaginó que se había desmayado. Un obrero que estaba trabajando en el mismo edificio también la vio y fue a avisar a Juan, el portero de la finca, que no había escuchado nada porque se encontraba en el interior del portal. Él se imaginó lo peor.
El juez y los policías bajaron corriendo al lugar de los hechos y entendieron por qué nadie les había abierto la puerta. Pero Alicia seguía con vida. Manuel, que regenta la cafetería Sirius, situada en la esquina de la calle, salió corriendo de su local para intentar evitar la tragedia. Se le adelantó un agente, quien impidió que la tocara y le hizo una maniobra de reanimación. El camarero lo único que pudo hacer es cubrirla con varios manteles. En pocos minutos ya había varias ambulancias y trabajadores del Samur-Protección Civil intentando salvar la vida de Alicia bajó una carpa, lejos de la curiosidad de los vecinos. Una marabunta de transeúntes rodeaban la tienda de lona y los agentes policiales habían acordonado la zona. El esfuerzo del personal sanitario no dio resultados. La mujer de 65 años falleció en pleno centro de Madrid bajo la tienda de lona.
Alicia llevaba viviendo sola en el piso cerca de cinco años. Estaba divorciada y tenía un hijo, que venía a visitarla de vez en cuando. Según ha informado El País, pagaba 500 euros al mes a Apartamentos Galileo, una sociedad que tenía cerca de siete pisos en la finca. "Hace unos años una familia pudiente era dueña de todo el edificio", ha informado un vecino a este periódico. La tragedia es similar a la ocurrida en Cornellá de Llobregat (Barcelona) en junio de este año, cuando un hombre saltó de un décimo piso cuando iba a ser desahuciado.
Nadie se lo podía creer. No se imaginaban que Alicia estaba pasando por una situación al borde del suicidio. A ningún vecino le había comentado que tenía problemas económicos. Tampoco recibía cartas y tenía pocas visitas. No hacía mucha vida de calle y "bajaba muchas noches a tirar la basura en pijama", cuenta un empleado de la cafetería, que hacía tiempo que no la veía pasar por el establecimiento.
Muchos vecinos del edificio han coincidido en que el precio de los alquileres de pisos es alarmante. "Este año han subido entre los 200 y 300 euros. Hay casas cuyos alquileres rondan los 1000", expresa una vecina a través de telefonillo. La Plataforma de Afectador por la Hipoteca (PAH), ha pedido explicaciones al Ayuntamiento de Madrid para ver si hubo algún seguimiento en el proceso de desahucio o si Alicia pidió alguna ayuda económica.
A las ocho de la noche todo había vuelto a la normalidad en el distrito de Chamberí. La peluquería bajaba sus persianas tras una dura jornada laboral y los camareros con polo azul de la cafetería de la esquina servían cañas a madrileños que acababan de salir de trabajar. Ya es oscuro. Hacen nueve grados. Frente al número uno de la calle Ramiro II hay una vela sobre el suelo en honor a Alicia.
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