Rosa se había quedado en casa haciéndole un potaje a su marido. Habían quedado en comer juntos, como siempre, a una hora prudente. Pero Emilio se entretuvo. Fue primero a echar la quiniela y después al bar. Pasó por la Asociación de Vecinos, se tomó una manzanilla y echó una partida de dominó. Y, después, volvió al bar, pidió otra manzanilla y se quedó viendo el fútbol. Recibió, entonces, la llamada de su mujer. Eran las 16:30 horas. Ella le avisaba de que la comida estaba preparada. Y él volvió. “Se despidió de nosotros y se fue”, cuentan. “Lo siguiente que supimos es que había matado a su mujer. No me lo podía creer”, reconoce Joaquín, amigo personal del autor confeso del crimen, en conversación con EL ESPAÑOL.  

Emilio, a sus 68 años, llevaba toda la vida casado con Rosa, su mujer. Ella siempre había sido ama de casa y él, ya jubilado, se había encargado de llevar el dinero a casa. “Eran una pareja normal, muy corriente. Participaban de la vida del barrio”, comentan sus vecinos. Acudían al Centro Social, Deportivo y Cultural, y también en la Asociación de Vecinos de Las Portadas. “Eran gente muy agradable. Daba gusto estar con ellos. ¡La verdad, nadie hubiera imaginado que tenían problemas!”, relatan, con sorpresa, algunos allegados a la pareja. 

Sin embargo, no era así. “Rosa no había denunciado malos tratos previamente. En este caso, tiene pinta de haber sido un caso de violencia invisible, disfrazada durante años, que de repente acaba en asesinato. Ocurre mucho más de lo que nos pensamos”, matiza Antonia, de la Asociación de Mujeres Supervivientes de la Violencia de Género de Sevilla, a este periódico. Y su descripción, a priori, responde de forma fidedigna a cómo podría haberse gestado el asesinato de la ama de casa de 69 años. 

Los Policías acuden a la vivienda de Rosa en Dos Hermanas.

Discutió con su mujer antes de matarla

De puertas para fuera, nada parecía indicar que Emilio y su mujer se llevaran mal. Él, aficionado al cante, era una persona querida en el barrio. ”Los martes, a menudo, solíamos hacer unos guisos en una parcela cerca del barrio…”, recuerda Joaquín. La tesis generalizada, por tanto, es que no pasaba nada. Pero, entre bambalinas, la cosa era distinta. 

El sábado pasado, Emilio volvió a casa a las 16:30 horas y discutió con su mujer. Se había tomado dos manzanillas, pero, según reconoció en su declaración posterior a la Policía, estaba sobrio. En cualquier caso, al llegar, subió el tono. Intercambió palabras malsonantes y, en ese acalorado ambiente, su mujer, según su versión, se cayó por las escaleras de la vivienda hasta el sótano. 

Entonces, él, rabioso, le propinó una brutal paliza. Cogió un hacha y agredió a Rosa con ella. Le pegó con el mango –nunca con el filo– y le propinó patadas y puñetazos hasta asesinarla. No le hizo falta más para dejar a su mujer en el suelo muerta. Poco pudieron hacer los servicios sanitarios. Los numerosos golpes acabaron con ella. 

Concentración de repulsa contra la Violencia de Género en Dos Hermanas. EFE

Confesó el crimen

Después, Emilio llamó a sus hijas y les confesó que había matado a su madre. Acudió, también, al servicio de emergencias sanitarias del 112 para informar del crimen y facilitar la dirección de su casa. Confesó el crimen y fue detenido por la Policía Nacional. “No nos lo podemos creer. Pasábamos muchos ratos con él en el bar o en la asociación, viendo el fútbol, jugando al dominó o en los guisos y el cante. ¿Pensar que fuera a matar a su mujer? Nunca”, cuenta Joaquín.

 

Pero así fue. Él confesó el crimen y el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Dos Hermanas, competente en materia de Violencia de Género, ha ordenado, a instancias de la Fiscalía, su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. 

Rosa es la quinta mujer muerta por Violencia machista en lo que va de año. Rebeca, residente en Laredo, fue la primera en ser asesinada. Y, después, han pasado a engrosar las listas Leonor, Romina y Rebeca, una abogada zaragozana a la que degolló el hombre al que había defendido por maltrato. “No hay perfil del maltratador”, como se demuestra con el tiempo, como apunta Timanfaya Hernández, psicóloga sanitaria y forense en conversación con EL ESPAÑOL. En este caso, además, responde al “típico caso de violencia que suele ir en escalada. No es de un día para otro. Es raro que se produzca a la primera”, sentencia. Emilio, sin embargo, nunca había llegado a matar a Rosa hasta este sábado. 

Rosa Romero Rueda, de 69 años, es la quinta mujer asesinada en 2019. En España, en 2019, también ha sido asesinada Rebeca Santamalia, de 47 años; Romina Celestede 28 años; Leonor Múñoz González, de 47 años; Rebeca Alexandra Cadete, de 26 años. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 47 mujeres asesinadas en 2018 y 53 mujeres en 2017. 

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