Enrique fabricó un féretro, enterró a su madre en casa y cobró su pensión un año
- Este madrileño tenía a su madre desde hace un año en un ataúd casero, rodeado de velas, flores y un pequeño altar.
- Los vecinos del edificio, en concreto sus tíos paternos, estaban cansados de ver a Enrique "borracho y muy agresivo". Les insultaba constantemente.
- Mantuvo en casa el cadáver de su madre muerta para cobrar la pensión
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"A ver si se muere esta puta", decía Manuel Enrique, refiriéndose a su madre, mientras subía las escaleras del bloque hace poco tiempo. Pero ya la tenía muerta en casa. La Policía Nacional encontró el miércoles el cadáver de Angelines, de 92 años, en su domicilio, en el madrileño barrio de Carabanchel, en avanzado estado de descomposición. Su hijo, que vivía con ella, había fabricado un féretro artesanal donde su madre descansaba desde hace un año, rodeada de velas, flores y un pequeño altar. Él solo quería seguir cobrando la pensión.
El olor que había en el número 12 de la calle de Salvador Alonso, cerca de Carpetana, era insoportable. Aunque fue más fuerte hace unos meses, cuentan algunos vecinos del barrio. El hedor venía principalmente de la gran cantidad de basura que Enrique, de 62 años, tenía en el domicilio. Algo que podía despistar a los vecinos, a la hora de preguntarse por qué no veían a la fallecida.
No veían a Angelines desde hace 4 años
"Llevábamos sin ver a la mujer más de cuatro años. Lo único que sabíamos es que no la levantaba de la cama, solo le daba el biberón para comer y para dormir. Veíamos las sábanas sucias por el patio cuando la mujer hacía sus necesidades y él las sacaba", cuentan Agustín y Rosario a EL ESPAÑOL, los tíos de Enrique, por parte de padre.
Este matrimonio no tiene relación alguna con su familia. Al igual que ellos, el resto de vecinos estaba cansado de ver al hijo de Angelines borracho y con actitudes muy agresivas.
De hecho, fue la vecina de enfrente quién llamó a la Policía el miércoles por la mañana, después de que Enrique protagonizase otro capítulo violento en el edificio, en este caso, insultando a sus hijos de 13 años.
Una vez llegaron los agentes, decidieron derribar la puerta del domicilio con la correspondiente autorización judicial. Enrique se negaba a abrir la puerta. Los policías no entendían el por qué. Solo querían advertirle de su comportamiento con los vecinos. Pero, una vez entraron, vieron como la casa estaba llena de basura y en el interior de la vivienda, en una estancia situada detrás de la cocina, una especie de caja construida de manera casera con madera de palés -que había utilizado en una reforma-. Estaba sellado y en el interior, estaba el cadáver descompuesto de la madre.
Ya está en libertad
El hijo fue detenido y acusado de estafa al estar cobrando la pensión de su madre durante todos estos meses. Además, había sido detenido en al menos dos ocasiones por agredir a su madre. Pero ya está en la calle. La autopsia reveló que Angelines había muerto de forma natural a principios de año, y la Policía Nacional ha dejado en libertad a Enrique después de que negase motivaciones económicas para mantener el cadáver tanto tiempo en su casa, sino tener una fuerte depresión y problemas con el seguro. Aunque en poco tiempo le tocará saldar cuentas delante del juez.
"Lo hemos visto paseando esta mañana por la calle", cuenta un trabajador de un garaje situado enfrente del domicilio. Sus tíos, Rosario y Agustín, llevaban tiempo sospechando de él. Se preguntaban qué podía haber hecho con su madre. "No la sacaba a la calle, ni siquiera para llevarla al médico. Era muy extraño".
Ahora que ya conocen lo que en realidad sucedió no se sienten seguros en el barrio. Más aún cuando se enteran, mientras hablan con este diario, que su sobrino está en libertad. Los problemas de Agustín y Rosario con su sobrino y su madre se remontan de hace años, cuando vivía el marido de Angelines, que falleció hace 37 años.
Sus tíos: "Tenemos miedo"
"Estamos pensando en vender está casa e irnos a vivir a Fuenlabrada, allí tenemos a nuestros nietos", relatan. "Lo hemos pasado muy mal". Agustín, el tío de Enrique por parte de padre, llegó a denunciarle hasta en dos ocasiones en los juzgados de Plaza Castilla por injurias hacia su mujer, Rosario, y sus dos hijos. Aunque nunca apareció en el juicio.
El detenido por estafa subía por las escaleras y me decía: "Mata a tu mujer, es una puta". Según cuenta Rosario, su sobrino era un "chulo y un alcohólico". Y ahora que sabe lo que Manuel ha hecho, dice: "Hay que tener cojones para tener a su madre muerta ahí, mientras vivía en casa. Qué miedo".
El alcohol siempre ha estado presente en la familia de Angelines. En concreto, en su marido y en sus dos hijos varones. Algunos vecinos con los que ha hablado este diario han asegurado que la fallecida vivió un maltrato sistemático por parte de su marido. "Todos lo sabíamos, él le pegaba y era un borracho", cuenta Mari, que añade: "Ella era una santa y mira cómo ha muerto esta pobre mujer".
La fallecida también tenía otra hija, a la que no han vuelto a ver en el barrio desde hace cuatro años. "Vino y se llevo a su hermano, que tenía esquizofrenia". No se refieren a Enrique, claro, si no a su hermano mayor. En el barrio era bien conocidas todas las disputas que armaban cuando salían a beber. "Eran dos buenas piezas", cuenta el propietario de un bar cercano al domicilio.
La versión de Rosario y Agustín contrasta un poco con la de algunos vecinos. Ellos cuentan que Angelines era "muy mala" y "una derrochona". Agustín relata algunos episodios como en el que la fallecida bajó al patio de la casa cuando se murió su suegra y se puso a cantar. Era la madre de Agustín. O cuando su hermano se fue a Argentina un tiempo y les dijo: "Ojalá se estrelle el avión". Tal vez esta mujer tuviese sus razones.