El asalto al Rancho del Gordo (un criador de gallos murciano) ha sido una de las operaciones policiales más numerosas y efectistas de los últimos tiempos en España. Mandaron llamar desde Barcelona y Valencia a los GEO (Grupo de Operaciones Especiales) y los GOE (Grupos Operativos Especiales, un cuerpo de élite similar). También vino el Grupo de Medio Ambiente, la sección de juegos de azar de la Policía Judicial y un montón de agentes de la Jefatura Superior de Policía. Un ejército de casi 200 personas, con pasamontañas y subfusiles de asalto. Esperaban encontrar en el rancho una especie de holocausto animal. Ahora ya conocemos el resultado de la operación: al Gordo le encontraron un gallo muerto y unas plantas de marihuana.
El caso todavía colea en Sangonera la Verde, una pedanía murciana. Una operación policial por un presunto delito por maltrato animal. La entrada al criadero de gallos más famoso de la provincia ha sido una de las noticias de la semana. Se han hecho eco los principales medios del país. Especialmente por el brutal despliegue policial. Dos centenares de efectivos entrando en la finca por las bravas. Las imágenes de más de 182 personas retenidas en el suelo por los agentes han trascendido nuestras fronteras.
Ahora, visto el resultado, la abogada del Gordo (el dueño del recinto) apunta: “Hubiera sido suficiente con que viniese una pareja de agentes a decirle a mi cliente que les acompañase a declarar, y al resto de gente que se fuese cada uno a su casa, que allí no había nada más que ver”, concluye con un punto de indignación. Pero… ¿Qué pasó exactamente el domingo en el Rancho de los Canasteros?.
Gallos runners y Camarón de la Isla.
Antonio Santiago ‘El Gordo’, un murciano de 40 años, lava un gallo en su finca. “Este se llama Carruseles y es precioso”, explica mientras le enjabona los muslos al animal, que se relaja y se deja hacer. Tiene Antonio cerca de 300 gallos y dice conocerlos a todos por su nombre. La finca parece un mausoleo de Camarón de la Isla. Hay fotos del cantaor en todas las paredes. De hecho, Camarón es el logo de su criadero de gallos combatientes. El Gordo los cría desde hace 20 años, como lo hicieron antes su padre y su abuelo.
“Te juro que están mejor cuidados que yo”, asevera El Gordo. “Los lavo cada día, les limpio sus jaulas, tienen calefacción, los revisa un veterinario cada semana, les cocino huevos duros y se los mezclo con naranja. ¡Si hasta los pongo a correr en la cinta!” exclama. Y es verdad. Tiene una cinta como la de los gimnasios pero a escala, para que los gallos se ejerciten.
El Gordo ya está en libertad, pero reconoce que todavía no se le ha pasado el susto del domingo, por lo desproporcionado de la actuación policial. “Entraron 200 policías armados con fusiles y pusieron a todo el mundo al suelo, como si fuese una operación contra el yihadismo o algo así. Y sostiene mi cliente que a las mujeres las desnudaron delante de todo el mundo para ver si escondían algo. Incluso a la hija de Antonio, que tiene 15 años”, cuenta Carmen Fernández, abogada de Antonio.
Empieza la temporada en Canasteros
Lo que pasaba el domingo en el Rancho de los Canasteros fue que empezaba la temporada de riña de gallos. Una actividad que es legal en Valencia, Andalucía o Canarias, y que en Murcia se encuentra en una especie de limbo legal. Si bien es cierto que el evento organizado el domingo en Sangonera no estaba autorizado, un juez avaló en 2012 que las peleas de gallos serían legales si los animales iban provistos de protecciones.
El domingo, el Gordo había organizado en su finca el primer evento de la temporada. Vino gente hasta desde Francia o Portugal. “Es mi casa y aquí solamente entran los socios. Somos la Federación Murciana de Cría del Gallo Combatiente, tenemos todos los papeles en regla y tenemos socios que pagan sus cuotas. Son los únicos que pueden entrar en un club que es privado. El domingo había matrimonios y todo. Nos juntamos, hacemos un arroz, echamos el día. Como una reunión entre amigos. Y luego vamos al reñidero (el ruedo en el que pelean los gallos) para la exhibición”.
Asegura el Gordo que en su finca no se permiten las apuestas: “Lo pone bien claro en un cartel que hay en el reñidero”. También que no se organizan peleas a muerte: “¿Cómo vamos a echar a los gallos a matarse? Hay gente que paga hasta 6.000 euros por un gallo y no quiere que se lo maten. Nosotros le ponemos las protecciones, los soltamos y los jueces les damos puntos. Al más valiente, al que mejor embiste, al más bonito, al que tiene mejor plumaje…”. Y desmiente tambie´n que se dope a los gallos: “No puedes dopar a un gallo porque lo más cerca que tienes es que le dé un infarto”, resume.
El señor con barriga que casi se ahoga
La Policía entró cuando los casi 200 espectadores estaban sentados en el reñidero. Unos 200 agentes, de los más preparados de España, equipados con material antidisturbios. “Entraron como en una operación antiterrorista y mandaron a todo el mundo en el suelo. Hubo un señor mayor con mucha barriga que casi se ahoga por la posición. Otro que saltó por una ventana y se hizo daño en la pierna”, apunta Carmen Fernández, la abogada del Gordo.
No encontró la policía el escenario dantesco que esperaba encontrar. La nota de prensa policial habla de 6 gallos muertos. La abogada reduce el número a “un gallo muerto y otro herido”. La muerte del animal, según asegura el Gordo, se debió ”a que a uno se le cayó la protección de los espolones”. Sea como fuere, parece menos de lo que esperaban encontrar. Visto el escaso éxito de la operación, los agente inspeccionaron la finca y hallaron 87 matas de marihuana. Que es delito… pero no es lo que iban buscando.
