Un Alfa Romeo negro matrícula de Badajoz el año 1998, de gasolina, de 1.600 centímetros cúbicos de cilindrada y 17.000 kilómetros. Éste es el coche, según ha averiguado EL ESPAÑOL, en el que se movía Bernardo Montoya Navarro, el agresor reincidente de mujeres detenido como presunto autor del rapto y asesinato de Laura Luelmo, su vecina de la casa de enfrente en el pueblo onubense de El Campillo (Huelva). Fue en este coche en el que Bernardo se marchó a toda prisa de su vivienda el viernes pasado por la noche, el mismo día en que empezó la búsqueda a fondo de la profesora desaparecida dos días antes; y, de ser él el responsable de su muerte, sería también en este coche en el que trasladaría a la víctima, viva o muerta, al lugar donde apareció su cuerpo este lunes, junto a una escombrera minera a 6,5 kilómetros de las viviendas de ambos en El Campillo y a 15,5 del lugar donde se le perdió la señal al móvil de Laura.
El ahora detenido ya había cumplido dos condenas por atacar a mujeres: en 1997, la sección 1ª de la Audiencia Provincial de Huelva lo condenó por asesinar en 1995 a una anciana vecina suya en el pueblo onubense de Cortegana. Cuando salió de permiso penitenciario en abril de 2008 y se alojó en la casita que su padre había comprado en El Campillo (pueblo donde no lo conocían), Bernardo asaltó con un cuchillo a una vecina de 27 años con la aparente intención de violarla, aunque ella pudo escapar ilesa. Lo condenaron por este ataque a una pena de casi tres años de cárcel, según ha declarado la familia de esta víctima a EL ESPAÑOL. En 2015, Bernardo ya estaba libre, según se deduce del perfil que se abrió entonces en Facebook, al que añadió otro perfil en septiembre de este mismo 2018. En estos perfiles tiene como amigos a los familiares que anunciaron la venta del Alfa Romeo.
El coche que conducía Bernardo (a su nombre o a nombre de otros) lo puso en venta en septiembre un sobrino suyo a través de internet, y un hermano del detenido que vive en Barcelona difundió también el anuncio del mismo coche. El vehículo, de hace 20 años, se vendía por 1.500 euros o menos y en las fotos con las que promocionaba su venta aparecía en buen estado. Este vehículo es clave para que los investigadores encuentren dentro pruebas genéticas y de otro tipo que puedan relacionar al detenido, de 50 años, con la muerte violenta de su vecina, de 26. También para encontrar huellas de sus rodadas o imágenes que lo muestren circulando en las carreteras cercanas en las horas que sucedieron a la desaparición de la víctima.
Se cree que Laura, que había llegado hace dos semanas desde Zamora para dar clases de interina en el instituto del cercano pueblo de Nerva, iba a salir a correr por el pueblo después de volver de su nuevo trabajo a su vivienda alquilada en El Campillo. Habló por última vez, por teléfono, con su novio a las cuatro de la tarde del miércoles 12 de octubre, justo antes de supuestamente salir a hacer ejercicio. La señal del móvil se perdió a las 20 horas de ese mismo día a 9 kilómetros de El Campillo, junto al pantano de Campofrío. Pero el cadáver apareció ayer a 15 kilómetros del pantano, en un camino de tierra sin salida que parte del kilómetro 166 de la carretera nacional N-435, lo que indica que la llevaron a la fuerza por carretera entre un punto y otro. El coche de Laura, un Kia azul, quedó aparcado junto a su modesta casita de alquiler del número 13 de la calle Córdoba, a cinco metros de la de su presunto asesino.
Un vecino de El Campillo, Emilio Rodríguez Pérez, ha dicho a EL ESPAÑOL que el sospechoso se fue de su casa en su coche el viernes sobre las 20.30 o 21 horas. “Estábamos en la Peña Montera Salvochea y vino mi sobrino diciendo, ‘¡Que se ha ido el gitano!’, y uno de nosotros llamó a la Guardia Civil. Nos enteramos ese día de que tenía antecedentes, cuando empezaron a buscar a Laura. No sabíamos nada de él antes”, dice este vecino.
Bernardo tiene un hermano gemelo, Luciano, con quien lo confundieron al principio debido a que también éste, además del obvio parecido físico, también cuenta con un antecedente por asesinar a una mujer, en su caso por degollar a una vecina de Cortegana de 36 años el 15 de octubre de 2000, en cuya casa se coló tras robarle. Lo condenaron a 15 años de cárcel. Pero ha cometido otro u otros delitos, puesto que tras cumplir esa pena se encontraba redimiendo otra en la prisión de Ocaña, en Toledo, de donde ha salido después de la desaparición de la joven por cuyo asesinato investigan ahora a su hermano Bernardo.
Aclarada la confusión sobre sus identidades, lo que falta por dilucidar es lo esencial: si Bernardo fue quien mató a su vecina Laura, usando su Alfa Romeo negro para abordarla y trasladarla a la fuerza al lugar donde ha aparecido su cuerpo.
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