Samira y Adil son novios desde hace cinco años. Son una pareja moderna: él tiene un taxi y ella ha conseguido montar una pequeña peluquería propia en un barrio comercial de Rabat. Les va bien económicamente y ya tienen un piso decorado y listo para entrar a vivir, pero primero deben casarse porque el concubinato no está permitido en Marruecos. Las familias están contentas, preparan la fiesta de pedida y la boda. Un verdadero cuento de hadas. Solo una preocupación nubla la ilusión de la novia: que parezca que llega virgen al matrimonio.
La pareja se ha amado y mantenido relaciones sexuales en estos años de noviazgo, aunque el artículo 490 del Código Penal marroquí condena de uno a 12 meses de cárcel a quien tenga sexo fuera del matrimonio. Las costumbres y tradiciones permiten que las familias o incluso el futuro marido soliciten a la mujer una prueba de su virginidad. Por eso, para convertirse en la esposa de Adil, Samira tiene que demostrar que es virgen. O, al menos, parecerlo.
En los tres días de ceremonia, cuando los novios ya han sido bendecidos por los padres y el adul (el notario musulmán), se van juntos y tienen que traer la muestra de que se ha consagrado su matrimonio. Ambos idean cómo hacer creer que Samira es virgen.
Rachid, muy amigo de la pareja, tiene la solución. Ellos confían en su pericia. La noche de bodas consiguen entregar la sábana manchada de sangre. ¿De dónde sacó Rachid la prueba? Había degollado una paloma.
La sábana manchada de sangre, que también es común en otras culturas, como en la ceremonia del matrimonio de la etnia gitana, está ya prácticamente en desuso en las grandes ciudades, pero se sigue practicando en determinadas zonas rurales del país.
‘¡Mi vulva es mía!’, campaña contra el test de virginidad
El matrimonio es una de las situaciones más frecuentes en la que las mujeres son objeto de estudio para comprobar si han tenido relaciones sexuales. “Es una práctica bárbara, humillante y degradante. Una discriminación sexista, al considerar el himen el símbolo de la virginidad de las mujeres”, denuncia a EL ESPAÑOL Ibtissam Lachgar, psicóloga y portavoz del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (M.A.L.I).
Esta organización ha lanzado la campaña 'Mi vulva me pertenece. Mi vulva es mía' contra el test de virginidad con motivo del 70 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, porque aunque no es obligatorio ante la ley marroquí, los ginecólogos expiden los certificados de virginidad por el precio de una consulta médica. “Es una violación de los derechos fundamentales de las mujeres y una violación de su dignidad y su libertad”, dice Ibtissam.
En el mes de octubre pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ONU Mujeres y el Comité de Derechos Humanos de la ONU (CDH) denunciaron los efectos secundarios de esta prueba y lo “traumática” que puede llegar a ser. Además, argumentan en un informe que “la presencia del himen no es una indicación confiable de coito y no hay pruebas conocidas que puedan probar el coito vaginal”.
Ideas recurrentes para hacerse pasar por virgen
Se utilizan estrategias sorprendentes para mantener el mito de la virginidad antes del matrimonio y ahorrarse el dinero de una himenoplastia, la costosa operación de reconstrucción de himen por una media de 2.000 euros. Como alternativas están poner un hígado de pollo en lo profundo de la vagina o utilizar una cápsula de sangre artificial, que se introduce en la vagina 20 minutos antes del coito y explota bajo el efecto del calor durante el acto sexual. La comercializa una compañía asiática desde la década de los 90 por 18 euros y se puede conseguir en Casablanca.
Samira se libró de la arcaica prueba de virginidad, también llamada test de los dos dedos. “No es científica y médicamente inútil, además de dolorosa, y una violación a los derechos humanos de las mujeres y de las niñas”, según la OMS. El examen generalmente implica inspeccionar el himen. “El médico realiza una exploración introduciendo dos dedos en la vagina para ver si está desgarrado o para evaluar su grado de apertura”, explica a El ESPAÑOL una ginecóloga en Rabat que prefiere mantener el anonimato.
En Marruecos, la prueba puede hacerla cualquier ginecólogo. “De hecho, lo hacen la mayoría. Son cómplices de violencia sexual, además de hacer fortuna con esta práctica. Hacen dinero con esta tradición”, denuncia Ibtissan Lachgar. La OMS llama a la educación de los médicos para que dejen de proporcionar certificados de virginidad, “dado que estos procedimientos son innecesarios y potencialmente peligrosos, no es ético por parte de un médico ni otro profesional de la salud”.
Hay mujeres que intentan suicidarse
El examen de virginidad se utiliza también en cerca de 20 países en casos de violación y para que sea válido tiene que realizarse pocas horas después de que la mujer sufra la agresión sexual, lo que los expertos denuncian como “traumático”. La OMS explica que “muchas mujeres sufren ansiedad, depresión o estrés postraumático. En casos extremos, las mujeres o las niñas intentan suicidarse o mueren en nombre del honor”. Y por ello no recomiendan utilizar el test de virginidad “en ninguna circunstancia”.
Es el caso reciente de una adolescente que intentó terminar con su vida después de asistir al ginecólogo con su madre. A pesar de que el test reveló que era virgen, huyó de la clínica e intentó quitarse la vida tirándose del piso más alto de un edificio en el centro de Inezgane, a 13 kilómetros Agadir, porque sintió “la humillación y la falta de confianza de su madre”.
No hay un marco legal en Marruecos que imponga que la mujer se someta a un test de virginidad. La ley se refiere a la emisión de un certificado médico de que los futuros cónyuges no padecen ninguna enfermedad contagiosa. Una decisión conjunta de los Ministerios de Justicia y Sanidad, que se introdujo en 2014 en la reforma del Código de la Familia, conocido como Moudawana.
Prohibidas la sodomía y la felación antes del matrimonio
El Islam tampoco le pide a las mujeres que mantengan su himen intacto, pero prohíbe cualquier sexualidad antes del matrimonio, incluida la sodomía y la felación. Sin embargo, la media de edad para casarse en Marruecos ha aumentado a los 28 años por lo que cada día más mujeres mantienen relaciones antes del matrimonio. Sí es frecuente que, como la prueba de virginidad se centra solamente en el himen, algunas jóvenes practiquen sexo sin penetración vaginal para preservar intacta la membrana.
El sociólogo Abdesamad Dialmy, experto en sexualidad y religión, considera que “en la ley no se utilizan los mismos términos ni castigos que en el Corán, pero protege la misma moral patriarcal que el islam”. Este profesor, que recibió a EL ESPAÑOL en su casa de Rabat, fue la primera persona en Marruecos en pedir en 2007 la derogación de los tres artículos del Código Penal que castigan diferentes tipos de relaciones sexuales.
El gobierno islamista del Partido Justicia y Democracia (PJD) no acepta despenalizar las relaciones sexuales extramatrimoniales consentidas para los mayores de edad porque “atentan con el orden público marroquí, en el que la religión (musulmana) constituye uno de sus fundamentos”, según manifestó Mustafa Ramid, ministro de Derechos Humanos.
Como en Marruecos, la mayoría de los países europeos vivieron el tabú sobre la sexualidad y la virginidad hasta mediados del siglo pasado, al considerarse un escándalo perder la virginidad antes de casarse. Es lo que ocurrió en España hasta bien avanzado el siglo XX.
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