¿Tacto vaginal a unas niña de 15 años?
Al encontrar las plantas, la policía siguió buscando droga. Ahí llegó, según asegura el Gordo y su familia, el episodio más grave de la tarde: “Obligaron a las mujeres a desnudarse aquí delante de todos los hombres, por si escondían droga”. Dice la abogada que incluso quisieron hacerle un tacto vaginal a la hija del Gordo, que sólo tiene 15 años. Fue entonces cuando la familia del criador montó en cólera para evitar que esto se llevase acabo, "que la niña es virgen y la iban a desgraciar. Al final no se lo hicieron, pero las acabaron desnudando delante de todo el mundo”, lamenta.
“Imagínate qué panorama: casi 200 detenidos en fin de semana. Como había tantos, los tuvieron que ir ubicando en las diferentes comisarías de la provincia, porque no había espacio”, apunta Carmen Fernández, que prosigue incrédula: “Una movilización policial como yo no he visto antes, con los GEOS, con fusiles.. ¿Cuánto cuesta eso? ¿Quién lo paga? Pero si a Antonio ya lo conocen. Con que le digan que vaya con ellos a comisaría hubiera sido suficiente”.
La operación quedó saldada con tres detenidos: El Gordo, una persona que hacía las curas a los animales heridos “porque siempre se llevan algún rasguño… y un hombre que es carpintero y me ayuda con esto”, explica Antonio. La policía arrancó las plantas de marihuana y decomisó un gallo muerto y 102 vivos, que fueron trasladados la protectora de animales.
“Si soy tan maltratador, a ver por qué no se llevaron todos los gallos, que me dejaron aquí la mitad. Si soy tan maltratador, a ver por qué ahora dicen que me van a devolver los gallos. No tiene sentido, ¿no? se pregunta el Gordo mientras acicala a Caramelito, uno de sus muchos gallos más preciados, y explica que “estos muslos tan rojos significa que están sanos”.
¿Y los 300.000 euros hallados por la Policía y que le atribuyen a apuestas ilegales? De hecho, la policía cuenta que halló las libretas donde se apuntan dichas apuestas. Al respecto, sostiene Antonio que está prohibido apostar, "pero no puedo evitar que dos espectadores se jueguen antre ellos algo y no me lo digan. No puedo estar por eso".
Gallos matándose en un furgón policial
Lo sorprendente es que no es la primera vez que sucede. En 2011 se llevó a cabo en su rancho la Operación Cresta, que a grandes rasgos fue lo mismo que la del domingo, pero con más fallos: “Cuando entraron en el reñidero ordenaron a gritos que todo el mundo pusiese las manos ariba. Había dos galleros en ese momento que le estaban poniendo las protecciones a los animales y así se lo dijeron a la policía. Pero los agentes no atendieron y les volvieron a gritar que las manos arriba. Pues las manos arriba. Soltaron a los gallos y los animales se mataron entre ellos delante de todo el mundo”, recuerda Antonio.
Aún hay más: aquella vez también decomisaron cerca de un centenar de gallos combatientes, que es un animal con instinto de pelea. “Les pedimos por favor a los agentes que metieran a los animales en su transportín, en sus jaulas. Que no los metiesen a todos juntos en el furgón policial porque se iban a reventar entre ellos. Pero no nos hicieron casos y los colaron a todos juntos en la furgoneta. Cuando fueron a abrir la puerta, el que no estaba muerto estaba muy malherido”. Fue la policía a salvar a los gallos y acabó siendo peor el remedio que la enfermedad.
Lo tuvieron que indemnizar con 15.000 euros
Aquella operación de 2011 acabó sin condena. “Ni siquiera lo absolvieron, se archivó la causa antes de pasar a juicio”, recuerda la abogada, que pidió un indemnización para su cliente y ganó: el Gordo quedó limpio y le tuvieron que pagar 15.000 euros en concepto de daños y perjuicios. Hay en el pueblo de Sangonera la verde quien sostiene que “se la tienen guardada desde entonces”.
Ahora, la letrada no descarta volver a pedir otra indemnización: “Todavía es pronto y no sabemos ni qué le piden a Antonio. No sabemos nada. Sólo que los animales están en un sitio donde no van a estar tan cuidados como en el Rancho, donde tienen hasta calefacción y los supervisa un veterinario”. Además, personas que estuvieron presentes en el evento advierten. “Los gallos ahora están en la protectora, que es un sitio de fácil acceso, y ya han robado unos cuantos”.
El Gordo, el gitano canastero que cocina para sus gallos y los pone a hacer footing, sigue a la espera de acontecimientos. Asegura que “me han vuelto a buscar la ruina y no es la primera vez que me pasa”. Su abogada insiste en que “fue una operación desproporcionada a todas luces. Una cosa es que el evento no estuviese autorizado. Pero otra cosa es desplazar a los GEOS con 200 policías para incautarse de un gallo muerto. No puede ser que lo que es legal en Andalucía o Canarias, sea motivo en Murcia de una intervención de este calibre, que por supuesto paga el erario público”.
El Gordo sigue cuidando de los gallos que le han dejado, su familia sigue con el susto en el cuerpo y los asistentes a aquella riña siguen volviendo a la finca con cuentagotas, para intentar recuperar enseres personales que se dejaron allí cuando entró la policía al más puro estilo Hombres de Harrelson. Y en el pueblo, el caso sigue estando en boca de todos. El dilema no es “peleas de gallos sí o no”, porque sería un debate interminable. Tampoco lo lícito de la operación: el evento no estaba autorizado, por lo que era ilegal. La verdadera cuestión es saber si era necesario movilizar a un contingente de 200 policías de élite llegados de toda España para incautarse de un gallo muerto.
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