Con 23 años, cuando todavía estudiaba Derecho en la facultad, Juan José Bonilla perdió a su padre. Lo mató un varón marroquí dos años mayor que él que trabajaba bajo plásticos de invernadero en su finca de El Ejido (Almería). El asesino se llamaba Cherki Hadij. Era un joven temporero al que los investigadores encontraron en sus uñas restos con sangre de Tomás Bonilla, su patrón.
Ahora, casi dos décadas después, su hijo, Juan José Bonilla, abogado de 42 años, acaba de ser nombrado por Vox coordinador local del partido en El Ejido, la única ciudad andaluza donde la formación de extrema derecha fue la lista más votada en las elecciones regionales del 2 de diciembre. Allí, según el censo, conviven 94 nacionalidades. Después de los españoles, los marroquíes son mayoría. Uno de cada cinco habitantes procede de Marruecos.
Tras este nombramiento, una de las cuestiones a resolver en las próximas semanas es la composición de la lista electoral para las elecciones municipales en El Ejido y si Bonilla, como nuevo coordinador, será quien la encabece. Desde el Comité Ejecutivo Provincial explican que se sabrá en marzo.
Dos muertos la misma mañana
Corría enero del 2000 cuando Tomás Bonilla murió a manos de uno de los empleados que tenía a sueldo en su invernadero de El Ejido. Ese mismo día, poco antes, Hadji mató a otro agricultor. Todo comenzó sobre las 8.30 horas del 22 de enero de aquel año en un paraje conocido como Llanos de Celada, en El Ejido.
A esa hora, el agricultor José Ruiz, que viajaba con su familia en una furgoneta, recriminó a Cherki Hadij que estuviese apedreando a un perro. El joven marroquí giró su violencia hacia José, le golpeó con una piedra en la cabeza y lo remató después. La mujer y los dos hijos de la víctima, que eran menores de edad, fueron testigos de los hechos.
Poco después de aquel primer asesinato, Tomás Bonilla pasó por el lugar del crimen. Iba camino de su invernadero. Cuando vio a José, se acercó a socorrerlo. Mientras trataba de mantener con vida al otro agricultor, Cherki Hadij, que seguía por los alrededores, se aproximó a Tomás y lo degolló. Aquel doble crimen, unido a la muerte de una joven pocos días después, también a manos de un inmigrante marroquí, convirtió El Ejido en un polvorín donde se cruzaba la xenofobia con el dolor.
Expulsión de inmigrantes irregulares
Han transcurrido casi 20 años. Aquel joven que se quedó huérfano se ha convertido en la cara visible de Vox en El Ejido. En su programa electoral de las últimas elecciones andaluzas, el partido liderado a nivel nacional por Santiago Abascal proponía expulsar de Andalucía a los alrededor de 52.000 inmigrantes ilegales que hay en la región. Según la propia Junta, en 2017 ya había contabilizados 47.445 extranjeros en situación irregular poseedores de la tarjeta del sistema público de salud.
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con Vox en Almería para tratar de hablar con Juan José Bonilla. Su presidente provincial, Juan Francisco Rojas, explica en conversación telefónica que hasta la semana que viene el nuevo coordinador en El Ejido no atenderá a los medios de comunicación.
“Este fin de semana vamos a hacer una reunión de coordinadores locales. A partir de ahí, se os facilitará el contacto con él”, sostiene Rojas. “Además de abogado, Bonilla también ejerce de agricultor, como su padre, y en estos momentos se encuentra muy ocupado”.
El Ejido, con 89.000 habitantes, es un lugar de cruce de culturas, lenguas y costumbres. En los últimos comicios andaluces Vox recibió allí el 29,51% de los apoyos, casi tres puntos más que el PP (26,91%), formación que ocupa la alcaldía desde 1991 y barre -o barría- comicio tras comicio en generales, autonómicas y municipales. El crecimiento del partido en la ciudad almeriense fue brutal: pasó de 88 votos de las locales de 2015 a 7.377 en las andaluzas de finales de año.
En el núcleo urbano de El Ejido hay dos mezquitas. En los barrios diseminados se han levantado varias más en naves de polígonos industriales. Alrededor de dos millares de inmigrantes irregulares malviven en el entorno de las invernaderos que hay a las afueras de la ciudad, según cálculos de la Fundación Cepaim, que les da cobertura asistencial.
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Una ola de protestas xenófobas
A aquellas dos muertes de agricultores ejidenses se sumó una tercera en pocos días. El 5 de febrero de 2000, Encarnación López, de 26 años, murió a manos de otro marroquí que intentó robarle el bolso. Acabó con su vida propinándole varias puñaladas con una navaja. Ocurrió mientras se celebraba el mercadillo semanal de la barriada ejidense de Santa María del Águila. Los hechos sucedieron a plena luz del día.
El cadáver de la muchacha estuvo cuatro horas en el interior de la furgoneta de uno de los vendedores ambulantes, hasta que el juez ordenó el levantamiento del cadáver. La víctima se casaba al mes siguiente. El varón que le quitó la vida, Lesbir F., tenía 22 años. Se había asentado en la zona en septiembre del año anterior. Acabó condenado a 11 años de prisión.
La muerte de la joven, unida a las de los agricultores Tomás Bonilla y José Ruiz, desató una ola de protestas contra la comunidad magrebí afincada en El Ejido. Se dio “una caza al moro”, según cuentan las crónicas de aquella época. Cientos de ejidenses cortaron carreteras de acceso a algunos barrios diseminados, como el Santa María del Águila, para evitar la llegada de la policía.
Por la noche, con los vecinos armados con palos de hierro, se prendía fuego a coches, a algunas chabolas habitadas por inmigrantes temporeros y a lugares de rezo para musulmanes. Periodistas de medio mundo cubrieron aquel brote xenófobo. Varias personas llegaron a agredir en presencia de agentes antidisturbios al por entonces subdelegado del Gobierno en Almería, Fernando Hermoso. Para los vecinos, tres eran demasiadas muertes en apenas dos semanas.
Este pasado martes, Vox anunciada en sus redes sociales que Juan José Bonilla, el hijo de una de esas tres víctimas mortales, coordinará el partido en El Ejido. Lo hará, en gran medida, para honrar el nombre de su padre. “Se va a sentir como en casa y su labor será magistral”, se leía en un breve comunicado.